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[Cómic] Reseña de La Patrulla X: Las Guerras Asgardianas, de Chris Claremont, Paul Smith y Arthur Adams

Panini recopila en un tomo de su línea Marvel Gold una de las sagas mutantes más recordadas de la década de los años 80: "Las Guerras Asgardianas". Bajo la batuta de Chris Claremont, los dibujantes Paul Smith y Arthur Adams llevan a los mutantes más famosos de Marvel a visitar el fascinante reino de Asgard y a enfrentarse a Loki, el dios nórdico de las mentiras.


El principio de esta saga nació originalmente como un proyecto que reuniría de nuevo al "dream team" de la Patrulla X (el guionista Chris Claremont y el dibujante John Byrne, artífices de una de sus mejores etapas) y supondría un cruce entre los Hombres-X y Alpha Flight, el grupo de superhéroes canadienses creados por Byrne. Este cruce se narraría en dos especiales, sumando un total de 96 páginas. Sin embargo, diversas razones llevaron a Byrne a desvincularse del proyecto cuando el argumento de éste ya estaba esbozado. Se recurrió entonces a otro antiguo y exitoso dibujante de la serie regular de la Patrulla X: Paul Smith. Pero en un primer momento, ocupado como estaba en otros proyectos, se negó a dibujar el proyecto. Cambiaría de opinión poco después, tras enamorarse de una moto expuesta en una tienda. Smith era un apasionado de las motos y no tardó mucho en razonar que lo que Marvel le pagaría por dibujar 96 páginas equivalía precisamente a lo que costaba dicha moto. De esta forma, y gracias a la moto antes mencionada, Claremont y Smith acabarían uniendo fuerzas para contarnos una historia titulada "El Don".

El argumento nos lleva a Canadá, donde Scott Summers (más conocido como el Hombre-X Cíclope) y su esposa, Madelyne Pryor, pilotan un avión que traslada a un grupo de investigadores. Algo inesperado sucede con dicho avión y Rachel (alias Fénix, la hija de Cíclope venida desde un futuro alternativo) siente telepáticamente a Scott en peligro. Sospechando por su historia de conflictos previos con la Patrulla X que Alpha Flight, el grupo de héroes canadienses, se encuentra implicado, Fénix viaja hasta Canadá para encontrarse con ellos. Tras una breve trifulca, queda claro que Alpha Flight no sabe nada al respecto y ambos grupos deciden investigar conjuntamente. Su hallazgo resultará sorprendente: el grupo de investigadores y Madelyne han sido transformados por arte de magia en seres con poderes inmensos y piensan compartir su recién recibido don con el resto del mundo. Desconocen, por supuesto, que dicho don es un regalo de Loki, el taimado dios nórdico, y que no está exento de consecuencias.


Acompañado por el sencillo y estilizado trazo de Paul Smith, Claremont va tejiendo una trama que crece en interés a medida que avanzamos en ella y en la que destaca la soberbia caracterización de los personajes de ambos grupos. Dicha caracterización es tan magnífica que no es necesario conocer la historia previa de los personajes para sentirlos cercanos, sólidos, creíbles; en una palabra: humanos.

Evitando el clásico enfrentamiento entre grupos a causa de un malentendido (exceptuando la trifulca de las primeras páginas, claro está), Claremont desarrolla un conflicto con unas implicaciones éticas muy interesantes que obliga a los personajes de ambos grupos a alinearse en dos facciones: una de esas facciones considera que las consecuencias que produce el don recibido son muy inferiores a los beneficios y está dispuesta a aceptarlas, la otra en cambio cree que dicho don no merece semejante sacrificio. El enfrentamiento está servido. Obviamente, una vez descubierta la implicación de Loki, ambas facciones volverán a unirse para enfrentarse a la verdadera amenaza como era de esperar. En un giro argumental interesantísimo, Claremont nos descubre que Loki es capaz de hacer más daño cuando intenta llevar a cabo una buena acción que cuando actúa de acuerdo con su malvada naturaleza.

