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[Warhammer 40.000] Sobre la inclusión de mujeres en los Adeptus Custodes y la posibilidad de que se incluyan también en los Marines Espaciales: una opinión sobre las “guerras culturales” en la franquicia Warhammer


Llevo mucho tiempo en la red. Demasiado, quizá. He pasado por distintas comunidades a medida que mis intereses iban evolucionando con el paso de los años. He formado parte de comunidades dedicadas a los videojuegos, al anime, al manga, a las series de televisión y al cómic. Y he visto muchas cosas en esas comunidades, créeme. Algunas verdaderamente agradables y esperanzadoras, otras verdaderamente desagradables y desesperanzadoras. En todas partes me he encontrado con gente maravillosa que me ha dejado un recuerdo imborrable… y también con gente terrible a la que he intentado olvidar con todas mis fuerzas. En todo este tiempo no he podido encontrar una comunidad perfecta porque eso no existe. En toda comunidad conviven lo positivo y lo negativo. En toda comunidad hay gente esforzándose por abrir las puertas para que los recién llegados se sientan bienvenidos… al mismo tiempo que hay otra gente esforzándose por cerrarlas con todos los cerrojos posibles para que no pueda entrar nadie más. Así es como ha sido siempre. No obstante, durante los últimos años tengo la sensación de que lo negativo ha ido ganando más y más peso. En tiempos recientes he visto más cosas desagradables y desesperanzadoras que nunca, me he encontrado con más gente horrible que nunca y he sido testigo de más esfuerzos por cerrar puertas que nunca. Creo que las comunidades de aficionados son hoy mucho más tóxicas de lo que eran cuando llegué a la red hace muchos años. Lo que antes se consideraban unas pocas voces discordantes que ensuciaban el panorama, una simple “minoría ruidosa”, hoy parece haberse convertido en la voz dominante de la comunidad. Dicho de otra forma, hoy los malos son los que manejan el cotarro.

Puede que esto sea una percepción subjetiva y sesgada, pero toda mi experiencia previa apunta en esa dirección. Me gustaría poder decir que, cuando quise entrar en la comunidad de Warhammer 40.000 hace algún tiempo, lo que me encontré fue muy diferente… pero no es así. La comunidad de Warhammer 40.000 me resultó tan hostil como cualquier otra, quizá incluso más. Sí, hasta ahora me he encontrado con unos cuantos aficionados al hobby que han resultado ser encantadores. Siempre que he pasado por una tienda y he estado charlando con la gente u observando una partida he tenido una experiencia muy agradable, desde luego. Pero la imagen que ofrece la comunidad en la red es otra historia. En este tiempo he visto cómo lo peor de la alt-right encontraba su nicho dentro de esta comunidad y cómo creadores de contenido con ideas que se podrían calificar como extremistas amasaban grandes cantidades de seguidores y ganaban mucho dinero. Algunos incluso contando con el apoyo económico de la propia Games Workshop, la empresa propietaria de la marca Warhammer, que tuvo que cortar lazos en cuanto empezaron a elevarse las voces críticas al respecto. También he visto casos de personas que acudían a un torneo de Warhammer 40.000 ataviadas con simbología nazi… y no es algo que sucediera en algún país remoto, sino aquí mismo, en España. En este juego, la humanidad del lejano futuro se ha convertido en un imperio teocrático xenófobo y genocida… y resulta que en la comunidad hay gente a la que eso le parece un concepto atractivo, quizá incluso un ejemplo a seguir. Supe que esa gente era algo más que una simple “minoría ruidosa” en el momento en el que Games Workshop tuvo que publicar un comunicado explicando que en Warhammer 40.000 todas las facciones son malas, en especial el Imperio de la Humanidad, y que el trasfondo pretende ser satírico y no debe ser interpretado de forma literal. Que esto era un simple juego y no estaba hecho para ser tomado en serio, en definitiva. Pero parte de la comunidad se lo sigue tomando en serio. Muy, muy en serio.

