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[Series] Crítica de Doctor Who: Revolution of the Daleks, un especial muy poco revolucionario


Advertencia: el siguiente texto asume que ya has visto Revolution of the Daleks.

La llegada del nuevo año nos ha dejado con el ya tradicional estreno del especial de Doctor Who, que, como suele ser costumbre, ha mostrado una vez más el buen hacer de la veterana serie británica. No obstante, este año la dosis de aventuras ofrecida por la BBC se me ha antojado insuficiente. La espera desde el último episodio de la serie regular ha sido larga, al igual que en otras ocasiones, pero con la particularidad de que esta vez ha coincidido con uno de los peores años de mi vida. Cuando se estrenó The Timeless Children el día 1 de marzo de 2020 el mundo parecía sin duda un lugar muy distinto y hoy, tras la pandemia, los confinamientos, la crisis que hemos pasado y la crisis que aún nos espera, aquel episodio me resulta tan lejano que apenas recuerdo su final. ¿Qué pasó con el Master? ¿Qué fue de Gallifrey? ¿Por qué acabó la Doctora en prisión? Reengancharme a la trama me ha resultado mucho más difícil que otros años y el hecho de que Revolution of the Daleks sea un especial más bien rutinario y con escasa brillantez no ha ayudado; como tampoco ha ayudado que se estrenase la misma semana que sendos capítulos de Star Trek: Discovery y The Expanse, muy superiores tanto en recursos visuales como en intensidad dramática.

En general, Revolution of the Daleks me ha parecido algo pobre, no tanto por el presupuesto con el que contaba como por lo poco que ha sabido aprovechar las posibilidades que presentaba. Por ejemplo, el escenario inicial con el que se abre esta historia, esa prisión en la que ha estado recluida la Doctora, podría haber dado mucho más juego. Casi hubiese preferido que todo el especial girase alrededor de la fuga de prisión en lugar de narrar el enésimo intento fallido de los Daleks por conquistar la Tierra. Así todas esas escenas del principio del especial podrían haber tenido un mayor peso simbólico, teniendo en cuenta que la Doctora ha estado confinada entre cuatro paredes al igual que nosotros nos hemos pasado buena parte de 2020 encerrados en casa. Además, el mundo se fue al carajo justo después de que la Doctora fuese apresada. ¿Por qué no aprovechar esa circunstancia? ¿Por que incluirla en la ficción? ¿Por qué no decir que el mundo se fue al carajo precisamente porque la Doctora no estaba ahí para protegerlo? Pero claro, estamos hablando de Doctor Who, no de Torchwood. Hay que tener en cuenta que Doctor Who es una serie para todos los públicos y que está enfocada en particular hacia los espectadores más jóvenes. Quizá la BBC no quería estresar más de la cuenta a los niños evocando la pandemia y el confinamiento, sobre todo con la sombra de nuevas restricciones amenazando en el horizonte. En ese sentido, a Revolution of the Daleks le ha faltado valentía para atreverse a ser algo más que mero escapismo y diversión sin pretensiones. Le ha faltado mensaje.

Lo mismo se puede aplicar al auténtico villano del especial, que no son los Daleks sino el capitalismo... o más bien una parodia bastante condescendiente del capitalismo representada por el personaje del empresario Jack Robertson. Este personaje pone en peligro a todo el planeta con tal de conseguir beneficio económico, pero se presenta más como un alivio cómico que como el terrible villano que es. Jack Robertson consigue la carcasa destruida de un Dalek usando malas artes e incluso provocando la muerte de un inocente en el proceso. Después hace que su especialista replique la tecnología y usa sus contactos políticos para vender el producto resultante que, como era de esperar, acaba siendo usado por los Daleks en su intento de conquista. Hemos visto a decenas de personajes así en Doctor Who a lo largo de los años, pero en Revolution of the Daleks me ha dado la impresión de que el estereotipo de villano graciosete se ha forzado un poco más de la cuenta, suavizando así cualquier lectura subversiva que pudiese tener. En efecto, Jack Robertson acaba siendo una metáfora fallida: en lugar de ser usado para criticar el sistema de forma sutil acaba despertando simpatía hacia el sistema porque el personaje es un divertido sinvergüenza que hace reír al espectador. Mientras que otros personajes similares de la serie acabaron perdiendo la vida a causa de sus propias intrigas, Jack Robertson se va de rositas al final de Revolution of the Daleks... ¡e incluso se deja caer la posibilidad de que vaya a convertirse en candidato presidencial en el futuro! No sé hasta qué punto esto es una crítica intencionada al sistema o una mera excusa para recuperar al personaje en el futuro, pero no se me ocurre mejor metáfora sobre cómo funciona el capitalismo: al final los más ricos siempre salen ganando, independientemente de las barbaridades que hayan cometido.

