A finales de la década de los 60 se estrenó una serie de televisión británica llamada "El Prisionero". Dicha serie, protagonizada por Patrick McGoohan, se convirtió en una serie de culto con el paso de los años. "El prisionero" narraba la historia de Número 6 (interpretado por el propio McGoohan), un hombre de pasado misterioso que era secuestrado y recluido en un extraño e idílico pueblecito llamado La Villa, donde todos los habitantes responden a un número en lugar de un nombre. Tras la aparente tranquilidad de La Villa, dirigida por el enigmático Número 2, se escondían inquietantes secretos, siendo el primero de ellos quién estaba detrás de su existencia y el motivo por el que se retenía a sus habitantes. Mientras que la mayoría de residentes de La Villa aceptaban su cautiverio, Número 6 buscaba siempre la manera de escapar.
La serie resultó tan innovadora como polémica, pues fue una de las primeras series que apostó por al ambiguedad y el misterio para tener en vilo al espectador. Narrada desde el punto de vista subjetivo de Número 6 (quien no sabía por qué había sido recluido en La Villa), la serie nunca llegó a revelar todos sus secretos. En ocasiones su narrativa recurría a escenas oníricas y surrealistas, mostrando las manipulaciones a las que era sometido Número 6. Aunque podría considerarse una serie de misterio e intriga, "El Prisionero" se adentró en terrenos más propios de la ciencia ficción, tratando temas como el control mental, el robo de identidad y la manipulación de la consciencia.
En 2009 se realizó una revisión del concepto de la serie original en forma de miniserie de seis episodios. No sería apropiado hablar de remake, pues en realidad no es un remake como tal, sino más bien una reconstrucción y ampliación del punto de partida de la serie de los 60 adaptándolo a la época actual. No obstante, esta miniserie conservó muchos elementos de su predecesora, como puede ser la peculiar estética de La Villa, su predilección por la ambiguedad y las escenas oníricas o el hecho de que sus misterios no llegan a ser revelados en su totalidad. La miniserie de "El Prisionero" contó con Jim Caviezel como Número 6 y con el siempre fantástico Ian McKellen como Número 2. Dicha miniserie ha sido emitida recientemente en nuestro país a través de Canal+.
Tras estos datos introductorios vamos a centrarnos en la miniserie de "El Prisionero". Ésta comienza cuando nuestro protagonista, cuyo nombre y cuyo pasado nos son completamente desconocidos, despierta en mitad de un vasto entorno desértico. No tarda mucho en cruzarse con un maltrecho anciano llamado Número 93 que trata de escapar de unos perseguidores desconocidos. Tras la muerte del anciano, nuestro protagonista comenzará a investigar para comprender qué es lo que está sucediendo y llegará a un pueblecito de aspecto idílico y un tanto retro llamado La Villa. Allí conocerá a Número 2, el responsable de La Villa, y se le adjudicará un número: el 6. Sorprendido por la actitud de los habitantes de La Villa, que no parecen preocupados por su situación ni por las manipulaciones a las que son sometidos allí, Número 6 tratará de seguir el ejemplo de Número 93 y escapar de allí sin conseguirlo. Una vez aceptada su condición de prisionero pero con la idea de escapar aún en mente, Número 6 se propondrá entonces tratar de averiguar qué se esconde tras La Villa y su dirigente.
Mientras todo esto sucede, se nos va narrando una segunda línea argumental en lo que en un principio parece una serie de flashbacks sobre la situación que llevó a Número 6 hasta La Villa. Nótese que he dicho que en un principio parece una serie de flashbacks, pues a medida que la miniserie avanza hacia su resolución esta segunda línea argumental comienza a entrelazarse de forma sorprendente e inesperada con los sucesos que transcurren en La Villa, revelando nuevas preguntas cuyas respuestas aportan una nueva interpretación sobre el gran misterio de la existencia de La Villa. Esta segunda línea argumental nos presenta a Michael, un trabajador de una importante empresa que ha decidido renunciar tras descubrir ciertos secretos turbios, y a Lucy, una chica de motivaciones desconocidas con la que comparte una noche apasionada cuyas consecuencias se irán desvelando poco a poco.
Tras el intrigante planteamiento inicial, las pistas que se van desvelando progresivamente en ambas líneas argumentales comienzan a entrelazarse y entonces todo adquiere una nueva dimensión mucho más siniestra y compleja de lo que parecía en un principio. Finalmente, la conclusión de la miniserie resultan tan inquietante como sugerente, cerrando de forma magistral estos seis capítulos y comenzando un nuevo capítulo cuyo desarrollo queda a la imaginación del espectador.
