"Honor. Lo llevamos escrito en la sangre. Codificado en la mismísima esencia de nuestro ser. Resuena en todo lo que hacemos. En todo lo que somos. Nuestra es la búsqueda de la luz en el crepúsculo del universo, los rescoldos en la noche más oscura. Pues no sólo somos ángeles de la oscuridad, forjados en la guerra para aplastar a los enemigos de la humanidad, sino también ángeles de la redención."
La editorial británica Titan Comics tiene una amplia experiencia publicando tebeos basados en franquicias, ya provengan del audiovisual (Blade Runner, Doctor Who) o de los videojuegos (Dark Souls, Bloodborne, Life is Strange, Horizon). Además, y al contrario de lo que suele pasar con este tipo de productos derivados, por lo general suelen ser cómics muy decentes. Todos los que he podido leer me han gustado bastante y algunos incluso me han entusiasmado, así que confío mucho en lo que publica. Sin embargo, cuando Titan lanzó una serie regular de Warhammer 40.000 en 2016 yo aún no estaba metido en ese universo y no le presté atención. No ha sido hasta ahora que le he echado el guante y he podido comprobar que está a la altura de lo que esperaba.
ECC publicó la colección completa en nuestro mercado recogida en cuatro tomos, siendo Warhammer 40.000: Voluntad de hierro el primero de ellos, lanzado en agosto de 2017. Dicho tomo incluye el número cero (un prólogo editado originalmente en la revista White Dwarf) y las cuatro primeras entregas de la serie, que forman un arco argumental completo. Están escritas por George Mann, uno de los autores de la Black Library de Games Workshop y guionistas de varios cómics de Dark Souls y Doctor Who para Titan. Del dibujo se encarga el artista italiano Tazio Bettin, ilustrador en diversos manuales de juegos de rol que también se dejó ver por las colecciones de Doctor Who de la editorial británica. Finalmente, el color es de la también italiana Enrica Angiolini, que igualmente viene del Doctor Who de Titan. En su conjunto, estos tres forman un equipo creativo sólido como una roca. En más de una ocasión me he quedado mirando algunas páginas del tomo y pensando en que los autores habían puesto más en ellas de lo que era estrictamente necesario. Este es, por tanto, un cómic muy disfrutable.
Voluntad de hierro nos presenta los primeros compases de una historia coral dividida en dos frentes que van avanzando poco a poco hasta un choque inevitable, que se producirá en la conclusión del tercer tomo. Por un lado tenemos a los Marines Espaciales de los Ángeles Oscuros y por otro a la Inquisidora Astor Sabbathiel. Es una historia muy accesible, incluso para aquellos con poco o ningún conocimiento sobre Warhammer 40.000, pero los conocedores van a encontrar en ella muchas referencias y detalles jugosos. Vamos a comentar un poco su trasfondo, pues es muy interesante. Como no quiero extenderme mucho en los conceptos básicos, enlazo aquí mi guía sobre la Herejía de Horus, en la que explico muchos de ellos.
El Cúmulo de Calaphrax es una región de la galaxia que ha permanecido aislada del resto durante diez mil años a causa de una violenta tormenta disforme que se inició en los tiempos de la Herejía de Horus. Sin embargo, ahora esa tormenta se ha desvanecido de repente y la región vuelve a ser transitable. El Supremo Gran Maestre Azrael, líder del Capítulo de los Ángeles Oscuros, ha decidido enviar a una compañía al interior del Cúmulo de Calaphrax, pero la suya no es una simple misión de exploración. Los Ángeles Oscuros esconden muchos secretos y el mayor de todos ellos tiene que ver con la existencia de los Caídos, antiguos miembros de su orden que se pasaron al bando traidor durante la Herejía de Horus. Ahora Azrael sospecha que unos de los Caídos se encuentra en el Cúmulo de Calaphrax, aunque siguiendo el secretismo característico de su Capítulo sólo se lo comunica a los Astartes de más alto rango de la compañía.
Pero los Ángeles Oscuros no son los únicos que han sentido un repentino interés por el Cúmulo de Calaphrax: la Inquisidora Astor Sabbathiel lleva tiempo creyendo que los Ángeles Oscuros esconden una siniestra herejía y cree que seguirlos en su viaje le proporcionará las pruebas necesarias para confirmarlo. Lo curioso es que, pese a la intensidad con la que la Inquisidora persigue la herejía, algunos de sus propios métodos podrían considerarse heréticos. Después de todo, Sabbathiel llega al Cúmulo de Calaphrax siguiendo las indicaciones de un huésped demoníaco, una criatura del Caos atada a un cuerpo físico que mantiene retenida en el interior de su nave y que, evidentemente, no es la más fiable de las fuentes.
El punto álgido de este primer arco tiene que ver con el planeta Exyrion, en el que los Ángeles Oscuros se enfrentarán a los Marines del Caos de los Guerreros de Hierro por la posesión de un antiguo objeto que está muy relacionado con el motivo que ha mantenido al Cúmulo de Calaphrax envuelto en tormentas disformes durante diez mil años. Quien llegue a este cómic buscando una batalla a la escala característica de Warhammer 40.000, con decenas de Marines Espaciales, unidades blindadas y hasta gigantescos Caballeros Questoris repartiendo destrucción a diestro y siniestro, no se sentirá defraudado. Hay mucho de eso en Voluntad de hierro, pero también hay mucha intriga, en especial en las partes en las que la Inquisidora Sabbathiel y su equipo investigan los indicios de herejía.