El especial también desaprovecha la presencia del carismático Capitán Jack Harkness, que vuelve a Doctor Who después de su pequeño cameo en la anterior temporada. Si bien el personaje conserva su frescura, el argumento no hace nada destacable con él más allá de utilizarlo como una pobre excusa para sacar a la Doctora de prisión. Lo que podría haber sido una cuidadosa planificación culminada por una huida trepidante se queda al final en una fuga rápida y un tanto mediocre que pone en cuestión los mecanismos de la prisión y a los propios carceleros. Además, el hecho de escapar de la cárcel parece tener poca o ninguna consecuencia: nadie persigue a la Doctora ni a Jack tras su fuga. Insisto en la idea de que el especial habría ganado puntos si se hubiese centrado por completo en la fuga de la prisión, sobre todo en lo referente a Jack: una vez concluido ese segmento, la presencia de Jack apenas afecta al resto del argumento de Revolution of the Daleks. Jack es la llave que saca a la Doctora de la cárcel, sí, pero no hace nada para detener a los Daleks que no pudiese haber hecho cualquier otro personaje. No sé mucho sobre narrativa, pero sé que cuando un personaje es intercambiable por cualquier otro eso quiere decir que su papel no está aportando nada a la historia. Evidentemente, que el Capitán Jack Harkness se convierta en ese personaje que no aporta nada me parece algo criminal.

Al menos la presencia de Jack vuelve a poner sobre la mesa uno de mis temas favoritos de la serie: lo que sucede con aquellos que se quedan atrás. Muchos de los que han viajado junto a la Doctora a lo largo de sus numerosas encarnaciones se han quedado por el camino; algunos por voluntad propia y otros a causa de las circunstancias, pero entre ellos son frecuentes los sentimientos de abandono y la alienación. ¿Cómo se vuelve a vivir una vida normal y corriente después de haber sido testigo de las maravillas del universo? ¿Cómo puede uno abrazar lo común después de que lo extraordinario haya sido la norma? ¿Cómo dejar atrás a la Doctora, en definitiva? Los diez meses que han transcurrido para los tres acompañantes de la Doctora entre The Timeless Children y Revolution of the Daleks sirven como excusa para que se planteen estas preguntas y cada uno de ellos encuentra sus propias respuestas. Mientras que Yasmin aún no es capaz de separarse de la Doctora, Ryan se siente preparado para volver a su vieja vida equipado con todo lo que ha aprendido en sus aventuras y con sus inseguridades ya superadas. Graham, por su parte, descubre que para él las aventuras no tenían valor por sí mismas sino por compartirlas junto a su nieto Ryan. De esta forma, el especial se convierte en una aventura de despedida para estos dos últimos personajes.

Creo que Graham ha sido una notable aportación para el equipo TARDIS, tanto por sus numerosos momentos humorísticos como por el hecho de ser un hombre mayor viajando por el espacio y el tiempo, cosa poco frecuente en la serie y que aporta una perspectiva única. En cambio, Ryan es un personaje cuyo desarrollo nunca ha acabado de convencerme. Se trata una vez más de un personaje desaprovechado, no sólo en Revolution of the Daleks sino en todas sus apariciones previas. Es posible que esta percepción se deba a que la serie no ha sabido abordar bien uno de los elementos que mejor podrían haberle caracterizado: el hecho de sufrir dispraxia, un trastorno psicomotor que afecta a la coordinación. La gran mayoría de capítulos en los que ha participado Ryan han ignorado por completo este hecho, por lo que la escena final de Revolution of the Daleks en la que se muestra aprendiendo a montar en bici al igual que en su primera aparición no tiene apenas efecto dramático. El personaje dice haber tenido un crecimiento interior que le ha preparado para seguir con su vida lejos de la Doctora, pero la serie no ha sabido mostrarlo con claridad. De hecho, su despedida lo ha dejado exactamente en el mismo punto en el que se nos presentó, anulando así cualquier ilusión de progreso. Hemos perdido una gran oportunidad: la oportunidad de ver a un personaje enfrentándose a un trastorno que puede dar lugar a una importante discapacidad y superándolo gracias a sus aventuras con la Doctora, lo que habría sido un ejemplo positivo y empoderante. En cambio, haberse enfrentado a los Daleks, haber luchado contra los Cybermen y haber viajado hasta los confines del universo no parece haberle servido al pobre Ryan ni para pedalear un poco mejor de lo que pedaleaba antes de encontrarse con la Doctora.

