Cuando hace un par de años DC quiso relanzar por completo todo su universo de ficción en un movimiento conocido como Los Nuevos 52 o sencillamente Nuevo Universo DC, la veterana serie Action Comics fue a parar a manos del guionista escocés Grant Morrison. Action Comics, que anteriormente nunca había sido renumerada por su sagrada condición de fundadora del género superheróico (al presentar en las páginas de su primer número a Superman en 1938), volvió a lucir un número 1 en su portada después de muchas décadas y presentó a la versión más actual del personaje que la hizo célebre. Morrison, acompañado por los lápices de Rags Morales, iba a ser el encargado de dar forma a un nuevo Superman para una nueva era.
El guionista ya había demostrado antes su destreza manejando la mitología del Hombre del Mañana (baste recordar la extraordinaria All Star Superman), pero también había dejado claro que sus trabajos no son aptos para cualquier paladar. Morrison concibe los cómics de superhéroes como una continua recuperación de las historias de la Edad de Plata, en las que los argumentos se caracterizaban por la exageración más disparatada, la imaginación desatada hasta rozar el absurdo y la sensación de que cualquier cosa era posible. Su amor por el género de superhéroes le llevaba - y le sigue llevando - a transmitir en cada nueva obra ese sentido de la maravilla que sintió cuando se acercó a su primer cómic siendo un niño. A este afán habría que añadirle su espíritu transgresor, que le hace idear historias que se escapan de los convencionalismos narrativos tan habituales en el cómic mainstream. Todo esto hace que, en definitiva, sus cómics dividan a los lectores en dos polos opuestos: los que no soportan sus guiones y los que adoran todas y cada una de las locuras que salen de su pluma. Con Morrison no hay un punto intermedio, pues si hay algo que podemos tener claro es que sus propuestas nunca suele dejar a nadie indiferente. ¿Qué sucedió entonces con su visión del Superman del Nuevo Universo DC? ¿Cómo fue recibida? Ahora que su etapa en Action Comics ha terminado podemos valorarla en su conjunto. ¿Está al nivel del resto de geniales locuras del escocés?
Más allá del evidente cambio estético, lo primero que llamó la atención del Superman de Morrison fue su carácter reivindicativo. Desde el principio, el Superman del Nuevo Universo DC se posicionó del lado de la gente que estaba siendo explotada por políticos corruptos e inmorales empresarios. Esto que parece tan actual en los tiempos de protestas sociales como el famoso movimiento Occupy, supuso también una vuelta a los orígenes del personaje: el Superman de finales de los años 30 y principios de los 40, lejos de ser un defensor a ultranza de las políticas del estado americano, no tenía ningún problema en ajustar cuentas con los ricos y poderosos que abusaban de su posición. Por tanto, el guionista estaba siendo fiel a la concepción original de Superman a la vez que lo utilizaba como símbolo de la época presente; la época de la crisis económica, de las protestas sociales y del descontento generalizado hacia la política y la economía. Se trataba, por tanto, de un Superman menos ingenuo respecto al american way of life y más cercano a la izquierda política. Incluso se llevaba mal con la policía y el ejército.
Pero este atrevido movimiento de Morrison fue un paso más allá, ya que su intención pasaba por deconstruir la propia naturaleza del personaje, despojarlo de su carácter icónico y buscar sus paralelismos con uno de los personajes más conocidos del folclore americano: Paul Bunyan. Allí es donde entró el dibujante Rags Morales diseñando su nuevo aspecto. La capa roja sería el único elemento que conservaría, pues la indumentaria con la que hizo su primera aparición consistía en una camiseta, unos vaqueros y unas botas de trabajo. El nuevo Superman iba a ser el Superman del pueblo y sus ropas eran una declaración de intenciones.