¿Significa esto que todos los aficionados a Warhammer 40.000 son una pandilla de fascistas? Por supuesto que no. Pero, por el motivo que sea, las ideas de la derecha y de la extrema derecha han logrado adentrarse en esta comunidad de una forma sorprendente, permeando gran parte de su discurso. Esto no es algo exclusivo de este hobby, por desgracia. El mundo de los videojuegos tuvo su infame Gamergate, que luego se extendió también al del cómic con su no menos infame Comicsgate. Hoy en día este tipo de movimientos tan descarados de extrema derecha son rechazados por la gran mayoría de aficionados, pero el poso que han dejado a su paso es lo verdaderamente peligroso. De un tiempo a esta parte hemos escuchado mucho la expresión “guerras culturales” para definir la situación que se ha vivido dentro de las comunidades de aficionados, cada vez más polarizadas. ¿Pero a qué se debe esa polarización? ¿Quién declaró la “guerra” en primer lugar? Mi experiencia me dice que fue precisamente la extrema derecha, que ha aprendido mejor que nadie a hablar el idioma de las generaciones más jóvenes, de los usuarios de redes sociales, de los memes y de los contenidos virales. Y ahora está empleando ese conocimiento para cultivar desde pequeños a sus futuros votantes. Porque saben bien que a los chavales no les importa lo que pase en el Congreso, pero desde luego sí que les importa lo que pase en los videojuegos, en las películas de superhéroes o en la marca Warhammer. Y también saben que a esos mismos chavales no les interesa escuchar a los políticos, pero sí se van a mostrar receptivos a sus referentes en la red, a sus influencers y a sus creadores de contenido predilectos. De esta forma, apoyando a las figuras adecuadas, generando los memes adecuados y propagando los discursos adecuados, los discursos de la extrema derecha han ido ganando presencia en la red. Así, favoreciendo los discursos más extremos, la extrema derecha consigue lo que quiere en realidad: que ideas quizá no tan radicales pero que apuntan en la misma dirección se perciban de manera más positiva, se acepten más y alcancen a más gente. Es un trabajo de auténtica ingeniería social que tiene la mira puesta sobre el futuro, no sobre el presente, y me parecería admirable de no ser porque lo están llevando a cabo auténticos supervillanos.

Warhammer 40.000 es uno de los campos de batalla de estas “guerras culturales”. Lo ha sido durante mucho tiempo y lo sigue siendo en este mismo momento. La extrema derecha está dentro de esta comunidad y a veces llega a mostrarse sin ningún tipo de reparo. Sin embargo, insisto en que el problema va más allá de que un pringado se presente en un torneo con un símbolo fascista en su ropa. Lo peligroso es que las ideas de extrema derecha han dejado su poso en este hobby, que, por su propia idiosincrasia, supone un caldo de cultivo perfecto para ellas. Hablamos sobre el juego que tiene en su centro a un imperio teocrático xenófobo y genocida, ¿recuerdas? Un imperio que no sólo es intolerante ante los que son diferentes, sino que los persigue y extermina. Un imperio que está gobernado por un único líder incuestionable y de naturaleza divina. Un imperio en el que todos tienen su lugar establecido desde el momento en el que nacen y ya no pueden escapar de él. Un imperio en el que los hombres son los grandes protagonistas. Siempre. Puede que el Imperio de la Humanidad surgiera como una parodia, pero quienes se lo toman en serio encuentran en él un espacio que da cabida a sus ideas más radicales. Puede que, por ese motivo, reaccionen con tanta agresividad cuando se trata de cambiar ese espacio.



La polémica de los últimos días surgió a raíz de la publicación del nuevo Codex de los Adeptus Custodes, la élite de la élite del Emperador. En Warhammer 40.000, los principales guerreros del Imperio son los Marines Espaciales, hombres que han sido sometidos a un doloroso y grotesco proceso que incluye alteraciones genéticas, desarrollo de nuevos órganos e implantación de dispositivos cibernéticos. Como resultado, se han convertido en superhombres, en Adeptus Astartes, pues cada uno de ellos equivale a cien hombres normales. Pues bien, los Custodes están incluso por encima de los Astartes. Elegidos entre los primogénitos de las familias nobles del Imperio, cada uno de ellos es producto de un delicado y artesanal proceso que los convierte en lo más cercano que puede existir al mismísimo Emperador. Son sus hijos genéticos más puros y, por tanto, los más poderosos. También reciben el mejor armamento y el mejor entrenamiento, tanto físico como mental. Son lo más alto a lo que se puede aspirar en el Imperio. Son el orgullo del Emperador. Y todos ellos han sido hombres… hasta ahora.

