Esta entrada se publicó originalmente en el foro de ultimonivel.net el 08 de julio de 2012
Al fin me he decidido a acabar este juego, que llevaba arrastrando bastante tiempo. Lo empecé hace unos meses y lo he ido jugando poco a poco, alternándolo con otros juegos para no acabar cansándome de él. Esto no se debe al juego en sí, sino al género al que pertenece: los JRPG tienen muchos detalles que me apasionan con locura, pero también otros que me desesperan profundamente. Como JRPG que es, Blue Dragon posee tanto de lo uno como de lo otro.
He de decir que el hecho de haber jugado a Blue Dragon después de Lost Odyssey, que es posterior, ha influido notablemente en mi percepción del juego. Muchos detalles de Blue Dragon son un pequeño avance de lo que luego se mostraría en Lost Odyssey a una escala mucho mayor. Por ejemplo, en Blue Dragon puedes acercarte a cualquier estantería, coger un libro y leer un fragmento de una historia. Se trata de textos sencillos e infantiles, pero experimentan con la idea de incluir historias textuales dentro del juego que luego se utilizaría en los "Mil Años de Sueños" de Lost Odyssey. Por otro lado, la posibilidad de cambiar la formación de combate dividida en vanguardia y retaguardia es algo que también se explotaría en Lost Odyssey (añadiendo además el valor añadido de la Condición de Guardia, que tanto juego proporciona durante los combates). Casi se podría decir que Blue Dragon fue el ensayo previo antes de embarcarse en un trabajo mucho mayor como Lost Odyssey, aunque lo cierto es que, desde mi punto de vista, Blue Dragon es superior en algún aspecto.
Pero antes de comentar sus virtudes, comentemos sus defectos. El primero y principal es el propio argumento, tan manido y trillado que, pese a tener algún giro argumental muy interesante en su parte final, es tan típico y tópico y bebe tanto de los peores clichés del género que no resulta interesante ni motivante. Los JRPG confunden con demasiada frecuencia "emoción" con "sensiblería" (quizá por la propia cultura japonesa, en la que la expresión de emociones no sólo no está normalizada, sino que incluso llega a considerarse socialmente inapropiada) y presentan unos valores que no llegan a conectar conmigo (todo eso de "quiero ser fuerte para protegerlos a todos" me resulta bastante indiferente). Blue Dragon es así: sensiblero, simplón, infantil.
Los personajes son absolutamente planos y no sufren ningún cambio real a lo largo del juego. Siguen siendo tan infantiles, inmaduros y simples al final como al principio, con lo cual no se produce una auténtica evolución a nivel narrativo. Por mucho que, cumpliendo el cliché, los protagonistas salven el mundo de un gran mal, los viajes y los combates no les sirven para madurar ni para aprender (esto es una diferencia fundamental con Lost Odyssey, pues en él los personajes sí que evolucionan y aprenden cosas después de su viaje). Puesto que los protagonistas de Blue Dragon son niños, los temas tratados se hacen desde su perspectiva. Por ejemplo, se pasa de puntillas por el tema de la muerte y se evitan los momentos excesivamente trágicos. También hay un triángulo amoroso, tratado de forma muy casta y sin muestras externas de cariño: parece que la única forma que tienen los personajes masculinos de mostrar su amor a su chica es mediante regalos materiales o tratando de protegerla de todo mal. La chica en cuestión, por su parte, pese a tener los mismos poderes que ellos, acaba siendo secuestrada y necesita que la rescaten, evidentemente. Los personajes son un despliegue de los clásicos estereotipos del género: el chaval de pueblo algo tonto que quiere hacerse fuerte, el chico callado y listo, la chica sensible a la que hay que proteger, el personaje escandaloso y graciosete, la mujer de pasado misterioso que se muestra fría pero esconde su corazoncito... Estos personajes son un buen ejemplo de cómo el juego muestra los peores clichés de los JRPG. Otro problema preocupante es la falta de carisma del villano principal, bastante descafeinado (no como Gengara en Lost Odyssey, que es odioso y desagradable y genera antipatía en el jugador).
Por otro lado, el diseño de personajes de Akira Toriyama no ayuda a que el juego tenga una personalidad propia. Más bien al contrario, pues los diseños no resultan frescos ni originales. Me da la impresión de que Toriyama lleva toda la vida plagiándose a sí mismo y dibujando lo mismo de distinta manera una y otra vez. Por muy conseguida que esté la estética anime del juego, los diseños de los personajes y los enemigos son demasiado típicos, demasiado genéricos. No poseen elementos diferenciadores, sino que son una amalgama de otros personajes vistos mil veces.