Los mejores momentos del cómic los protagoniza un Lobezno plasmado brillantemente (a un nivel que pocos guionistas, salvo el propio Claremont, han llegado) que muestra tanto su faceta más salvaje como su lado más leal y bondadoso. También brilla con luz propia Rachel, personaje desplazado en el tiempo que vive en un mundo que no es el suyo y se debate en su conflicto interior por el amor de un padre para quien ella no es más que una extraña. De igual forma, Claremont juega con las consecuencias que el misterioso don produce en sus personajes (Cíclope y Pícara, antaño siempre atormentados por sus poderes mutantes, pasan a poder controlarlos a voluntad, Puck deja de ser un enano y adquiere una estatura normal, las dos personalidades diferentes de Aurora se integran de nuevo...). Todos estos momentos constituyen, en definitiva, una historia sobresaliente.


Dado que "El Don" acaba con Loki jurando venganza hacia los mutantes, Claremont decidió aprovechar los anuales de ese mismo año (hablamos de 1985) para continuar el argumento iniciado y dejar que el dios nórdico cumpliese su amenaza. En esta ocasión, sustituiría el escenario, ya que la acción no transcurriría en Canadá, sino en la mítica Asgard. El protagonista recaería una vez más en la Patrulla X, esta vez acompañada por sus jóvenes pupilos: los Nuevos Mutantes. El trazo limpio y sencillo de Paul Smith dejaría paso al ultradetallista trabajo de un fantástico Arthur Adams, que firma uno de sus mejores trabajos. Es evidente que Adams disfrutó muchísimo realizando este trabajo. Prueba de ello es que el anual de este año de los Nuevos Mutantes (que abre el segundo capítulo de "Las Guerras Asgardianas") comenzó a crecer tanto en extensión que finalmente dejó de ser un anual y se convirtió en un número especial de 64 páginas.

Para cumplir su venganza, Loki secuestra a los pupilos de Xavier y a Tormenta, que por aquel entonces había perdido sus poderes mutantes de control climático. Enfrentados a la Encantadora, hechicera aliada de Loki, los Nuevos Mutantes acaban dispersándose por todo el reino de Asgard y afrontando situaciones que supondrían más de un cambio permanente para ellos (por ejemplo, Espejismo se convertiría en una valkiria capaz de sentir la cercanía de la muerte). Mientras, Loki, fascinado por la bella Tormenta, urde un plan para convertirla en la nueva Diosa del Trueno en sustitución de su hermanastro, Thor (ocupado en un viaje hacia el reino de los muertos de la diosa Hela en su propia serie regular). Como era de esperar, la Patrulla X tendrá que acudir al rescate.

Una vez más, la caracterización de personajes es brillante, encontrándonos con unos Nuevos Mutantes en su mejor momento (a años luz de la encarnación actual del grupo). De nuevo contemplamos la misma situación anteriormente mencionada: no es necesario conocer a fondo a los personajes para sentir una inmediata empatía hacia ellos (lo cual es una buena noticia para los lectores no iniciados que sientan interés por esta historia). Esta segunda parte de "Las Guerras Asgardianas" se encuentra repleta de momentos memorables y, cual eficiente mecanismo de relojería, todos sus engranajes encajan perfectamente en el conjunto. Su adecuada combinación de acción y drama, aderezada con un par de momentos de humor, aseguran una lectura absolutamente absorbente. Si bien Claremont y Adams no nos muestran a Thor en ningún momento, si nos muestran a los habituales de la serie del Dios del Trueno, como a la Encantadora, a Hela e incluso a los Tres Guerreros, además de algunos de los entornos más interesantes del reino de Asgard. Sin duda ambos autores realizan un trabajo fabuloso.


En conclusión, en "Las Guerras Asgardianas" encontramos algunos de los elementos típicos del trabajo de Claremont (elementos que son, por otra parte, los que hicieron grande a la Patrulla X). Los personajes son sólidos, el argumento avanza con total naturalidad gracias a la fluidez narrativa y los diálogos son geniales. A esto se suma el elegante dibujo de Smith en la primera parte y el extraordinario y preciosista trabajo de Adams en la segunda, así como el atractivo de la propia Asgard, un marco incomparable para desarrollar esta historia. El tomo de Panini que recopila "Las Guerras Asgardianas" cuenta además con una edición excelente. Si bien puede resultar algo caro (19,95 €), es indudable que el gasto está más que justificado ante la calidad de la edición y del material que se incluye. Se trata de una de las mejores sagas mutantes, un cómic de la vieja escuela que atesora una valía incalculable y toda una obra maestra que todo aficionado al cómic en general y a los superhéroes en particular debería tener en su estantería.

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