El nuevo Codex introdujo a un personaje llamado Calladayce Taurovalia Kesh, una mujer que formaba parte de los Adeptus Custodes. Era poco más que una simple mención, una pequeña curiosidad que ocupaba un párrafo, pero se trataba de la primera mención oficial al hecho de que una mujer podía entrar en los Adeptus Custodes. Esto hizo que se disparasen todas las alarmas entre cierto sector de la comunidad, que pronto pidió explicaciones a Games Workshop. La respuesta de la empresa fue que, desde el mismo momento en que empezaron a existir, siempre ha habido mujeres entre los Adeptus Custodes. Tengo que reconocer que fue una respuesta muy osada por su parte, sobre todo teniendo en cuenta que, en todos los años que han pasado desde que los Custodes pasaron a ser una facción jugable, Games Workshop nunca ha puesto a la venta una miniatura de una Custodes femenina ni ha mencionado a una mujer Custodes en las numerosas novelas y manuales de juego que ha publicado. Es decir, que no existe un trasfondo previo que apoye esta inclusión. Y ya sabemos que para muchos aficionados lo más importante del hobby es ese trasfondo, ese lore, por lo que un cambio repentino e injustificado como este iba a ser atacado con gran ferocidad. Y así ha sido durante estos días. Incluso yo, que llevo tiempo evitando las redes sociales y reduciendo mi presencia en la red al mínimo, me he encontrado con un buen puñado de comentarios airados y de vídeos acusando a Games Workshop de haberse vuelto “woke”. Pero esto no es nuevo, ni mucho menos. Cada vez que se menciona la posibilidad de que pueda haber mujeres entre los Marines Espaciales pasa lo mismo. Y el principal argumento siempre es el mismo: el trasfondo no lo permite.

En este caso en concreto, ese argumento es una estupidez. Hace unos años, Aaron Dembski-Bowden, uno de los principales escritores de la Black Library, la división literaria de la marca Warhammer, escribió un texto sobre su experiencia escribiendo a los Adeptus Custodes en una novela. Resulta que, hasta ese momento, el trasfondo de esta facción era bastante escaso. De hecho, al revisarlo no encontró ningún motivo que impidiera a las mujeres convertirse en Custodes. El único motivo era que los entonces propietarios de la marca no querían mujeres en los Custodes, como no las querían en los Marines Espaciales. Es decir, que el lore no era el motivo que impedía que hubiera mujeres Custodes, sino los prejuicios de quienes estuvieran al mando de Games Workshop en ese momento.

Es curioso que la gente defienda el trasfondo con tanta vehemencia, cuando lo cierto es que dista mucho de ser algo grabado en piedra sino algo fluido que está casi en permanente proceso de reescritura. El trasfondo se ha reescrito innumerables veces durante los cuarenta años de historia de Warhammer 40.000 y se volverá a reescribir otras tantas en las próximas décadas. Me pregunto si alguno de estos defensores fanáticos del trasfondo se ha leído la primera edición del manual del juego, el Rogue Trader original, que hoy puede resultar realmente chocante y disparatado, sobre todo por la manera en la que presenta a los tan admirados Marines Espaciales. Poco tiene que ver con el Warhammer 40.000 de hoy en día, igual que lo que hoy conocemos tendrá poco que ver con el Warhammer 40.000 del futuro. Esto es así porque el trasfondo es hijo de su tiempo y obedece a las sensibilidades del momento en el que fue concebido… y esas sensibilidades cambian con los años, claro. La gente cambia. La sociedad cambia. La cultura cambia. Es lógico que el trasfondo del juego cambie también, ¿no? ¿O acaso debemos seguir dejando que un par de líneas escritas hace treinta y tantos años sigan decidiendo lo que debe ser este hobby como si fueran algo sagrado? El hecho de que no haya mujeres entre los Marines Espaciales se debe a una línea de trasfondo que se escribió allá por 1987, cuando el mundo era muy distinto a lo que es hoy en día. ¿Qué tiene de malo reescribir esa línea para adaptarla al mundo actual?



Games Workshop ha reescrito su trasfondo en diversas ocasiones, pero no creo que sus motivos hayan sido políticos. Los cambios no se deben a haberse vuelto “woke”, a haber cedido ante la “corrección política” o a querer parecer más inclusiva. Games Workshop ha reescrito su trasfondo por la misma razón por la que hace cualquier otra cosa: para vender más miniaturas. Porque eso es lo que hace, vender miniaturas. Yo aún no estaba muy metido en el hobby cuando llegaron los Marines Espaciales Primaris, pero sé que generaron cierta controversia entre la comunidad. Su existencia se debía en realidad a una revisión en el proceso de fabricación y a un cambio en la escala de las miniaturas, pero Games Workshop los apoyó con una serie de tremendas modificaciones en el trasfondo. Fue el momento en el que regresó el Primarca Roboute Guilliman al presente del juego tras un letargo de diez mil años, dispuesto a reestructurar el Imperio y a lanzar una nueva y gigantesca cruzada por la galaxia. Y junto a él llegó un proceso para mejorar a los Marines Espaciales en el que nadie, ni siquiera el Emperador, había pensado antes. También los Adeptus Custodes pasaron entonces por cambios en su trasfondo, pues tras diez mil años protegiendo el palacio del Emperador salieron por primera vez a luchar por el espacio. Y no sólo el Imperio ha sufrido profundas reescrituras de su trasfondo, claro, pues también los Necrones han pasado por importantes cambios que los convirtieron en seres sintientes, inteligentes y sumidos en sus propias intrigas políticas… cuando originalmente eran poco más que implacables seres robóticos sin alma. También los Drukhari pasaron por ciertas modificaciones. O los Tiránidos. Es más, cada vez que toca vender nuevas miniaturas de una facción en concreto Games Workshop hace algunos retoques a su trasfondo previo o añade algún elemento nuevo a su historia.