Lo que también hay es una ambientación que es puro Warhammer 40.000: naves espaciales que parecen grandes y solemnes catedrales voladoras, viejos pecios olvidados flotando en el vacío, mundos polvorientos desolados por guerras del pasado que no han dejado nada más que ruinas... Estéticamente tiene el mismo problema que otros cómics basados en la franquicia, ya que intenta representar de forma tan fiel las miniaturas originales que a veces los tanques y las naves parecen un poco de juguete, pero cada una de sus páginas es un contundente chapuzón en el aspecto visual del cuadragésimo primer milenio. Se podría discutir si le sobra algo de color, pero yo soy de los que piensan que a la siniestra oscuridad del lejano futuro no le sienta mal un poco de color.
Me gusta mucho lo que hacen Tazio Bettin y Enrica Angiolini en este tomo. Su dibujo es limpio y legible, con una narrativa convencional que deja paso de vez en cuando a composiciones muy inspiradas que parecen auténticos pin-ups. Destaca la forma en la que representan las tormentas disformes, fantásticamente coloreadas con unos ultraterrenos tonos rosados que perfilan lo que parecen fauces abiertas cubiertas de tentáculos, y también la manera en la que representan gráficamente el devenir de los acontecimientos usando la imagen de engranajes movidos por el destino (un recurso por el que siento cierta fijación desde que leí X de CLAMP). No es nada que no haya visto antes en otros muchos cómics, pero el suyo es un trabajo competente, atractivo y sin fisuras.
En cuanto a la historia, debo decir que tarda un poco en arrancar y tanscurre por senderos bastante convencionales a lo largo de todo este primer arco. La premisa es fantástica y los personajes centrales son muy atractivos, desde luego, pero no puedo decir que los sucesos mostrados en Voluntad de hierro me hayan sorprendido. Esto no es necesariamente negativo, sobre todo teniendo en cuenta que la cosa mejora en los siguientes tomos, pero es cierto que a su arranque le falta algo de pegada. Por suerte, la contundencia que le falta al inicio la consigue en sus últimas páginas, en las que se desvela al fin el Caído al que buscan los Ángeles Oscuros en un delicioso cliffhanger que deja con muchísimas ganas de más.
Tratándose de una historia coral, la mayoría de los personajes que pasan por sus páginas no destacan demasiado. Algunos no pasan de los típicos y tópicos estereotipos que ya hemos visto mil veces, como es el caso del séquito que acompaña a la Inquisidora o de los pocos Guerreros de Hierro que gozan de algo de protagonismo. No obstante, hay dos que destacan por encima del resto. En primer lugar, la propia Inquisidora Astor Sabbathiel, un personaje que tiene cierta trayectoria dentro de la Black Library. No he podido leer ninguno de sus libros, pero resulta evidente que es un personaje que llega a esta historia arrastrando su propio trasfondo. Voluntad de hierro deja bien claro el hecho de que Sabbathiel cree firmemente que está a punto de desvelar una de las mayores herejías que ha visto el Imperio desde los tiempos de la traición de Horus, aunque no explica demasiado los motivos que le han llevado a perseguir la verdad que ocultan los Ángeles Oscuros. La historia también expresa muy bien la dualidad del personaje, que por una parte es una devota del Emperador que desprecia toda forma de herejía y por otra no tiene problemas en recurrir a una criatura del Caos si eso contribuye a sus planes.
También me resulta muy interesante el Capellán Interrogador Altheous, uno de los pocos Ángeles Oscuros que conoce los motivos que les han llevado hasta el Cúmulo de Calaphrax. Cargar con ese conocimiento supone cargar con la vergüenza de su Capítulo, pero Altheous encuentra fuerza y convicción en él. Por mucho que sirvan al Emperador y protejan al Imperio del Caos, el objetivo principal de los Ángeles Oscuros siempre será redimir a los Caídos. Por eso el hecho de estar pisándole los talones a uno de ellos hace que su fe sea aún más inquebrantable. Aún así, lo que los Ángeles Oscuros entienden por redención es algo muy siniestro. Uno de los Caídos no puede morir sin haber hallado antes la redención, pues eso implicaría su condenación eterna. El deber de sus hermanos leales, en concreto de los Capellanes Interrogadores, consiste en obligarle antes a arrepentirse de sus pecados... lo cual implica mucha tortura. Sólo entonces se le puede dar muerte al Caído, que desde entonces se considerará salvado. Muerto tras ser horriblemente torturado, sí, pero limpio de sus pecados y listo para que su nombre pueda añadirse al Libro de la Salvación. ¿No son geniales los Ángeles Oscuros?
Creo que hay un cierto paralelismo entre la Inquisidora Sabbathiel y el Capellán Interrogador Altheous. Ambos persiguen la herejía y ambos lo hacen recurriendo a métodos muy cuestionables. La diferencia está en que Altheous persigue a sus propios hermanos, a los que apresará, torturará y matará si así puede salvar sus almas y expiar una pequeña parte de la culpa de su Capítulo. Lo que no saben ninguno de los dos es que sus obsesiones particulares los hacen vulnerables... y que en la oscuridad acechan seres que se aprovecharán de sus deseos, los retorcerán y los conducirán hacia su propio beneficio. Así son las cosas en el lejano futuro del cuadragésimo primer milenio: los supuestos héroes se enfrentan entre ellos por sus secretos y medias verdades mientras un universo de demonios se relame con ansia y espera el momento de devorar sus almas.
La historia continúa en el siguiente tomo, Warhammer 40.000: Revelaciones, en el que las cosas se complicarán para los Ángeles Oscuros cuando se vean atrapados entre una tropa de Arlequines y una horda de Necrones. Mientras tanto, la Inquisidora Sabbathiel se enfundará una armadura de combate para hacer lo que mejor sabe hacer: purgar herejes.
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