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[Cómic] Reseña de Warhammer 40.000: Caídos, de George Mann y Tazio Bettin

 "Y el León salió de la oscuridad... y vio que había luz. Y esa luz le dijo... sigue adelante y conquista tu miedo, pues nuestros enemigos no son más que el miedo encarnado, y sólo aniquilándolos podremos ser libres."

Warhammer 40.000: Caídos es el tercer tomo de la serie publicada por ECC en 2018. Es la continuación de Warhammer 40.000: Revelaciones y recopila la conclusión del primer gran arco argumental de la colección editada originalmente por Titan Comics (en concreto, los números 9 a 12). Es importante destacar que esta tercera entrega aparece como no disponible en la página web de ECC y no parece probable que vaya a volver a editarse. Por desgracia, para hacerse con el tomo toca buscar alguna librería que lo siga teniendo en stock... o recurrir a la segunda mano y arriesgarse a encontrarlo a un precio abusivo. Recomiendo consultar antes en librerías, pues me consta que en algunas aún es posible comprarlo.

Una vez más, los guiones corren a cargo de George Mann, uno de los autores de la Black Library de Games Workshop. En el apartado gráfico tenemos al equipo formado por el dibujante Tazio Bettin y la colorista Enrica Angiolini, conocidos por otros cómics de Titan. Poco puedo añadir sobre el trabajo de estos autores que no haya comentado ya en las reseñas de los tomos anteriores: para ser un cómic derivado de una franquicia y orientado a los aficionados a Warhammer 40.000, el suyo es un trabajo de gran calidad, accesible y muy disfrutable. Además, hay que agradecer que el equipo se mantuviese durante la duración íntegra de los tres tomos, añadiendo consistencia y unidad al resultado final.

El dibujo que nos encontramos aquí es limpio, legible y con una narrativa clara. Algunas composiciones de página resultan espectaculares y funcionarían como ilustraciones individuales si las sacásemos de su contexto. Por su parte, quizá el color sea un tanto más intenso y saturado de lo que cabría esperar de una historia ambientada en el cuadragésimo primer milenio, pero esto también sirve para apoyar a la narración. En esta explosiva conclusión en la que la batalla se desata y los personajes chocan al fin, los colores también resultan agresivos y violentos cuando deben serlo. Una vez más, brillan las páginas dobles, que además de ser muy vistosas esconden algunos guiños para quien conozca el trasfondo de Warhammer 40.000. Por poner un ejemplo, en una de ellas pueden atisbarse dos figuras tan relevantes como son el Emperador y su hijo traidor Horus, así como algunas de las monstruosidades que acechan en la Disformidad.

En resumidas cuentas, Voluntad de hierro, Revelaciones y Caídos componen una propuesta de gran solidez, una lectura muy entretenida y una estupenda puerta de entrada al universo de Warhammer 40.000. El hecho de que su estética se encuentre a medio camino entre las ilustraciones típicas de la marca de Games Workshop y el habitual cómic de superhéroes que lee la mayoría de la gente ayuda a acercar ambos extremos. Podría ser, por tanto, una buena recomendación para alguien que no conozca nada de este universo, que tenga interés en sumergirse en él y que no desee invertir el tiempo que requiere meterse en las novelas. Son tres tomos, doce números individuales en total, y ofrecen un buen vistazo al Capítulo de los Ángeles Oscuros, al papel de los Inquisidores y a la insidiosa amenaza del Caos. Hay algún detalle que puede resultar confuso para los nuevos lectores (como las veladas menciones al nombre de Luther, que en el tomo de ECC aparece traducido como Lutero... o incluso erróneamente como Luthor, ¡como si fuera el villano de Superman!), pero lo importante es que no hace falta empollarse la wikipedia para disfrutar de estos tebeos.

Entremos ya en detalle sobre el argumento de este tercer tomo, pues hay mucho que comentar sobre los personajes que conocimos en los anteriores. Habíamos dejado a los Ángeles Oscuros persiguiendo a uno de los Caídos, uno de sus hermanos traidores. El Capellán Interrogador Altheous le había revelado la verdad al Marine Espacial Baltus tras las difíciles batallas a las que a duras penas había sobrevivido. Mientras tanto, la Inquisidora Astor Sabbathiel, obcecada en su cruzada personal para descubrir la herejía oculta en el seno de los Ángeles Oscuros, había conseguido pruebas materiales de la conexión del Caído con un grupo de cultistas del Caos. El enfrentamieto entre la Inquisidora y los Ángeles Oscuros es ya inevitable, pero Sabbathiel ignora que está siendo manipulada sutilmente desde las sombras: el Caído tiene sus propios planes, desde luego, pero hay alguien más detrás de todos los eventos ocurridos en el Cúmulo de Calaphrax y ese misterioso titiritero que mueve los hilos en secreto está a punto de conseguir lo que más desea. En esa tesitura, los Caballeros Grises acuden a la llamada de la Inquisidora, que pretende lanzarlos contra los Ángeles Oscuros. 