Games Workshop no tiene miedo a reescribir el trasfondo porque lo único que quiere es vender miniaturas. Sin embargo, creo que sí que tiene miedo a la recepción que pueden tener estos cambios entre sus aficionados. Ese es el motivo por el que algunos los realiza a bombo y platillo, acompañados por un montón de miniaturas para comprar, y otros los hace con la boca pequeña, ocultos en un párrafo de un Codex cualquiera. Con esto quiero decir que si Games Workshop hubiera querido podría haber hecho que esta modificación en el trasfondo de los Custodes fuera un anuncio por todo lo alto, con una nueva gama de miniaturas femeninas para esta facción, una novela protagonizada por Calladayce Taurovalia Kesh y mil cosas más. Pero no lo ha hecho. Ni siquiera ha anunciado que en el futuro podremos comprar un kit de mejora con cabezas femeninas para nuestros Custodes o algo así. Sólo ha escrito un párrafo en un Codex y se ha preparado para capear el temporal. Si eso es lo que los críticos consideran ser “woke” o ceder a la “corrección política”, algo falla. Yo al menos no veo una posición política contundente tras este movimiento de Games Workshop. Me parece un paso en la dirección correcta, por supuesto, pero un paso inseguro y dubitativo; un paso falto de convicción y de auténtico peso. Se podría decir que Games Workshop está comprometida con la idea de un hobby más inclusivo y progresista… pero no demasiado. Games Workshop es “woke”... pero sólo un poco.

Con esto quiero decir que no entiendo la indignación de los defensores acérrimos del sagrado lore. En este caso en concreto, el trasfondo era escaso y poco definido. Por si esto fuera poco, el trasfondo existente estaba sesgado por los prejuicios de una época anterior y de una política empresarial ya desfasada. Además, se han producido cambios mucho más destacables en el trasfondo por motivos mucho más caprichosos y peregrinos; cambios que con el tiempo se han ido aceptando de forma mayoritaria. La propia Games Workshop ha demostrado que el trasfondo le preocupa poco y que está dispuesta a modificarlo si eso hace que se vendan más miniaturas. Sin embargo, con este asunto de los Custodes no ha querido mojarse mucho. Ahora las mujeres también pueden enfundarse la armadura dorada y actuar como la élite del Emperador, pero no tenemos miniaturas de las mujeres Custodes ni parece que las vayamos a tener pronto. La indignación que he visto estos días ha sido demasiado exagerada para deberse a un simple párrafo en un Codex que dentro de un par de años se habrá quedado obsoleto. ¿A qué se debía en realidad?

Supongo que al miedo. Los cambios dan miedo y un pequeño cambio siempre abre la puerta hacia otros cambios mayores. Se empiezan teniendo mujeres entre los Adeptus Custodes y, quién sabe, quizá se acabe incluyendo también a mujeres entre los Marines Espaciales… y eso es algo que una parte de esta comunidad no está dispuesta a tolerar de ninguna de las maneras. ¿Por qué? Porque el santísimo lore no lo permite. Pero ya hemos aclarado que esa es una justificación bastante débil, bastante pobre. El trasfondo es lo que Games Workshop quiere que sea, lo ha cambiado muchas veces y lo volverá a cambiar muchas más. Es más, es necesario que así sea para que el juego conserve su frescura y su vigencia. Personalmente, los momentos en los que más he disfrutado con el hobby han sido aquellos en los que el trasfondo ha sufrido cambios importantes, en los que se ha modificado el statu quo de la galaxia o se han añadido nuevos personajes. La última vez fue durante la publicación de la campaña narrativa de Arcas del Augurio, que supuso el regreso de otro Primarca, Lion El'Jonson, al presente del juego. En lugar de temer los cambios, los espero con ansia, los abrazo y los disfruto. Y si vienen acompañados de miniaturas tan bonitas como la del Primarca de los Ángeles Oscuros, pues mejor todavía. Ojalá el resto de la comunidad pensara igual.



