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[Cómic] Reseña de "Hawkworld"


Entre 1985 y 1986 DC Comics publicó el popular crossover titulado "Crisis en Tierras Infinitas", el cual se sigue considerando a día de hoy uno de los más relevantes eventos del mundo del cómic de superhéroes. La Crisis pretendía poner en orden la cada vez más confusa historia de la editorial, que a lo largo de sus décadas de cómics publicados había creado una complejísima continuidad que se había vuelvo tan impracticable para muchos autores como inaccesible para otros tantos lectores. La finalización del evento permitió revitalizar a los personajes más importantes de la editorial, dejándolos en las manos de autores ya consagrados. John Byrne se encargó de Superman, el Hombre de Acero. Frank Miller y David Mazzucchelli narraron el "Año Uno" de Batman. George Pérez devolvió el clasicismo y la magia de la mitología a Wonder Woman. Todas fueron etapas memorables. Sin embargo, por alguna razón que no alcanzo a comprender, la recreación del personaje de Hawkman que hizo Timothy Truman en "Hawkworld" nunca suele mencionarse entre las etapas anteriores cuando es evidente que su calidad es equiparable. Como si quisiera remediar esto, Planeta DeAgostini publicó hace algún tiempo un tomo que recopila los tres números de los que consta la miniserie "Hawkworld".

Antes de continuar, conozcamos un poco mejor cuál es la temática de "Hawkworld". Nos encontramos en el planeta Thanagar, un mundo que ha evolucionado hasta las más altas cotas gracias a sus innumerables conquistas. Esclavos de procedencias diversas realizan las tareas de los ciudadanos de Thanagar, que habitan inmensas torres que se alzan hacia los cielos. Gracias al descubrimiento de un metal antigravedad, los thanagarianos son capaces de volar entre las torres usando unos arneses moldeados a la manera de alas. De esta forma disponen de todos los lujos que desean y viven sumidos en al complacencia, dedicándose a entretenimientos cada vez más inmorales. El consumo de extrañas drogas que proporcionan bienestar es cada vez más frecuente entre ellos. La vida es un regalo, al menos en la cima de las torres. Bajo su sombra miles de esclavos olvidados malviven en la miseria, oprimidos por la tiranía de las fuerzas de policía de Thanagar, los "hombres alados". Se les conoce de esta forma porque ellos son los únicos que tienen alas allí abajo, en la olvidada superficie del planeta.


Katar Hol, hijo del inventor de los arneses antigravedad, pertenece a la clase alta. Podría tener una vida repleta de lujos y placeres si así lo quisiese, pero su pasión por la historia le ha llevado a creer en unos valores que su pueblo olvidó mucho tiempo atrás. Los thanagarianos ya no recuerdan que ellos también fueron esclavos una vez y que sus guerras de conquista nacieron como un grito de libertad. Por esta razón, en lugar de elegir un cómodo oficio en las torres, Katar decide entrar a formar parte del cuerpo de seguridad de los hombres alados. Desde su primera misión será dolorosamente consciente del sufrimiento de los desheredados que viven en la superficie, tan lejos de la cima de las torres como es posible.

Sus anticuados ideales no serán bien recibidos por los demás miembros de la clase alta, lo que le conducirá a enfrentarse a sus superiores y le llevará, en última instancia, al exilio. De esta forma comenzará su viaje iniciático, dejando atrás su vida como miembro de la clase alta de Thanagar y regresando como héroe vengador.


La estructura de la historia se basa precisamente en ese viaje iniciático, al igual que otras muchas historias. No obstante, "Hawkworld" no es una historia de superhéroes al uso. Tiene algo de space opera, pero también algo de western y de historia épica. Es una historia digna de Timothy Truman, un artista muy cercano al pulp como bien nos indican sus obras anteriores ("Scout", "Turok: Dinosaur Hunter", "Conan The Cimmerian"). Trascendiendo dichas obras, "Hawkworld" se aleja del cómic americano hacia algo más propio del cómic europeo donde se puede apreciar la sutil influencia de autores como Moebius, de libros como "El Conde de Montecristo" o de películas como "Blade Runner".

El dibujo de Truman, perfectamente complementado por el entintado de Quique Alcatena, es tremendamente detallista y juega continuamente con los contrastes y las sombras. De esta forma nos sumerge en la inquietud interior del protagonista y en la insostenible situación de su mundo, que se encuentra al borde del precipicio. La ostentosa sociedad de las torres choca frontalmente con la minuciosidad con la que se representa la suciedad, la desesperación y la alienación de los esclavos olvidados en la superficie del planeta. Truman dibuja a los thanagarianos como regios nobles y a sus esclavos como alienígenas completamente inhumanos, dejando que las actitudes de unos y otros completen el mosaico y demuestren quién es realmente más inhumano. A nivel artístico se trata de un trabajo maravilloso. A destacar especialmente las viñetas sin diálogo que jalonan la obra, que expresan mucho más de lo que podría expresar un simple texto.

Aunque "Hawkworld" comenzó a publicarse en 1989, a las puertas de la fatídica década de los 90, es un cómic con espíritu clásico dotado de escenas de gran belleza. El viaje iniciático de Katar Hol, su relación con la hermosa Shayera Thal, su exilio a una isla olvidada, la reivindicación de ideologías y mitos olvidados... todo esto construye una historia sólida y absorbente en la que la acción y la violencia tienen un papel completamente tangencial. Únicamente en el enfrentamiento final pasa la acción a primer plano de la narración, creando una conclusión un tanto previsible e insatisfactoria, aunque coherente. Probablemente sea este final el único punto débil de una obra que roza la perfección en todo lo demás. Se trata, por tanto, de una obra a la que merece la pena acercarse, esté uno interesado o no en los superhéroes de DC.


En conclusión, podríamos decir que "Hawkworld" es uno de los últimos grandes cómics de la década de los 80. Su argumento sigue el camino de los dramas clásicos, presentándonos el nacimiento de un héroe vengador cuyos fuertes principios se han visto superados por la crueldad de su mundo; su contexto está plagado de metáforas fácilmente aplicables al mundo actual, lo cual enriquece su lectura; y, finalmente, su apartado gráfico es a todas luces fantástico. El tomo de Planeta, que apenas cuesta 12€ y tiene 144 páginas (aunque carece de las portadas originales), no debe ser difícil de encontrar, por lo que animo a cualquiera que se sienta atraído por esta obra a que se haga con él.

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