Estos días he estado releyendo la etapa de Grant Morrison como guionista de X-Men. La serie fue rebautizada "New X-Men" durante esta etapa, que abarca del New X-Men 114 (julio de 2001) al New X-Men 154 (mayo de 2004) e incluye el anual de 2001 (toda la etapa fue posteriormente recopilada en varios tomos de la línea "Best of Marvel Essentials" de Panini). Reconozco que los tres años que los mutantes estuvieron a cargo del guionista escocés supusieron para mí, como aficionado a los cómics en general y a los cómics mutantes en particular, una auténtica tortura en el momento de su publicación. La razón de esto es bien sencilla: me crié con los X-Men de la clásica etapa del tándem Claremont-Byrne y siempre he preferido que las historias de estos personajes albergasen cierto regusto clásico y no se apartasen excesivamente de su convencionalismo. Las historias de Morrison pueden ser muchas cosas: originales, hiperbólicas, polémicas, transgresoras... pero desde luego nunca son convencionales. Curiosamente, el tiempo me ha hecho ver a los New X-Men de Morrison con otros ojos, cambiando radicalmente mi opinión sobre ellos y llegando a considerar la etapa del escocés loco como una de las mejores de la historia de los mutantes.
No quiero escribir para tontos. Creo que la gente es inteligente. Lo que ha ocurrido en los últimos diez años es que hemos olvidado que los lectores son bastante inteligentes - Grant Morrison.
Los mutantes pasaban por una de sus peores etapas al acabar la década de los 90. El desarrollo de personajes había sido nulo durante los años anteriores, en los cuales la única preocupación de los guionistas había sido preparar el crossover de turno cada pocos meses. Aunque la llegada de Alan Davis supuso un ligero soplo de aire fresco con historias como "La Guerra de Magneto" y "Los Doce", la serie volvió a precipitarse al abismo cuando el cacareado regreso de Chris Claremont a los personajes a los que había elevado a la cima años atrás resultó ser un fiasco de proporciones épicas. La franquicia estaba tan desgastada y deslustrada que parecía insalvable. La editorial le otorgó entonces a Grant Morrison, guionista escocés que ya había demostrado su talento y su capacidad para provocar en series como "Animal Man", "Doom Patrol" y "Arkham Asylum", la libertad necesaria para que hiciese lo que creyese conveniente con los mutantes.
La principal aportación de Morrison fue un nuevo y radical enfoque para la franquicia. Se acabó el eterno lema de "temidos y odiados por un mundo que han jurado proteger". La humanidad estaba condenada a la extinción y los mutantes, como nuevo peldaño de la escalera evolutiva, estaban destinados a heredar el planeta. El número de mutantes había crecido tanto que ya no podían ni querían ocultarse. Las mutaciones ya no eran una maldición, sino un don maravilloso que debía usarse sin miedo ni vergüenza. La Escuela de Xavier honraría su nombre como no lo había hecho en décadas y acogería a una numerosa nueva generación de mutantes cuyas ideas distaban mucho del credo superheróico y la perpetua santurronería de las generaciones pasadas.
Y, junto a ese nuevo enfoque, Morrison trajo una forma de narrativa muy distinta a la que se había convertido en habitual en años anteriores. Se acabaron las historias interminables y los crossovers anuales. New X-Men sería una serie autocontenida, dividida en varios arcos argumentales profundamente interrelacionados entre sí, pero en los cuales se trataría al lector como una entidad activa e inteligente capaz de aunar las pistas que se iban depositando a lo largo de su desarrollo para comprender de forma global las historias. Más que narrar historias en las que todo tuviese que quedar perfectamente explicado para evitar la posibilidad de que algún lector no comprendiese los cabos sueltos, Morrison escribiría historias sugerentes, en las que la capacidad del lector para extraer conclusiones sería fundamental.
Esto, evidentemente, supuso un gran problema para los lectores pasivos acostumbrados a recibir explicaciones concienzudas sobre lo que acontecía en cada página. No me cabe ningunda duda de que éstos fueron la principal fuente de críticas hacia esta polémica etapa de la franquicia, pues no me avergüenza admitir que el primero que no entendió bien esos cómics en su momento - y por eso mismo los criticó duramente - fui yo.
X-Men es un culebrón de televisión que trata sobre cómo interactuán los personajes, con algunos villanos, algunas peleas y algo de drama. El tebeo normal de superhéroes se aparta para que podamos ver qué ocurre entre Scott y Jean, que para mí es más interesante - Grant Morrison.
