Prosiguen las primerizas aventuras de los Nuevos Mutantes, los alevines de la Patrulla X, en este segundo volumen de la línea Marvel Gold de Panini que se caracteriza por ignorar casi por completo el que iba a ser el tono fundamental de la colección. Aunque el guionista Chris Claremont dio vida a los Nuevos Mutantes para retomar el concepto de escuela para jóvenes mutantes que tanto había ignorado en las páginas de la Patrulla X (convertida por aquel entonces en un grupo de aventureros internacionales), lo cierto es que en cuanto tuvo la primera oportunidad se llevó al equipo lejos de la Escuela del Profesor Xavier para Jóvenes Talentos y lo sumió en una exótica aventura en tierras lejanas. Aquella fórmula se acabaría convirtiendo en la dinámica habitual de la serie, ya que los jóvenes mutantes se escaquearían con frecuencia de la mirada vigilante de su instructor para vivir sus propias aventuras al estilo de la Patrulla X, dejando las clases y los entrenamientos en la Sala de Peligro para los breves interludios entre viaje y viaje. En ese sentido, tengo que reconocer el acierto de Claremont, pues las escenas ubicadas en la escuela resultaban mucho más efectivas en pequeñas dosis. Centrar el foco en las aventuras de los alumnos en lugar de en la dinámica educativa sirvió también para no limitar la colección, permitiendo que los Nuevos Mutantes visitasen entornos tan atractivos como la ciudad oculta de Nueva Roma que da título a esta entrega o, más adelante, el reino de Asgard. Además, el hecho de que los jóvenes alumnos de Xavier desobedeciesen con bastante frecuencia a su profesor era algo muy propio de unos adolescentes, lo cual les otorgaba una envidiable verosimilitud.
Hay que destacar que Bob McLeod, dibujante original de la cabecera, la abandonó tras unos pocos números para dejar paso a Sal Buscema, cuyo primer número ya se incluyó en el tomo anterior. En un principio parece que Buscema mimetizaba bastante bien el estilo de su predecesor, aunque esta impresión quizá se deba a que fue el propio McLeod quien se encargó del entintado en muchos números. Sin embargo, creo que al avanzar la colección el dibujo de Buscema fue ganando puntos a medida que iba haciéndose con los rasgos característicos de los protagonistas y aprendiendo a diferenciarlos. Así, Bala de Cañón fue perdiendo ese aspecto genérico de sus inicios y convirtiéndose en el desgarbado chico de pueblo que los lectores recordamos y Mancha Solar pasó a ser el único guaperas del grupo. Pese a todo, Buscema compartía el que para mí era uno de los grandes problemas de McLeod: la incapacidad para dibujar de forma coherente la forma intermedia de Loba Venenosa (esto es, su transformación a medio camino entre chica y loba). En los inicios de la serie los artistas aún no habían acabado de definir la apariencia de las transformaciones de Rahne y aún tenía que pasar algún tiempo hasta que llegase un artista que dejase suficiente huella como para que los demás alcanzasen un consenso.
Pero el aspecto estético no es el único punto en el que ahondan las aventuras recogidas en este volumen, pues Chris Claremont continúa enriqueciendo su elaborada caracterización de los personajes. Quizá el que más se beneficia de esto es Berto, pues más allá de su fanfarronería y de sus constantes coqueteos con sus compañeras no se había desarrollado demasiado su personalidad. En estos números Claremont nos descubre que la fachada despreocupada de Mancha Solar oculta a un joven con una difícil relación con sus padres y que arrastra una gran culpa por la muerte de su novia (ocurrida en la novela gráfica que presentó a los Nuevos Mutantes y que no se había vuelto a mencionar hasta ahora). También Rahne resulta fascinante por sus tremendas contradicciones, ya que por un lado sigue siendo una niña temerosa y recatada hasta el extremo por su educación religiosa y por otro se siente tentada por la naturaleza animal de su forma de loba y a veces cede a sus emociones más primarias. Aquí vemos por primera vez a Rahne experimentando celos y mostrando agresividad cuando el chico que le gusta empieza a fijarse en otra. Ese chico no es otro que Sam, lo cual parece extraño teniendo en cuenta que los números iniciales mostraron más momentos de cercanía entre Rahne y Berto que entre Rahne y Sam, pero así es el amor adolescente y así son las historias de Chris Claremont. Al igual que en las páginas de la Patrulla X, en los Nuevos Mutantes siempre tenía que haber presente una pequeña dosis de drama romántico, con amores no correspondidos y deseos secretos.
Las relaciones personales comenzaron a complicarse en este punto, puesto que uno de los miembros fundadores del equipo de estudiantes de Xavier desapareció en el primer arco que recoge el tomo, mientras que el segundo arco introdujo a un nuevo personaje que no tardará en unirse al elenco. De esta forma, vemos que Karma, el único personaje que no fue concebido de forma expresa para la colección de los Nuevos Mutantes, desaparece en extrañas circunstancias tras ser atacada por una misteriosa entidad psíquica. Parece que Claremont tenía la intención de matar a Xi'an por ser el personaje que menos le interesaba, pero cambió de opinión. Esto es de agradecer teniendo en cuenta que la siguiente aparición del personaje supondrá el inicio de un arco interesantísimo que supondrá su transformación a todos los niveles. Para compensar la pérdida de un personaje, el guionista aprovechó el viaje de los Nuevos Mutantes a la selva amazónica para introducir a Amara Juliana Olivia Aquilla, alias Magma, una muchacha procedente de Nueva Roma con el poder de convertirse en lava y manipular las corrientes magmáticas para abrir volcanes. Esta es la chica en la que se fija Sam para gran disgusto de Rahne, quien no puede competir con la exuberante belleza de la joven romana.