Dicho esto, la pregunta es: ¿por qué razón le has dedicado sesenta o setenta horas a Blue Dragon? Decía antes que los JRPG tienen detalles que me desesperan y detalles que me apasionan. Pues bien, pocas cosas me apasionan tanto en un juego como un buen sistema de combate por turnos y Blue Dragon lo tiene. No está tan pulido como el de Lost Odyssey, pero ofrece un montón de posibilidades estratégicas. Unido con el sistema de oficios que permite cambiar la clase de la "sombra" de cada personaje, asegura muchas horas de diversión. La peculiaridad de este juego es que los personajes no usan armas para combatir, sino que manifiestan una sombra mágica con rasgos animales con la que atacan y realizan hechizos (la del protagonista es el dragón azul del título). Mejorando las distintas clases/oficios de la sombra se adquieren nuevas habilidades. Como en Lost Odyssey, la cantidad de ranuras de habilidad de las que disponemos inicialmente es limitada, por lo que tenemos que elegir qué habilidades vamos a llevar equipadas en cada combate. A esto se añade la posibilidad de utilizar distintas formaciones de combate, abriendo la puerta a distintas formas de combatir (la básica consiste en poner a los personajes especializados en ataques físicos delante y a los magos detrás, pero hay muchas otras posibilidades para tener un grupo equilibrado jugando con la formación y con las clases).
Finalmente, también hay que tener en cuenta la enorme cantidad de objetos que modifican las estadísticas, que tienen efectos concretos en combate o que protegen de los estados alterados que pueden producir los enemigos, así como el elevado número de hechizos disponibles (tantos que seguramente no llegarás a usarlos todos). Una queja típica de los JRPG es que tanto objeto y tanto hechizo es innecesario, ya que al final acabas usando siempre los mismos. Desde mi punto de vista, un JRPG con un buen sistema de combate te obliga a variar tu estilo de juego y a utilizar todo tu repertorio. Lost Odyssey lo hace, pero Blue Dragon se queda a medio camino. Los combates principales son sencillos, de forma que no suponen un reto ni un desafío que te obligue a probar distintas estrategias. Sin embargo, los combates adicionales (los cinco dragones que hay dispersos por el mapa) sí que lo hacen. De hecho, he estado tanto tiempo arrastrando este juego porque no quería acabarlo hasta cargarme a los dragones y para ello he necesitado subir bastantes niveles. Por desgracia, al llegar al jefe final tan dopado, me ha resultado tan fácil acabar con él que me ha generado cierta insatisfacción. Un combate que no resulta difícil es un combate que no merece la pena.
Por cierto, en este juego los combates no son aleatorios, sino que puedes evitarlos si lo deseas. Exceptuando los combates obligatorios contra los jefes, el resto de combates los puedes gestionar como te apetezca. Puedes esquivarlos o seleccionar contra qué enemigos luchar y contra qué enemigos no. Incluso puedes engañar a ciertos tipos de enemigos para que luchen entre ellos en lugar de contra ti. Puesto que los enemigos son visibles en el mapa, puedes rodearlos y atacarles por la espalda, lo que te proporciona ventaja táctica. De la misma forma, ellos puedes sorprenderte a ti y atacar a tu retaguardia, lo cual puede ponerte en más de un aprieto. Éste es un aspecto en el que Blue Dragon se coloca por encima de Lost Odyssey.
Otro aspecto que me han gustado mucho han sido los escenarios, especialmente los de las ciudades, muy originales y bien diferenciados entre sí. Pese a lo sencillos que son, gráficamente son muy bonitos. La estética de la mazmorra final también es destacable y tiene algunos detalles jugables que luego serían mejor desarrollados en Lost Odyssey (las habitaciones que giran sobre sí mismas me han recordado a la mecánica del fantástico Templo de la Iluminación de Lost Odyssey).
En cuanto al apartado sonoro, que corre a cargo de Nobuo Uematsu, alcanza unas cotas de calidad altísimas, con un claro predominio de los temas instrumentales. Uematsu juega un poco con la música para generar distintas ambientaciones sonoras, obteniendo un resultado impecable. Esto se hace patente ya desde el tema inicial, titulado Waterside o en el Main Theme del juego. No obstante, no todos los temas son obra de Uematsu. El tema de los jefes finales, Eternity, a mí personalmente no me gusta. De hecho, me parece totalmente fuera de lugar. En cambio, el tema del combate final, The Seal is Broken, no me desagrada. También hay algún tema vocal bastante majo, otorgando variedad a la banda sonora. Finalmente, el doblaje al castellano es correcto sin más. El juego tampoco ofrece muchas oportunidades para que se luzcan los dobladores.
A modo de conclusión, ¿merece la pena jugar a Blue Dragon? Desde luego que sí. Como el propio género al que pertenece, Blue Dragon supone una de cal y otra de arena.Tiene grandes defectos, desde luego, pero también grandes virtudes. Si eres capaz de tolerar los primeros podrás disfrutar ampliamente de las segundas. No obstante, si sólo vas a jugar un juego de Mistwalker, mejor que sea Lost Odyssey.
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