"El Prisionero" es, en cierto sentido, un duelo a varios niveles. Es un duelo entre Número 6 y Número 2 en la ficción, pero también es un duelo interpretativo entre los dos actores protagonistas. He de decir que, aunque Jim Caviezel cumple con creces su papel, se ve completamente eclipsado por ese auténtico monstruo de la interpretación que es Ian McKellen. El veterano actor da vida al enigmático y en ocasiones contradictorio Número 2, el dirigente de ese extraño y surrealista pueblo situado en mitad de la nada. Número 2 es el gran manipulador que controla los destinos de los habitantes de La Villa, pero incluso él no es más que otra marioneta en manos de la verdadera mano en la sombra que orquesta todo lo que allí sucede (de ahí que él no sea el Número 1, sino el Número 2). Uno de los temas mejor llevados y más interesantes de la miniserie es el que plantea el precio que ha tenido que pagar Número 2 para asegurar el bien de La Villa; para asegurar el bien común.
Número 2 también proporciona algunas de las mejores reflexiones de la miniserie. Ésta no sólo plantea una serie de misterios, sino que también invita a reflexionar sobre diferentes temas que van desde la filosofía más abstracta hasta la ciencia más objetiva, pasando por el debate acerca de la sociedad. Usando la ciencia ficción como trampolín, "El Prisionero" plantea preguntas tremendamente interesantes acerca de los diferentes planos en los que funciona nuestra mente, la forma en la que interpretamos subjetivamente aquello que no son más que reacciones químicas en nuestro cerebro (por ejemplo, cuando nos enamoramos), el delicado equilibrio en el que se basa la convivencia social, lo predispuestos que estamos a aceptar una mentira cuando queremos creer en ella, etc. Más que una serie sobre un pueblo misterioso y un hombre que trata de escapar de él, "El Prisionero" es un exquisito estudio sobre la naturaleza humana.
La estética de la miniserie respeta la esencia de la de su predecesora, aunque opta más por una fotografía basada en amplios parajes desérticos desprovistos de vida (lo cual tiene incluso una motivación profunda una vez conocidas todas las pistas sobre la naturaleza de La Villa). Tanto los vehículos como las casas tienen un cierto aire retro, como si estuviesen un par de décadas desfasados respecto al presente. Lo mismo sucede con el vestuario de sus habitantes, que por lo general presentan un aspecto impecable (casi todos, especialmente Número 2, visten trajes de un blanco impoluto), lo cual contrasta con el aspecto algo desaliñado y las ropas oscuras y desgastadas de Número 6. En este aspecto la miniserie está muy conseguida.
Al igual que respeta la estética de su predecesora también respecta su predilección por la ambiguedad, las secuencias oníricas y las escenas alucinatorias. Dado que la miniserie está narrada desde el punto de vista de Número 6, en la mayoría de escenas el espectador se enfrenta al mismo desconcierto al que se enfrenta el personaje. No obstante, a medida que avanza la trama se nos van mostrando muchos más detalles, ampliando nuestro foco desde Número 6 hasta un núcleo de personajes clave de La Villa. Todos ellos son piezas de un gran puzle cuya verdadera complejidad no se revela hasta el final.
En conclusión, "El Prisionero" es una miniserie que recicla a la perfección un concepto clásico y lo amplía, llevándolo hacia nuevos horizontes. Su argumento está magistralmente hilado y asegura el interés del espectador hasta el final, llevándole progresivamente a través de dos líneas argumentales entrelazadas hacia una conclusión francamente sorprendente. Por otro lado, tanto su estética como la calidad del trabajo de los actores aseguran que resulte lo suficientemente atractiva a los espectadores que no estén acostumbrados a este tipo de producciones que apuestan más por la ambiguedad y la reflexión que por la acción. Finalmente, al estar compuesta sólo por seis capítulos, su visionado no conlleva demasiado tiempo. Merece mucho la pena darle una oportunidad y, tras completarla, dedicar un rato a rumiar las ideas que presenta, mucho más profundas de lo habitual en las series de ficción actuales.
Me quedo con el nombre de la serie, a ver si puedo conseguir verla, porque por lo que cuentas tiene buena pinta.
ResponderEliminarPor cierto, aunque no pude despedir al Lagarto Hipotético mediante un comentario por falta de tiempo, e igualmente recibir a Mundos Hipotéticos, he estado visitándo el blog casi desde el principio.
Ni que decir tiene que sigue habiendo gran calidad.
Muchas gracias, HVN. Aprecio mucho tus comentarios y me alegro de veras de que te guste el nuevo blog :)
ResponderEliminarEn cuanto a la serie, es cortita, intensa y muy interesante. Muy recomendable.
todavía no eh visto esta serie.
ResponderEliminarHaber si pronto la chekeo.
Gracias okubo por tus recomendaciones.
Saludos