No obstante, esta visión del Hombre del Mañana era incompatible con el resto del Nuevo Universo DC. Superman tenía que aparecer en otras series como la de Liga de la Justicia, donde tenía que ofrecer un aspecto más canónico. De hecho, en la otra cabecera protagonizada por el personaje (titulada Superman a secas) ya aparecía con su icónico traje rojo y azul (o, más bien, con la versión de éste que se diseñó para el Nuevo Universo DC). Aunque esto se justificó en un principio diciendo que la serie de Morrison y Morales transcurría unos años antes en el tiempo, la rapidez con la que los vaqueros y las botas dejaron paso al uniforme kryptoniano habitual me resultó sospechosa. Si la serie transcurría en el pasado del Nuevo Universo DC y no estaba influida por el resto de colecciones, ¿por qué no mantener esa estética durante más tiempo? Creo que esto se debió a que el escocés chocó de frente con la política editorial. Después de todo, Superman es parte de una franquicia y, como tal, debe cuidar su imagen y no añadir cambios radicales que puedan disgustar a los consumidores. Cuando un personaje adquiere semejante categoría de icono, los cambios deben ser sutiles... y aún así pueden despertar polémica (ya ocurrió antes con la desaparición de los calzones rojos de su traje). Si la estética de este Superman del pueblo se hubiese mantenido durante varios años, ¿qué hubiese pasado con todos los productos que llevan una imagen del personaje sobre su superficie? Supongo que DC no quiso ni plantearse la pregunta y presionó a los autores para que volviesen a un aspecto más cercano al del Superman de toda la vida.
Sabiendo que las intromisiones editoriales en el trabajo de los autores han sido la norma desde el gran relanzamiento de DC, no me sorprendería que Morrison hubiese tenido que pasar por esta situación. Sus ideas para Superman eran bastante subversivas y es posible que la editorial se asustase con ellas. Esto explicaría por qué ese carácter reivindicativo del Hombre del Mañana se diluyó con tanta rapidez en favor de historias con menos carga política. El Superman del Nuevo Universo DC comenzó enfrentándose a empresarios corruptos, pero pronto pasó a hacerse cargo de invasiones alienígenas y enemigos procedentes de la Quinta Dimensión. La reivindicación dejó paso a la evasión de forma demasiado artificial, demasiado impropia de Morrison. Una vez más (como sucedió con New X-Men o Crisis Final) creo que sus ideas eran demasiado audaces como para poder compatibilizarse con un universo de ficción regido por una estricta política editorial que considera que los cambios radicales son peligrosos.
Así pues, diluido el espíritu rebelde y provocador, a Morrison no le quedó otra más que centrarse en la fantasía. No obstante, aún se pudieron ver muestras de sus reivindicaciones políticas y sociales en algunos detalles, como la presencia de un Superman afroamericano de un mundo paralelo que era presidente de Estados Unidos (y además tenía cierto parecido con Barack Obama) o de un Superman malvado que había sido concebido como una gigantesca franquicia global y que se imponía sobre cualquier alternativa de pensamiento. Este último personaje me resulta especialmente irónico, dado lo que acabamos de comentar sobre las intromisiones de DC en el trabajo de sus autores.
Centrándonos en el argumento, Morrison comenzó el primer arco con una historia sencilla en la que un primerizo Hombre del Mañana se enfrentaba con el Coleccionista de Mundos. Dicho personaje era la versión remozada de Brainiac, uno de sus villanos clásicos. El guionista concibió al nuevo Brainiac como un Inteligencia Artificial empeñada en preservar muestras de distintos mundos ante un inminente evento catastrófico. De esta forma, había ido miniaturizando y conservando ciudades de distintos planetas alienígenas hasta llegar a Metrópolis con la intención de añadirla a su colección. En este primer arco también se introducen dos villanos clave como son Lex Luthor y Metallo, aunque se me antoja que ambos están muy desaprovechados. Esto es especialmente sangrante en el caso de Luthor, que Morrison caracteriza de una manera muy interesante y también heredera de alguna de sus versiones clásicas. Leer una reimaginación de Superman en la que Luthor no es más que un mero secundario me resulta muy raro.
