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[Cómic] Reseña de Loki: El mentiroso, de Dan Watters y Germán Peralta: cuando la verdad es el arma más peligrosa

  En el pasado, las leyendas nórdicas hablaban del Naglfar, un navío que el Dios de las Mentiras estaba construyendo a partir de las uñas astilladas de los muertos y que, en el momento del final del tiempos, con la llegada del Ragnarok, navegaría para enfrentarse a los dioses de Asgard en un último enfrentamiento. Ese era el motivo por el que los hombres del norte se aseguraban de cortar bien las uñas de sus muertos antes de enterrarlos, pues querían evitar que sus almas acabaran formando parte de aquella terrible obra. Sin embargo, las leyendas ignoraban un hecho fundamental sobre el Naglfar: que no se nutría de las uñas de los que eran enterrados con honores y despedidos entre lágrimas, sino con las de los que eran abandonados en el campo de batalla, los repudiados, los malditos, los no deseados, los no amados. En un tiempo pasado, en un Ragnarok pasado, Loki comandó su horroroso barco en un feroz ataque contra los asgardianos, pero el ciclo ha dado muchas vueltas desde entonces y el Dios de las Mentiras ya no es el que fue. Ahora Loki es el Dios de las Historias, aliado de Asgard. Aquel suceso del pasado estaba olvidado… hasta que alguien robó el Naglfar de su lugar de descanso y lo estrelló contra el Árbol del Mundo, lanzando tres fragmentos cargados del poder y el rencor de los muertos no deseados, de los muertos no amados, por todo el universo. Instado por su hermanastro, Thor, el Dios de las Historias tendrá que recuperar los pedazos del arma que una vez construyó antes de que provoquen una catástrofe… y mientras lo hace quizá descubra que su pasado como Dios de las Mentiras no queda tan lejos como él creía.

Leo muchos cómics a lo largo de la semana, sobre todo cómics de superhéroes, y no tengo problema en admitir que muchos los leo por pura inercia: he seguido algunas colecciones durante tantos años que me parecería impensable dejarlas ahora, pues sería como renunciar a una rutina asentada con tanta fuerza que ya se ha vuelto una parte de mí mismo. Leer de esta forma implica una curiosidad desapasionada, en la que el objetivo no es tanto el disfrute como mantenerse al día de la evolución de tal o cual personaje, de sus interacciones con el resto de su universo y de las distintas historias en las que participa. En ese sentido, a veces me siento como un naturalista observando las criaturas que habitan un ecosistema dado y, eventualmente, registrando y analizando sus actividades. La diferencia radica en que mis criaturas habitan el mundo de las viñetas, no el mundo real. Algunas veces siento la necesidad de comentar algo sobre ellas y escribo una reseña, pero otras simplemente me limito a observar en silencio. Lo cierto es que pocos cómics me despiertan un entusiasmo ardiente o un odio recalcitrante. La mayoría me parecen mediocres, sin más. Del montón, ni especialmente buenos ni especialmente malos. Diría que buena parte de lo que publican las grandes editoriales superheroicas como Marvel o DC entra dentro de esa mediocridad. No obstante, a veces me encuentro con algunas historias que me sorprenden al mostrarme nuevas facetas de esos personajes, de esas criaturas, a las que llevo tanto tiempo observando y que ya creía conocer por completo. Esta es una de ellas.

A priori Loki: El mentiroso no parecía gran cosa. Era una simple miniserie de cuatro números con escasa trascendencia para la situación actual del Dios de las Historias en el Universo Marvel. Pensaba que iba a ser una lectura rápida que olvidaría tan pronto como la acabase, como tantas otras, pero el hecho es que ha ido cogiendo peso en mi interior a medida que reflexionaba sobre ella. Puede que sea porque está protagonizada por un tipo de personaje por el que siento una debilidad especial: uno que ha sido un villano durante tanto tiempo que ya no puede escapar de la sombra de su propio pasado por mucho que intente cambiar. Pero nadie es un villano sin motivo, ¿verdad? Puede que en los primeros tiempos de Marvel, allá por la década de los sesenta, la caracterización de los villanos no se tomara demasiado en serio y todo ellos, Loki incluido, se presentaran como seres planos cargados de histrionismo y sujetos a las motivaciones más peregrinas. La venganza, la conquista, el poder… son motivaciones propias de un villano de opereta y, más importante aún, no son un fin en sí mismo sino un medio para obtener un fin. Quien busca venganza es porque ha sufrido daño, de forma que lo que caracteriza al personaje en realidad no es tanto su búsqueda de venganza como la afrenta que ha recibido, el daño que se le ha infligido. Su verdadera motivación, por tanto, es compensar o reparar ese daño. Otro tanto se puede decir de quien persigue la conquista o el poder: quien busca controlar carece de control, quien busca dominar no conoce otro rol que el de dominado. Y eso es lo interesante. Eso es lo que hay que explorar en este tipo de personajes, sobre todo en estos villanos inmersos en una improbable ruta hacia la redención. Y eso es lo que muchos autores han estado haciendo con Loki en la última década, empezando por Kieron Gillen en su extraordinaria Viaje al Misterio, continuando por Al Ewing en su muy recomendable Loki: Agente de Asgard y llegando hasta Dan Watters en esta Loki: El mentiroso que estamos comentando.