El tratamiento de personajes por parte del escocés loco durante sus New X-Men rozaba el exceso, aunque esto, en lugar de producir rechazo, proporciona una visión más humana y tridimensional de unos personajes que en tiempos anteriores se habían visto reducidos a la simplicidad más absoluta. Los personajes de Morrison se alejan de la perfección del héroe clásico y se convierten en seres con necesidades de lo más mundado. En uno de sus primeros números, el guionista muestra a Jean Grey (Fénix) comiéndose una bolsa de patatas mientras usa su telepatía, un detalle sencillo que devuelve su humanidad al personaje sin necesidad de grandes dramas ni artificios. Por otro lado, Morrison se atreve a desarrollar a Scott Summers (Cíclope) como nadie antes se había atrevido, haciendo que se sienta insatisfecho con su matrimonio con Jean y acabe arrojándose a los brazos de la femme fatale de los New X-Men: Emma Frost (Reina Blanca). El hasta entonces anodino Cíclope asume no sólo sus necesidades emocionales, sino también sus necesidades sexuales, iniciando una suerte de affair telepático con Emma que tendrá severas repercusiones sobre su relación con Jean.
La Reina Blanca es el principal hallazgo del guionista, que evidentemente disfruta escribiendo los ácidos diálogos del personaje. De hecho, algunas de las mejores líneas de toda la etapa pertenecen a Emma. Elitista y provocadora por naturaleza, la Reina Blanca se convirtió desde ese momento en un personaje clave de la franquicia que pocos guionistas posteriores han sabido tratar con el acierto de Morrison. Pero Emma no es el único personaje polémico, pues el guionista introduce otros igualmente extraños y en apariencia incompatibles con los X-Men tradicionales, como el sanador Xorn, un mutante de origen chino con un agujero negro por cerebro (y que alberga una de las principales sorpresas de esta etapa) y el aventurero Fantomex (una mezcla entre dos personajes europeos, Fantomas y Diabolik, en parte ladrón y en parte pistolero).
Morrison también crea toda una nueva serie de adolescentes mutantes que se convierten en los estudiantes de Xavier. Lejos de asemejarse a antiguas generaciones de estudiantes (como los Nuevos Mutantes), la nueva generación es hija de su tiempo. Para ellos el conflicto humano-mutante es lo de menos y su principal preocupación, como la de cualquier adolescente del mundo real, es el sexo (en ese sentido, es impagable la relación entre dos de ellos, probablemente los más marginados por su aspecto y poderes: Pico y Ángel). Temas como las drogas de diseño, la aceptación por parte del grupo y las dudas acerca de la propia identidad están presentes en todas las escenas protagonizadas por esta nueva y transgresora generación de mutantes, que a pesar de sus excesos resulta mucho más creíble y cercana al mundo real de lo que pueda parecer en un primer momento.
No obstante, Morrison no olvida a los villanos, aunque opta por dejar de lado a los habituales (salvo a uno de ellos, que se reserva para el final) y crear otros nuevos, como la inquietante Cassandra Nova (auténtica antítesis genética del Profesor Xavier) y los Hombres-U (un grupo de humanos fanáticos que pretenden convertirse en una "tercera especie" matando mutantes para injertar sus tejidos en sus propios cuerpos). Ya en su mero planteamiento, los villanos de Morrison resultan algo innovador, controvertido y excesivo. Es la marca personal del guionista.
Todos los personajes sufren una reconstrucción radical en manos del escocés loco. La Bestia sufre un importante cambio que va mucho más allá de su apariencia, mientras que el pasado secreto de Lobezno vuelve a estar una vez más en el punto de mira gracias a la información que proporciona Fantomex sobre el Proyecto Arma Plus (según la cual el proyecto Arma X - siendo la X el número romano y no la letra - que generó a Lobezno no era más que el décimo intento de crear supersoldados mutantes y existiendo creaciones posteriores como Arma XII, Arma XIII e incluso Arma XV). No obstante, Jean Grey es sin duda el personaje que sufre una evolución más radical, gracias al regreso de la Fuerza Fénix, que en manos de Morrison se convierte en algo mucho más complejo que un pájaro de fuego destructor de mundos.
En esta etapa no escasean los golpes de efecto y los cliffhangers, aunque su fuerza individual queda en segundo plano ante el poderío de su visión en conjunto. En efecto, Morrison no sólo proporciona un nuevo enfoque y un nuevo tratamiento de personajes, sino también una estructura narrativa perfectamente planificada. Morrison sabe lo que quiere contar y en cuántos números quiere contarlo. No improvisa ni alarga excesivamente. No lo necesita.
La aparición de Cassandra Nova, los Centinelas salvajes, la destrucción de Genosha, la muerte de Magneto, los ataques de los Hombres-U, la droga Coz, la revuelta en la Escuela de Xavier, el Proyecto Arma Plus, el regreso de la Fuerza Fénix... todo está profundamente interrelacionado. El conjunto es mucho mayor que la suma de sus partes, creando una perfecta gestalt que no puede ser juzgada por sus componentes individuales. Hasta el último arco argumental, el excelente "Bienvenidos al Mañana", el puzle no se completa. Irónicamente, la conclusión de la etapa no sólo es la más espectacular a nivel visual, sino también la más compleja a nivel conceptual (y, por tanto, la menos entendida y más criticada).