En efecto, el grueso de este tomo está ocupado por el arco que presenta Nueva Roma, una ciudad secreta fundada por exploradores romanos en mitad del Amazonas y que ha permanecido aislada del resto del mundo durante siglos. Sus habitantes, producto de la mezcla entre los romanos originales y los indígenas locales, conservan las tradiciones del siglo I antes de Cristo, lo cual incluye la esclavitud y las peleas en el circo. Obviamente, los Nuevos Mutantes son capturados y obligados a luchar en el circo como si fuesen gladiadores, lo que resultaría muy divertido de no ser porque los textos de Claremont insisten en que lo hacen bajo el efecto de las drogas que les suministran sus captores para potenciar su agresividad. Aunque esta era una serie de aventuras adolescentes, el gusto del guionista por el melodrama excesivo no dejaba de estar presente. Dicho esto, tengo que reconocer que, pese a lo absurdo de la premisa, me gusta mucho el arco de Nueva Roma por tratarse de una estupenda aventura de acción y drama en la que todos los personajes tienen su momento destacado. Además, este arco no sólo sirvió para introducir a Magma, sino también a Selene, una vampiresa psíquica inmortal que no tardaría mucho en dar el salto hasta la serie madre de la Patrulla X para convertirse en la Reina Negra del Club Fuego Infernal. Y ya que menciono al infame Club, otro de mis momentos favoritos de este volumen es el enfrentamiento entre Berto y su padre, un industrial millonario que ha sido invitado por Sebastian Shaw para unirse al Círculo Interno. Así es como empezó la larga enemistad entre los Nuevos Mutantes y el Club Fuego Infernal, que tanto definiría el devenir de la colección.
En comparación con el arco de Nueva Roma, la primera aventura recogida en el tomo y que enfrenta a los estudiantes de Xavier a la pareja formada por Víbora y el Samurái de Plata resulta un tanto insulsa. De no ser por la desaparición de Karma no habría muchos motivos para recordar esta historia, aunque el buen conocedor de la Patrulla X sabe que Claremont redimiría a Víbora y al Samurái de Plata poco después en una memorable historia en la que Pícara y Lobezno compartirían protagonismo. Por desgracia, en esta aparición el dúo de villanos no brilla demasiado. Diría que ni siquiera Selene lo hace, ya que en este momento estaba poco definida y resultaba un tanto genérica. Quien en verdad acapara toda la atención en este volumen es Magma, por llevar hasta el extremo el temor de todo adolescente mutante hacia perder el control sobre sus poderes. En los números anteriores, habíamos visto que Dani tenía problemas para controlar su capacidad de convocar ilusiones procedentes de los peores temores de la gente, pero su poder palidece ante el de Amara, que conjura terremotos y despierta volcanes cuando se siente disgustada. Como se muestra de forma espectacular en el número ambientado en Río de Janeiro, Amara podría destruir cualquier ciudad en un parpadeo si se dejase arrastrar por el salvajismo primario de sus poderes mutantes, por lo que la dosis de angustia vital estaba servida. Esto, unido a su atractiva apariencia al usar sus poderes (basada en la combinación de los colores rojo y amarillo para simular la apariencia de una corriente de lava en movimiento), la convertía en otra candidata perfecta para la Escuela de Xavier.
El volumen se cierra con un breve interludio en el que los Nuevos Mutantes vuelven a la escuela, donde tienen un encontronazo con Kitty Pryde. En esa época, el Profesor Xavier se había empeñado en que Kitty, miembro de pleno derecho de la Patrulla X, pasase a las filas de los Nuevos Mutantes. La rotunda negativa de la joven sentó bastante mal a los miembros del equipo. Después de todo, algunos de los Nuevos Mutantes eran mayores que Kitty. De esta forma, aunque Kitty se dejaría caer de vez en cuando por la serie, sus apariciones servirían para crear algún que otro conflicto con los Bebés-X (término que en este punto ya no sólo empleaban los editores y los lectores, sino en un giro irónico también los propios personajes del cómic). Las tensiones se relajarían más adelante, ya que Kitty se convertiría en la mejor amiga del próximo miembro en unirse a los Nuevos Mutantes, Magik, dando lugar a una interesante relación que serviría como bisagra entre la colección de los Bebés-X y la de la Patrulla X. De hecho, el siguiente tomo de la línea Marvel Gold de Panini dedicado a los Nuevos Mutantes pasará a estar centrado en Magik, también conocida como la Niña Oscura.
Todavía quedaba un poco para que llegase la primera edad dorada de los Nuevos Mutantes con la llegada de Bill Sienkiewicz a los lápices, pero estos números prueban que la colección continuaba progresando a buen ritmo y estableciendo la vara de medir con la que se debería juzgar a cualquier serie de adolescentes superpoderosos publicada por Marvel. Si bien la introducción de Magik en el grupo iba a ser fascinante, lo mejor de los Bebés-X estaba aún a la vuelta de la esquina.
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