Watters es un guionista al que no había seguido mucho la pista, ya que hasta ahora el grueso de su trabajo se encontraba en las editoriales independientes o en DC. Sólo lo conocía por Lucifer y por La Casa de los Susurros, dos series muy interesantes que se situaban dentro de esa iniciativa conocida como Universo Sandman de DC. Sin embargo, ha escrito otras cosas para la Distinguida Competencia que no he tenido el gusto de leer, como Batman: Leyendas urbanas o Crisis Oscura: Superhijos. Todos estos títulos cuentan con edición en castellano por parte de ECC, por cierto. En cuanto a sus obras en las editoriales independientes, Watters participó en la celebrada antología de terror Razorblades y fue el guionista de Home Sick Pilots, una serie que combinaba nostalgia noventera, música punk, angustia adolescente y robots gigantes (¡teniendo en cuenta su temática me sorprende no haberla leído todavía!). Tanto Razorblades como Home Sick Pilots están disponibles en nuestro mercado de la mano de la editorial Moztros, por lo que Watters no es un desconocido en estas tierras. La novedad es que ahora también publica en Marvel. Loki: El mentiroso es, de hecho, su primera incursión en la Casa de las Ideas.

Le acompaña el dibujo de Germán Peralta, un experimentado artista que ya lleva casi una década realizando trabajos para Marvel en títulos como Agentes de S.H.I.E.L.D., Fuerza de Asalto, Maestro o Pantera Negra. Puede que no sea uno de los grandes espadas de la editorial, pero su estilo se ha ido refinando con el tiempo y actualmente se encuentra en un punto muy dulce. Se trata de uno de esos dibujantes que se entinta a sí mismo, manteniendo el control sobre sus acabados. Sus páginas no sólo están resueltas con gran competencia y oficio, sino que también me parecen muy disfrutables. Quizá se le puede achacar un cierto estatismo o un cierto convencionalismo, pero puede que esto se deba más a las características propias del género de superhéroes que a otra cosa. Por otro lado, las portadas corren a cargo de Dustin Nguyen, un artista al que seguía con mucho interés hace años, cuando dibujaba series como Batman: Calles de Gotham y Batman: Puertas de Gotham. Me perdí su trabajo posterior tanto en American Vampire como en Descender y su continuación, Ascender, pero me reencontré hace poco con él en Little Monsters y recordé por qué me gustaba tanto. Sus portadas para esta miniserie están lejos de ser sus mejores obras, pero tienen un estilo propio muy reconocible y resultan muy expresivas. Puede que la del segundo número sea la más destacable de las cuatro.

Nos encontramos, pues, antes una obra sólida, elaborada por un equipo creativo muy solvente. También se trata de una obra accesible, que no requiere estar al día de la situación actual de Loki en el Universo Marvel ni precisa de lecturas previas para que el lector comprenda su propuesta. Es cierto que realiza algunas referencias a sucesos pasados, pero también ofrece toda la información pertinente para seguir el hilo de su historia sin tener que investigar demasiado. En efecto, como elemento mitológico que es, el Naglfar ha formado parte de las historias de Thor y Loki en el Universo Marvel desde hace muchos años. La primera vez que apareció el infame navío fue durante la clásica etapa de Walter Simonson en la colección del Dios del Trueno, en concreto en aquella celebrada historia en la que Skurge, el Verdugo, sacrificaba su vida para frenar a las tropas de Hela, la Diosa del Inframundo (The Mighty Thor #362 USA, de 1985). También jugó un papel importante durante la época de Vengadores Desunidos, al comienzo de aquel Ragnarok que supuso la muerte de Thor, el cierre de su colección y la desaparición de los asgardianos durante una larga temporada (Thor Vol. 2 #80 USA, de 2004). Más recientemente, ese heterogéneo grupo conocido como Asgardianos de la Galaxia se encontró con toda una armada de barcos a imagen y semejanza del Naglfar, cada uno con su propia tripulación de almas muertas (Asgardians of the Galaxy #1 USA, de 2018). No es necesario haber leído estas viejas historias ni estar familiarizado con la leyenda original del navío construido con las uñas astilladas de las muertos para disfrutar de la historia que construyen Watters y Peralta, insisto, pero tengo la impresión de que ambos autores construyen su propuesta siendo muy conscientes de todo ese trasfondo previo. Sin ir más lejos, el Naglfar que dibuja Peralta está claramente basado en el que dibujó Simonson hace casi cuarenta años.