Ciertamente, el trabajo del guionista se ve lastrado en ocasiones por un apartado gráfico que no está a la altura. Si bien arcos argumentales como "E de Extinción" y "Revuelta en la Escuela de Xavier", dibujados por Frank Quitely (alguien que nació para colaborar con Morrison), o "Bienvenidos al Mañana", dibujado por Marc Silvestri (quien ya dibujó una de las clásicas etapas de los X-Men años atrás) son impecables, otros como "Imperial" y "Arma XIII", dibujados por un horrendo Igor Kordey, pierden muchos enteros pese a su calidad general. Lo mismo se podría decir de "Asalto a Arma Plus", dibujado por Chris Bachalo, aunque eso va más por gustos (en mi caso no soporto su estilo de dibujo). En cuanto a otros dibujantes de esta etapa, como Ethan Van Sciver o Phil Jimenez, pese a que su trabajo está a un buen nivel se queda corto en comparación con la calidad de sus trabajos posteriores.
Pese a estos pequeños baches, la etapa de Morrison rezuma originalidad y frescura. Sin embargo, pese a ser provocadora y transgresora, no deja de tener cierto regusto clásico. "Viejos conceptos bajo un nuevo enfoque" podría ser la mejor forma de definir esta etapa, que establece cierto paralelismo con la clásica etapa de Claremont-Byrne (para muchos la mejor de toda la historia de los mutantes). Morrison innova como nunca nadie se había atrevido a innovar en la franquicia X-Men, siendo fiel a su estilo y a su pasión hacia los personajes extravagantes y marginales, llevando conceptos clásicos (como el conflicto humano-mutante) hasta su último extremo y salpicándolo todo con algunos diálogos que perdurarán en el recuerdo del lector. Sus New X-Men albergan una lectura a múltiples niveles y, aunque quizá no sean del gusto de todos, son una de las mejores etapas por las que han pasado los mutantes a lo largo de sus muchas décadas de historia. Es más, probablemente sus New X-Men sean la última gran etapa por la que han pasado hasta ahora.
Pero la editorial es como es y, tras la marcha del escocés loco, sus ideas han sido sistemáticamente destruidas, dando marcha atrás y deshaciendo todos los interesantes avances que Morrison había puesto en marcha. Y aún así, muchos se alegraron de que aquella época disparatada se borrase prácticamente de la historia mutante, quedando sólo vestigios como la presencia de la Reina Blanca. Por suerte, otros muchos que empezaron viéndola con malos ojos y considerándola un verdadero disparate con el tiempo han acabado apreciándola y considerándola toda una genialidad.
Excelente artículo, amigo mío. Sabes que no soy mucho de cómic, pero debo decir que he disfrutado como un enano leyéndote y has despertado mi curiosidad por la saga que tratas.
ResponderEliminarUn saludo.
Un artículo muy bien escrito, felicitaciones. Me han dado ganas de leer este cómic cuanto antes, espero hacerlo pronto. También me ha despertado una duda, aunque no sé si tenga mucho que ver: ¿qué opinas del Astonishing X-Men de Joss Whedon y John Cassaday?
ResponderEliminarUn saludo y felicitaciones también por el blog.
Muchas gracias, Luis. Me alegro de que te gustase el artículo. Los Astonishing X-Men de Whedon y Cassaday me gustan bastante, aunque con ciertas matizaciones. Tenía pensado escribir un extenso artículo sobre ellos (aunque antes quería publicar otro sobre los X-Treme X-Men de Claremont y Larroca aprovechando que los estoy releyendo ahora), pero me falta tiempo para ponerme delante del teclado. Aún así, permanece atento ;)
ResponderEliminarUn saludo.
¡Chévere!, recién he podido revisar tu blog y me da gusto leer algo nuevo sobre X-Men, es especial X-Treme que también me llama mucho la atención. En donde yo vivo es difícil conseguir comics, pero te cuento que hace poco encontré una recopilación en portugués de New X-Men Imperial. No me importó que esté en otro idioma y lo compré, la verdad no me arrepiento, aunque, como dices, los dibujos de Igor Kordey son terribles. Voy a seguir buscando comics de New X-Men porque la verdad me parece una etapa muy interesante de la historia. Un saludo y hasta la próxima ^^
ResponderEliminar¿Hay algún arco de esta etapa que recomiendes en especial?
ResponderEliminarE de Extinción es el primer arco de esta etapa y es un arranque realmente potente, además de presentar muchas de las ideas que luego desarrollaría Morrison. Recomendaría empezar por él y, si te atrapa, continuar con el resto de la etapa.
Eliminar