En efecto, la principal novedad de esta entrega es la aparición de los Caballeros Grises, un Capítulo de Marines Espaciales que forma parte del brazo armado de la Inquisición y que se especializa en la caza de demonios y herejes. Pero los que aparecen aquí no son unos Caballeros Grises cualquiera, no, sino que son Exterminadores, guerreros de élite dotados de poderes psíquicos y equipados con las armaduras más poderosas de las que dispone el Imperio. Se trata de unos personajes impresionantes, incluso en comparación con otros Marines Espaciales. Sus características armaduras grises están ricamente ornamentadas con todo tipo de lemas y símbolos religiosos, entre los que destaca la insignia del Capítulo: una espada atravesando un libro. También portan las temibles Armas Némesis, que están entre las más potentes de todo el arsenal imperial. En otras palabras, y por si no ha quedado bastante claro, la aparición de los Caballeros Grises indica que las cosas se han puesto mortalmente serias.

Sin embargo, por mucho que la Inquisidora Sabbathiel esté deseando desencadenar todo el poder de los Caballeros Grises sobre los Ángeles Oscuros, no es tan fácil provocar una guerra entre dos facciones leales al Imperio. Algo que llama la atención leyendo las interacciones entre Sabbathiel y los Caballeros Grises liderados por el Justicar Leofric es que, pese a formar parte de la misma organización, la Inquisición, la distancia entre ellos es casi palpable. Quizá sea porque los Caballeros Grises son Marines Espaciales y todo Marine Especial siempre acaba colocándose por encima de los simples humanos y tratándolos con condescendencia, aunque lo haga de forma inconsciente. O puede que sea porque la obsesión de Sabbathiel con los Ángeles Oscuros levanta de inmediato las sospechas de los Caballeros Grises, ya que la suya es una acusación tan grave que podría poner patas arriba todo el Imperio. En cualquier caso, resulta curioso que incluso los personajes que forman parte del mismo bando, de la misma organización y del mismo credo tengan tantos problemas para confiar los unos en los otros. La confianza no es algo que abunde en la siniestra oscuridad del lejano futuro, eso está claro.

En cambio, quienes cierran filas al verse amenazados por todos los frentes son los Ángeles Oscuros. Mientras el grueso principal de las tropas enviadas al Cúmulo de Calaphrax se enfrenta una vez más contra los Marines del Caos de los Guerreros de Hierro, el Capellán Interrogador Altheous y el Marine Espacial Baltus reciben sus propias misiones, que serán clave en el devenir de la historia. Altheous deberá luchar cara a cara con el Caído, que ha orquestado la batalla de tal manera que cualquier resultado supondrá una victoria para él. Finalmente, Baltus deberá adentrarse en la nave de la Inquisidora Sabbathiel para averiguar cuál es el origen de su animadversión hacia el Capítulo. Como habíamos comentado al hablar sobre los tomos anteriores, Sabbathiel esconde en su nave a un huésped demoníaco, un demonio del Caos encadenado a un cuerpo físico. Sobra decir que el recurrir a semajantes recursos heréticos no es nada propio de un Inquisidor y que, si eso saliese a la luz, tendría importantes consecuencias para Sabbathiel.

No voy a comentar más sobre la historia para no desvelar su conclusión, pero sí quiero incidir en el estupendo sentido del ritmo que tiene este tercer tomo como clímax de lo presentado en los dos anteriores. Los autores dejan claro que las apuestas están muy altas y que los sucesos aquí narrados van a ser definitivos para todos los personajes. Algunos perderán la vida y desaparecerán, pero a otros les aguarda un destino mucho más incierto y mucho más siniestro. ¿Lograrán los Ángeles Oscuros redimir al Caído? ¿Logrará el Caído arrastrar a sus hermanos a la oscuridad? ¿Cumplirá su objetivo la Inquisidora Sabbathiel y se desvelará el cisma secreto de los Ángeles Oscuros? ¿O se descubrirá lo que esconde en su nave y todo saltará por los aires? Todas las tramas confluyen en este punto y todas las preguntas encuentran respuesta en una resolución fantástica que combina una batalla espectacular con un enfrentamiento dialéctico entre dos personajes clave.

Personalmente, he encontrado muy interesantes las reacciones de cada uno de los participantes en el conflicto llegado el momento de la verdad. Hay quien se deja vencer por el miedo y sucumbe a la desesperación y hay quien encuentra reconfortante el hecho de no haber flaqueado en su fe, encontrando la paz y la serenidad en lo peor de la lucha. Si esta es una historia sobre la búsqueda de redención, creo que deja bastante claro que la redención no es algo que pueda ofrecerse, pues no proviene del exterior sino del interior de cada uno. Por tanto, sólo pueden hallar la redención aquellos que la buscan en sí mismos.