Pero si la justificación no es el lore será otra cosa. Algo que he visto mucho estos días es que los detractores de las Custodes femeninas han criticado que su inclusión le roba protagonismo a las Hermanas del Silencio, una orden de mujeres inmunes a los poderes psíquicos que tradicionalmente ha actuado junto a los Adeptus Custodes. O que le roba protagonismo a las Hermanas de Batalla, las Adepta Sororitas, un ejército imperial compuesto exclusivamente por mujeres que actúan como monjas guerreras. Creo que esta es una forma de pensar especialmente perniciosa, pues asume que la cantidad de mujeres importantes que puede haber en el juego es limitada, que si incluimos a mujeres Custodes tendremos menos espacio para las Hermanas del Silencio o para las Hermanas de Batalla. Esto es totalmente falso. ¿Cuántos Capítulos de Marines Espaciales hay en el Imperio? ¿Cuántos Regimientos de la Guardia Imperial? ¡Muchísimos! ¿Y acaso la existencia de unos perjudica a otros? ¿Que existan los Ángeles Sangrientos evita que la gente siga queriendo jugar con los Puños Imperiales? ¿Que existan los Korps de la Muerte de Krieg evita que a la gente le sigan gustando las Tropas de Choque de Cadia? ¿O por el contrario su existencia contribuye a enriquecer el juego? ¿Y no contribuye también a que Games Workshop pueda vender más miniaturas? ¿Por qué entonces la cosa cambia si hablamos de mujeres? ¿Por qué las mujeres de una facción iban a perjudicar a las de otra? ¿Es que no hay espacio para todas?

Creo que en realidad lo que molesta no es que unas mujeres le pisen el terreno a otras, sino que haya mujeres ocupando un rol que hasta ahora era exclusivamente masculino. Los Custodes eran la élite de la élite del Imperio y siempre habían sido todos hombres, pero ahora Games Workshop nos ha dicho que no, que siempre ha habido mujeres entre ellos. Eso quiere decir que las mujeres también pueden alcanzar la élite de la élite dentro del Imperio, que pueden ser mejores incluso que los Marines Espaciales. Y esa es una idea desafiante para las ideologías más retrógradas, desde luego. Existen muchos personajes femeninos en el trasfondo de Warhammer 40.000, pero están siempre un escalafón por debajo de los Marines Espaciales. Todos los Marines Espaciales proceden de la semilla genética de un Primarca, uno de los perfectos y poderosos hijos del Emperador. Todos los Primarcas son varones y todos aquellos que reciben su semilla genética deben ser, a la fuerza, también varones. La más poderosa de las Hermanas de Batalla siempre va a estar por debajo de los Adeptus Astartes, por debajo de los Primarcas y por debajo del Emperador. La cúspide de la pirámide social imperial está repleta de testosterona desde los orígenes del juego. El trasfondo de Warhammer 40.000 es eminente e indiscutiblemente masculino. Por importante que sea, cualquier personaje femenino va a estar siempre subordinado ante los hombres.

Por eso da igual que se desarrollen nuevos e interesantes personajes femeninos dentro del trasfondo existente, que la situación siempre va a mantener su desigualdad. Y mira que se han añadido personajes femeninos fascinantes. Morvenn Vahl, la líder de las Adepta Sororitas, es también una de las Altas Señoras de Terra, una de las gobernantes de facto del Imperio. Celestine, la Santa Viviente, es una Hermana de Batalla que cayó en combate y resucitó transformada en un ángel dorado que porta una espada ardiente y se considera la encarnación misma de la voluntad del Emperador. Ursula Creed, hija del legendario Ursarkar Creed, es la Lord Castellana de Cadia, una de las mejores generales de la Guardia Imperial y una figura imponente que se ha curtido en la guerra durante años. Todas ellas son por derecho propio personajes de lo más interesante que cuentan con sus propias novelas y con sus propias miniaturas, pero no son Marines Espaciales. Siempre van a estar por debajo de los Marines Espaciales. Estoy seguro de que, en el fondo, muchos aficionados consideran que ese debe ser el lugar de cualquier mujer en el juego: por debajo de los machitos del espacio.



Este no es el momento para hacerlo, pero en algún momento me gustaría escribir acerca de la masculinidad de los Marines Espaciales, porque, créeme, es un tema fascinante. Los Astartes son una parodia, así que llevan el rol del superhombre hasta el extremo más exagerado y ridículo posible. Son tan exageradamente hipermasculinos y están tan exageradamente inmersos en su cultura hipermasculina de machitos guerreros que sólo tienen ojos para otros hombres. La masculinidad llevada hasta tal extremo se convierte de una forma que encuentro muy divertida en homoerotismo. En ese sentido, nunca podré olvidar que uno de los primeros libros que leí de La Herejía de Horus, la extensa saga literaria que establece el contexto de Warhammer 40.000 diez mil años antes del periodo en el que se ambienta el juego, contiene una escena en la que un Marine del Espacio observa con auténtica veneración cómo se deslizan las gotas de sudor a través del cincelado torso desnudo de su amado Primarca como si estuviera viviendo una experiencia religiosa. Es una escena muy gay… pero es que en realidad Warhammer 40.000 es muy gay. Todo lo que tiene que ver con los Marines Espaciales, esa hermandad de superhombres dedicados con abnegación a la guerra, resulta muy gay. Y creo que hay una parte de la comunidad que aún no ha entendido que la cultura hipermasculina que presenta pretende ser una sátira. Los Astartes no son una idealización de aquello a lo que puede aspirar el género masculino, sino una burla hacia esa masculinidad que no es capaz de levantar la vista de su propio ombligo. Hombres muy hombres que sólo son capaces de mirar a otros hombres. Y eso es divertidísimo. Claro que, para saber apreciarlo hay que aprender a no tomarse el juego demasiado en serio.