A partir de ese punto, ya con un Superman equipado con su uniforme y más cercano a su concepción canónica, Morrison se lanzó a contar una ambiciosa historia que sucedía simultáneamente en distintos momentos del tiempo. En ella no sólo recuperó a viejos personajes de DC como el Capitán Cometa, sino que además introdujo nuevos personajes como el Doctor Xa-Du o los Hombres K. Además, en dicha historia se permitió el lujo de recuperar elementos clave en la mitología de Superman: el portal a la Zona Fantasma, el perro Krypto, la Legión de Superhéroes y cierto personaje de nombre impronunciable procedente de la Quinta Dimensión. Resumiendo mucho, la trama de este arco argumental consistió en un ataque contra Superman que se produjo a través del tiempo, creando una compleja paradoja de las que tanto le gustan a Morrison y que relacionaba todo lo que había presentado en la colección hasta el momento.
Aunque podía resultar un tanto confusa al principio, esta historia fue una estupenda muestra de la pasión del guionista por la fantasía sin complejos. Alejándose de todo realismo, Morrison apostó por algunas de sus ideas más extravagantes y alucinógenas. A pesar de ello, me resulta curioso que esta etapa de Action Comics no armase demasiado ruido. Mientras que algunos de sus trabajos anteriores suscitaron encendidas polémicas, éste ha pasado casi sin pena ni gloria. Lo cierto es que - y con esto entro en mi valoración personal - estos cómics están bastante lejos de la brillantez de All Star Superman, pero poseen una chispa de ingenio y creatividad a la que sólo unos pocos pueden aspirar. Creo que Morrison no estuvo muy a gusto en esta serie y que tuvo que acelerar demasiado el ritmo de una historia que se hubiese disfrutado más de forma pausada. Quizá temiendo más presiones por partes de DC, tuvo que poner el turbo y comprimir sus planes para el personaje en un corto periodo. Tampoco ayudó el hecho de que contase con Rags Morales como dibujante regular, pues es bien conocido que se trata de un autor lento, poco apropiado para afrontar las fechas de entrega de una larga serie mensual. No creo que Morrison y Morales alcanzasen la deseada fluidez creativa por la sencilla razón de que el dibujante no podía seguir el ritmo del escocés.
A pesar de todo, el trabajo de Rags Morales es bastante notable. Con una estética que puede recordar a Will Eisner, el dibujante de obras como Crisis de Identidad ofrece una Metrópolis que combina clasicismo y modernidad, así como un Superman enérgico y potente. Sus páginas son dinámicas y rezuman dramatismo... al menos cuando tiene tiempo suficiente para darles un buen acabado, claro. Otros autores tuvieron que echarle una mano en más de una ocasión, rompiendo la unidad estética de la obra y con resultados desiguales. Entre ellos, el único que consigue destacar es Andy Kubert. Me pregunto qué hubiese sido de esta etapa si hubiese caído en manos de otro autor más cumplidor con las fechas de entrega como Kubert, que aquí sólo dibuja un par de números centrados en la Legión de Superhéroes. En mi opinión, este dibujante (que ya pasó por las páginas de Batman junto a Morrison hace un tiempo) hubiese sido un autor de lo más apropiado para el Superman del Nuevo Universo DC.
Por todo esto, la lectura de esta etapa de Grant Morrison y Rags Morales deja un sentimiento agridulce: posee grandes ideas que parecen haber sido truncadas de forma prematura, tiene un ritmo excesivamente acelerado, da la impresión de que podía haber dado más de sí y el dibujo es algo irregular, pero aún así está por encima de la media. Quizá esta etapa haya sido una pequeña decepción para lo que esperábamos algo al nivel de All Star Superman, pero incluso a medio gas el guionista escocés se sitúa por encima de gran parte del panorama actual del cómic mainstream americano.
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