Puede que esté juzgando con demasiada severidad este especial, cuando su mayor problema radica en ser más o menos lo esperable de Doctor Who. En efecto, Revolution of the Daleks no es ninguna revolución sino otra ración del mismo plato de siempre que, por llegar en el momento en el que llega, resulta escasa y poco sabrosa. A otros capítulos les he perdonado mucho más, mientras que he visto este especial tomando notas sobre todo lo que no me encajaba. Si tan fácil era escapar de la prisión, ¿por qué no encontró la Doctora la forma de escapar por sí misma? ¿Por qué nadie investigó la misteriosa desaparición de los restos de un Dalek? ¿Dónde estaban las agencias secretas inglesas mientras desaparecía un objeto que suponía un peligro para su nación? ¿Qué estaba haciendo UNIT mientras la Primera Ministra aparecía en televisión rodeada de lo que eran evidentemente Daleks? ¿Por qué nadie recordó que el Reino Unido ya intentó utilizar algo parecido a esos supuestos drones de seguridad durante la Segunda Guerra Mundial? Maldita sea, ¿por qué nadie recuerda nunca las numerosas ocasiones en las que los Daleks han intentado conquistar la Tierra? ¡Si no ha pasado tanto tiempo desde la última vez que atacaron el Reino Unido! El especial no tiene la culpa de ser lo mimo de siempre, pero es una pena que Doctor Who haya regresado siendo lo mismo de siempre en un momento en que tanto necesitábamos que Doctor Who regresase siendo lo mejor que puede llegar a ser.

En un momento en que necesitamos más que nunca el optimismo y la esperanza de Doctor Who, Revolution of the Daleks se ha despedido sin ni siquiera ofrecer un tráiler que nos haga esperar ansiosamente la nueva temporada. Lo único que nos emplaza al futuro es el descafeinado anuncio del actor que encarnará al nuevo acompañante de la Doctora, lo cual no es suficiente ni de lejos. Al menos para mí no lo es. Vengo del peor año de mi vida y lo que toca ahora no va a ser precisamente un camino de rosas. Necesitaba saber que Doctor Who seguía en plena forma y que aún se reservaba muchas sorpresas para la nueva temporada. Necesitaba tener esa certeza, ese confort. Entiendo las dificultades a las que se enfrenta la serie en estos tiempos de pandemia y puedo aceptar que aún no tengan ni un triste tráiler para mostrar, desde luego, pero es duro tener que afrontar 2021 sin tener ni un pequeño avance de los nuevos capítulos de Doctor Who para pensar esperanzado en el día de mañana.

Pese a todo, no quiero acabar este texto con una nota tan deprimente. En gran parte porque, insisto, Revolution of the Daleks no ha sido un mal especial. Me he extendido mucho sobre lo que considero sus problemas, pero apenas he hablado sobre sus aciertos. No he comentado nada sobre lo sugerente que me ha resultado el funcionamiento completamente automatizado de la prisión en la que estaba presa la Doctora ni sobre lo agradable que ha sido volver a ver a John Barrowman vistiendo el abrigo de Jack Harkness. Tampoco he dicho nada sobre lo mucho que he disfrutado de lo irónico que resulta que unos seres que son a todas luces producto de la mutación estén tan obsesionados con la pureza de su especie ni sobre lo gracioso que me ha parecido que el método para detener una invasión Dalek sea precisamente provocar otra invasión Dalek. Quizá haya sido muy duro con algunos aspectos de Revolution of the Daleks, lo admito, pero lo cierto es que he pasado un buen rato con este especial y, si bien no me ha dejado con un tráiler con el que soñar, me ha regalado una pequeña referencia a Gwen Cooper que me permite fantasear con un posible regreso de Torchwood más allá de los audios de Big Finish. No es poca cosa viniendo del año del que venimos.

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