Por desgracia, parte de la comunidad se lo toma muy en serio. Por eso los Marines Espaciales son el último bastión de esta “guerra cultural”. No puede haber mujeres entre los Astartes. Eso sería intolerable, el insulto supremo, el punto de no retorno. Que ahora haya mujeres entre los Custodes acerca la posibilidad de que en el futuro cercano haya también mujeres entre los Astartes. Eso es lo que, en mi opinión, ha propiciado todas esas reacciones cargadas de bilis que he visto estos días. No importa el lore ni importa que se le esté robando protagonismo a las mujeres de otras facciones. No importa que Games Workshop se esté volviendo “woke”. Lo que importa es que las mujeres están entrando poco a poco en lo que durante cuatro décadas ha sido un club exclusivamente masculino. La llegada de las mujeres Marines Espaciales está cada vez más cerca. La celebrada masculinidad del juego está en jaque.

Pero no sólo la masculinidad del juego está en jaque: la masculinidad en general está en crisis. En los últimos tiempos se han producido grandes avances sociales que han desafiado la posición tradicional de los hombres en nuestra sociedad. Las mujeres han alzado su voz para desafíar las estructuras de poder que hasta entonces no se habían cuestionado. Las minorías han alzado su voz para desafiar los prejuicios sistémicos. Las generaciones más jóvenes han alzado su voz para reclamar su derecho a autodefinirse. El mundo ha cambiado mucho y sigue cambiando a una velocidad vertiginosa. Movimientos como el #MeToo o el #BlackLivesMatter demuestran la fuerza que han ganado las políticas identitarias. La mayor visibilidad del colectivo LGBT+ nos ha hecho conscientes de todas esas identidades que hasta ahora habían permanecido ocultas en el armario. Y todo esto nos ha llevado a replantearnos nuestro lugar en esta sociedad nuestra: los roles de género, las estructuras de poder, las políticas sociales, los prejuicios que hemos arrastrado, los tabúes que nos han silenciado… Obviamente, quien más está teniendo que replantearse su lugar a la luz de estos desarrollos son (somos) los hombres. ¿Cómo no va a estar en crisis la masculinidad ante tal abrumadora evidencia de que necesita cambiar su modelo tradicional y adoptar una forma nueva y desconocida? Parece que todos tenemos claro que la masculinidad debe cambiar, pero nadie se ha puesto de acuerdo en qué forma debe adoptar el día de mañana. Nadie tiene claro cómo debe ser la masculinidad del futuro… y eso da mucho miedo. Lo desconocido da miedo. El cambio da miedo.

Por supuesto, hay alguien que se aprovecha de ese miedo para crear resistencia al propio cambio, para reforzar las ideas tradicionales que se pretende dejar atrás y regresar a ese mismo modelo que una parte importante de la sociedad rechaza. Ese alguien quiere hacernos creer que el cambio es negativo, que ser progresista es negativo, que aspirar a un futuro más diverso e integrador es negativo. Ese alguien emplea el término “woke” como insulto y utiliza los símbolos del movimiento feminista y el movimiento LGBT+ como una burla. Ese alguien es la extrema derecha, que no te quepa duda. Ante el marcado avance de las políticas identitarias progresistas, la extrema derecha defiende agresivamente las políticas identitarias del statu quo: mantener las cosas como están, con el hombre blanco heterosexual en la parte más alta de la pirámide social y todas las demás personas por debajo. Son las políticas del rechazo a la igualdad de género, del rechazo a las reclamaciones de las minorías, del rechazo a las realidades LGBT+. Son políticas de odio y tienen cada vez más adeptos gracias a la manera en la que la extrema derecha ha ido extendiendo sus insidiosos tentáculos a través de Internet, a través de las redes sociales y a través de los discursos sobre la cultura popular.