Eso me lleva al siguiente punto que quiero comentar: el personaje del Caído, que tras haber actuado con engaños y subterfugios en los tomos anteriores al fin se muestra abiertamente. Algo que encuentro fascinante de los Ángeles Oscuros es que ambos bandos de su cisma interno conservan la suficiente ambigüedad como para despertar dudas: ni los que permanecieron leales eran en verdad tan leales como parece ni los traidores eran en verdad tan traidores. Es más, hay al menos una novela de La Herejía de Horus (Los Ángeles Caídos de Mike Lee) en la que se plantea la posibilidad de que los Caídos fuesen en realidad los leales y los demás los auténticos traidores. Pues bien, el Caído de esta historia conserva esa ambigüedad al principio, pero esa situación no dura mucho. En cuanto decide mostrarse abiertamente comienza a actuar como un loco sanguinario. Llegados a ese punto, no resulta muy distinto de los Guerreros de Hierro por mucho que su angelical aspecto recuerde al del León, el legendario Lion El'Jonson, Primarca de los Ángeles Oscuros. Digamos que resulta un poco complicado empatizar con su búsqueda personal de redención cuando se le muestra rodeado de cadáveres y deleitándose con la matanza como un vulgar psicópata.

Esta es la principal crítica que le haría a la resolución de esta historia, que por todo lo demás me parece fenomenal. Si el personaje del Caído hubiese resultado un poco más convincente, si se hubiese mantenido esa ambigüedad moral en lugar de mostrarlo al final como un claro villano... es posible que las preguntas que se plantean acerca de la posibilidad de redención hubiesen calado más hondo y el cómic hubiese sido más memorable, más trascendente incluso.

Pero al fin y al cabo esta no es la historia del Caído. Diría que ni siquiera es una historia de los Ángeles Caídos, por mucho que estén presentes en sus páginas. Por encima de todo, esta es la historia de la Inquisidora Sabbathiel, mi personaje favorito durante la lectura de estos tres tomos y el que está tratado con más mimo por parte del guionista. La historia de Sabbathiel alcanza su clímax en este tercer volumen, pero eso no quiere decir que se acabe. Es más, diría que lo más interesante de Sabbathiel se encuentra justo a continuación de lo que ocurre en Warhammer 40.000: Caídos. Pero ay, eso es algo que ya no podremos ver en formato cómic.

Titan publicó algunos números más, recogidos en el cuarto y último tomo editado por ECC, pero el personaje ya no aparece en ellos. Para saber más sobre la historia de Sabbathiel hay que irse a las novelas de la Black Library. Sé que ya había aparecido previamente en alguna de las antologías de Inferno!, pero su primera novela como tal se lanzó en 2022 y se tituló Warhammer 40.000: Awakenings. Escrita por George Mann, el mismo guionista del cómic, su argumento se sitúa justo a continuación de lo narrado aquí. Esta novela aún no tiene edición en castellano, pero la edición en inglés es fácil de conseguir. Creo que le echaré un ojo en cuanto pueda, porque si algo me ha dejado la lectura de este tomo son unas ganas tremendas de saber qué va a pasar ahora con la Inquisidora.

Que el final abierto de la trama de Sabbathiel no nos conduzca a engaño: la conclusión de esta historia es contundente y definitiva. Es más, diría que hasta esconde una pequeña moraleja; la única moraleja que se puede esperar de una historia ambientada en el cuadragésimo primer milenio: al final lo único que queda es la guerra, una guerra cruel, sin sentido y eterna... y que sólo beneficia al Caos que se alimenta de ella. Nadie dijo que el universo de Warhammer 40.000 fuese bonito.

Aunque nos tengamos que despedir de la Inquisidora Sabbathiel, del Capellán Interrogador Altheous y de los demás personajes sobre los que hemos estado hablando en las últimas reseñas, aún no ha llegado el momento de despedirse del Cúmulo de Calaphrax. La historia prosigue en el cuarto y último tomo lanzado por ECC, Warhammer 40.000: Los guardianes de la muerte, en el que se presentaba un nuevo reparto y en el que se abría el segundo gran arco argumental de la serie de Titan Comics. Dicho arco quedó inconcluso cuando los derechos de publicación de Warhammer 40.000 pasaron a Marvel, pero aún así merece la pena echarle un vistazo. En la periferia del Cúmulo de Calaphrax, una escuadra de Marines Espaciales de los Vigías de la Muerte se enfrenta a una horda de Orkos sin esperanza alguna de sobrevivir...

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