Este es un movimiento verdaderamente diabólico. Aparecer en el Congreso defendiendo abiertamente la desigualdad de género o el odio hacia el colectivo LGBT+ sería un suicidio político, así que la extrema derecha ha traslado su política a la red, movilizando sus granjas de bots y sus fábricas de memes para dinamitar todo lo que huela a progresismo, ya sean videojuegos, películas, series o incluso juegos de miniaturas ambientados en el lejano futuro. Así es como llega hasta la gente, sobre todo hasta la gente joven. Así es como logra que sus ideas retrógradas penetren en la sociedad. Esa es la verdadera mano negra que hay detrás de tantas y tantas polémicas, de tantas y tantas acusaciones de “wokismo”. Y es una mano negra que ha aprendido que siempre debe ocultarse tras excusas plausibles. El rechazo que hemos visto estos días antes las mujeres Custodes se amparaba en el lore o en el hecho de que su inclusión le robaría protagonismo a las Hermanas del Silencio o las Hermanas de Batalla. Nadie se ha atrevido a decir que no quiere Custodes femeninas porque no cree que las mujeres tengan derecho a estar en la élite, que ese es un club exclusivamente masculino. Nadie se ha atrevido a decir que no quiere Custodes femeninas porque las mujeres no pueden ser gigantescas semidiosas doradas alzándose por encima de los hombres. La mano negra tiene que permanecer oculta. Pero yo estuve ahí cuando empezó el Gamergate y recuerdo las excusas. Es por “la ética en el periodismo de videojuegos”, dijeron entonces, pero el tiempo demostró que en verdad era por los prejuicios y el odio. Detrás del visceral rechazo a las mujeres en las filas de los Adeptus Custodes también hay odio, digan lo que digan.



No sé si estamos en medio de una de esas “guerras culturales”, pero sin duda creo que estamos bajo asedio. Los asaltos de la mano negra son constantes y muchos de sus soldados no son conscientes del bando por el que combaten. Lo peor es que enfrentarse a ellos es agotador. Las discusiones no hacen nada más que dar vueltas en círculo una y otra vez, pasando siempre por los mismos puntos sin hallar solución alguna. Los argumentos no sirven de nada cuando una de las partes los ignora y los desestima constantemente. Si esta es una guerra, es una guerra de desgaste. Y pinta mal. Pinta muy mal.

Como dije antes, ya llevo bastante tiempo por aquí y he formado parte de muchas comunidades diferentes. Ya he visto mucho y estoy muy cansado de esta constante sensación de déjà vu, de esta eterna repetición de las mismas polémicas con distinto disfraz. Las he vivido hablando sobre videojuegos, sobre cómics, sobre cine y sobre series. Y siempre sobre los personajes femeninos, sobre los personajes pertenecientes a minorías, sobre los personajes LGBT+... siempre sobre la inclusión, en definitiva. Siempre sobre el “wokismo”. Pese a que este texto pueda indicar lo contrario, no me quedan fuerzas para seguir metiéndome en las mismas polémicas de siempre aplicadas al mundillo de los juegos de miniaturas. Estoy cansado de debatir con toda esa gente que en realidad no quiere debatir. No obstante, mis convicciones siguen siendo las mismas: creo que un mundo más diverso es un mundo mejor, más rico y más estimulante, con más posibilidades de aprendizaje y crecimiento. Me gusta que el mundo me desafíe intelectualmente, que me haga reflexionar sobre realidades que nunca antes me había planteado. Quiero ponerme en la piel de gente distinta a mí, que me haga mirar la realidad desde un punto de vista inesperado. Defiendo la igualdad de género, así como el derecho a vivir libremente sea cual sea tu género o tu orientación sexual. Es más, defiendo el derecho a la autodeterminación de género. La mayoría de personas a las que sigo en la red forman parte de la comunidad LGBT+. Muchas de ellas son trans. Yo mismo soy una persona LGBT+. No se puede ser más “woke” que yo. Pero estoy agotado de esta guerra de desgaste. Agotado de verdad.

¿Qué hacer entonces ante la situación en la que nos encontramos? Ojalá tuviera la respuesta, pero no la tengo. Lo único que tengo claro es que voy a seguir disfrutando de las cosas que me gustan. Voy a seguir disfrutando de Warhammer 40.000, faltaría más. Y voy a seguir apoyando un Warhammer 40.000 más diverso a pesar de las polémicas, a pesar de lo que esté escrito en el trasfondo e incluso a pesar de lo que haga la propia Games Workshop.

Lo bueno de los juegos es que suponen un diálogo, una serie de acuerdos y concesiones. Para mí, las reglas y el trasfondo no son más que un punto de partida a partir del que construir el juego. Son los instrumentos con los que se escriben las historias que se crean jugando, pero en última instancia lo que importa es la historia. Si tengo que modificar esos instrumentos para estar más satisfecho con mi historia lo haré. Y no soy el único que piensa así, ni mucho menos. Si Games Workshop no pone a la venta un kit de mejora para montar mujeres Custodes, buscaré las piezas necesarias para hacerlo por mi cuenta, como mucha gente ha hecho desde mucho antes de que se mencionara a Calladayce Taurovalia Kesh en el Codex de la discordia. Será tan sencillo como buscar una cabeza femenina compatible. Quizá incluso más: bajo el casco dorado, nadie sabe si un Custodes es hombre o mujer. ¿Qué me impide decir que mis Custodes son todos mujeres? ¿Qué me impide decir que mi Capitán Escudo es en realidad una Capitana Escudo?



Esa es mi mejor respuesta a todo esta absurda polémica. Si las reglas o el trasfondo no te gustan, cámbialos. ¿Quieres tener Custodes femeninos? Me parece estupendo. ¿Prefieres que tus Custodes sean todos hombres? También me parece estupendo. Lo único que no puedes hacer es decirme a mí cómo tienen que ser los míos. Eres tan libre de jugar como te apetezca como lo soy yo. Nadie tiene la prerrogativa de decidir cómo tiene que ser el juego de los demás. Nadie. Ni siquiera Games Workshop. Y eso lo sabe hasta la propia Games Workshop.

El mundo está cambiando. Los jugadores están cambiando. Ahora existen demandas que antes no existían. Si Games Workshop no se encarga de cubrirlas, otras empresas lo harán y se comerán una porción del pastel de beneficios. Si Games Workshop no pone a la venta unas matrices con accesorios para montar mujeres Custodes, otra marca lo hará. Y, puesto que Games Workshop no va a permitir que el mercado le pase por encima, tarde o temprano acabará cediendo. Con suficiente tiempo, es probable que incluso haya miniaturas oficiales femeninas para los Custodes. Es inevitable. El mundo cambia y las empresas tienen que adaptarse a esos cambios si no quieren quedarse atrás. Por eso estoy convencido de que la llegada de las mujeres a las filas de los Marines Espaciales es cuestión de tiempo. La demanda ya existe. Mucha gente ha customizado sus Marines Espaciales para tener mujeres Astartes. Games Workshop sabe que tendrá que abordar esa cuestión en algún momento… y va dando pequeños y temerosos pasos en esa dirección. ¿Las mujeres de los Forjados en la Tormenta de Age of Sigmar? Un pasito. ¿La mención a las mujeres Custodes del último Codex? Otro pasito. No voy a mentir: preferiría que diera pasos más decididos y contundentes. Me gustaría que se comprometiera mucho más. Pero, como suele decirse, las cosas de palacio van despacio. No va a ser nada fácil dejar atrás estas cuatro décadas de hegemonía masculina. Cada pequeño pasito se va a encontrar con un montón de resistencia. Y tenemos que ser conscientes de que Games Workshop no es una ONG ni pretende construir un mundo mejor. Su objetivo sigue siendo el mismo de siempre: vender muñequitos de plástico, nada más.

Por eso, mientras esperamos a que Games Workshop llegue al siglo XXI, somos nosotros los que tenemos que decidir cómo queremos que sea nuestro juego. ¿No quieres saber nada de las mujeres Astartes? Vale, estás en tu derecho. Pero no te atrevas a prohibirme a mí que las use. Si quiero montar mis propias mujeres de los Marines Espaciales lo voy a hacer. Si quiero escribir sobre ellas lo voy a hacer. No seré ni mucho menos el primero en hacerlo. Permíteme que te presente a las Hijas de Perséfone, un Capítulo de Marines Espaciales no oficial formado íntegramente por mujeres que cuenta incluso con su propio Codex. Creadas por Michael Fitzhywel como un proyecto personal, su intención a la hora de escribir su Codex fue que sirviera de ejemplo para todos aquellos jugadores que quisieran desarrollar a sus propias mujeres Astartes. Incluso buscó una justificación bastante sólida para su existencia dentro del trasfondo. Se trata, en efecto, de un ejemplo fantástico que todo aficionado al hobby que no esté satisfecho con la velocidad a la que avanzan las cosas en Games Workshop debería seguir.



Warhammer 40.000 es un juego, así que… juguemos. Pero con nuestras propias reglas, claro. Con nuestro propio trasfondo, si es necesario. Que nada te impida contar las historias que te apetece contar con tus muñequitos de plástico. Que nada te impida seguir disfrutando de lo que te gusta. Que ninguna estúpida “guerra cultural” te robe eso. Al final, creo que el único antídoto ante el odio que amenaza con devorarnos es ese disfrute, ese amor ingenuo y despreocupado por las aficiones que compartimos y por las historias que contamos juntos. En vez de ponerle límite a esas historias, veamos hasta dónde somos capaces de llevarlas. Sigamos jugando. Sigamos creando historias.

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