El elemento novedoso que aporta Loki: El mentiroso a la mitología del Naglfar es que, en esta ocasión, conocemos el punto de vista de las almas de los muertos no deseados, los muertos no amados, que habitan el interior del barco. Nos encontramos ante una especie de narrador colectivo que relata los acontecimientos que se muestran desde el punto de vista de los muertos, pero no es un narrador imparcial ni mucho menos: los muertos son lo más parecido a un villano que tiene esta historia, pues aprovechan su inesperada libertad para conspirar en contra de su creador, Loki, el artífice del barco maldito, con el único objetivo de hacerle daño. En cierto sentido, los muertos saben que su escapada no durará mucho y que pronto volverán a estar aprisionados junto al resto del Naglfar. Después de todo, el accidente que provocó la ruptura de varias piezas del navío fue algo muy inusual que no volverá a repetirse en mucho, mucho tiempo. Si no aprovechan ahora para vengarse de Loki, quizá tengan que esperar cientos o miles de años hasta que se presente otra ocasión.

Lo curioso es que sobre esta base no se haya construído una historia más extensa. Loki: El mentiroso abarca cuatro números (Loki: The Liar #1-4 USA, todos publicados durante 2023), siendo el primero el que plantea el detonante de la historia: el Naglfar es robado de su lugar de descanso y los incompetentes ladrones acaba estrellándolo contra el Árbol del Mundo, por lo que pierde tres fragmentos que son arrastrados por las corrientes del espacio y el tiempo a diversos lugares del Universo Marvel. Me resulta llamativo que no sean nada más que tres fragmentos, cuya búsqueda por parte de Loki se salda en los tres siguientes números, a razón de uno por número. Esta es una de esas historias que se podrían haber estirado más, pues el número de fragmentos podría haber sido mayor y la miniserie podría haberse extendido a lo largo de algunos números más. Es más, en este caso concreto creo que podría haber beneficiado a la propia historia y haber ayudado a que su conclusión ganara en contundencia. Loki: El mentiroso es una historia que explora las consecuencias de los actos de Loki y no sólo los actos de su pasado remoto, como la construcción del propio barco fantasmal que pone en marcha los acontecimientos, sino también sus actos recientes, incluso los que lleva a cabo en esta misma serie limitada. En su búsqueda de los fragmentos perdidos, el Dios de las Historias se encontrará con situaciones complejas que requerirán tomar delicadas decisiones morales. Sobra decir que Loki no es un personaje que destaque por su moralidad, ni siquiera en su etapa como antihéroe, pero las consecuencias de sus actos suelen quedar siempre eclipsadas por su astucia, su verborrea y su carisma. Pues bien, en el cuarto y último número de la serie los muertos del Naglfar se encararán con Loki y le recriminarán el daño que ha hecho para cumplir su misión. Para reunir los tres fragmentos provocará indecibles cantidades de muerte y sufrimiento, pero, por supuesto, saldrá impune por esa astucia, esa verborrea y ese carisma que han conformado esa imagen de sinvergüenza adorable que le ha caracterizado los últimos diez años (y que tan influencia está por el Loki del universo cinematográfico). Que alguien se encare con él equipado con la verdad como única arma me parece un detalle magnífico y quizá por eso la miniserie habría quedado algo más redonda añadiendo un par de números, con un par de fragmentos más que buscar y un par de intervenciones de moral cuestionable más por parte del Dios de las Historias.

Un aspecto que me ha llamado poderosamente la atención es que, durante esta historia, Loki mantiene el control y presenta esa imagen confiada que tanto aprecian los lectores… hasta el momento en que las almas de los muertos amenazan con desvelar su verdad más íntima. Ese es el único momento en el que Loki, el tramposo adorable, el carismático cuentacuentos, se enfada como se enfadaba el Loki de antaño. Y me atrevería a decir que ese es el único momento en el que Loki se muestra tal y como es, pues la cuidadosa máscara que se ha construído a sí mismo cae por un instante y deja entrever lo que hay debajo. Porque no hay nada que un mentiroso tema más que la verdad que ha estado ocultando a todos, incluso a sí mismo. ¿Por qué construyó Loki el Naglfar en primer lugar? ¿Por qué emplear las almas de los rechazados, de los no deseados, de los no amados, para construir semejante instrumento de venganza? Esta es la cuestión clave de la historia y una que se resuelve con gran maestría en la secuencia final del cuarto número. Todo el viaje conduce hasta ese momento y por eso creo que el mensaje que deja esa secuencia se podría haber apuntalado algo más si los autores hubieran contado con un par de números extra. Aún así, admiro la capacidad de Watters y Peralta para ofrecer una historia con tan buenos mimbres en apenas cuatro números. Muchos autores son incapaces de construir una propuesta tan sólida en una extensión tan reducida.

En ocasiones, cuando los autores sólo disponen de unos pocos números para desarrollar su propuesta, se ven obligados a elegir entre el progreso del argumento y la caracterización de los personajes. No es el caso de Loki: El mentiroso, en la que ambos aspectos van de la mano. Nos encontramos ante la encarnación más moderna de Loki, una que está muy influida por lo que autores como los antes mencionados Kieron Gillen y Al Ewing han escrito sobre el personaje. Este es un Loki muy actual, muy apegado al momento en el que nos encontramos, por lo que no tiene problemas en referenciar la cultura popular y los memes de Internet (me ha parecido muy divertida la explicación sobre el origen del conocido meme del hombre de Florida que ofrece el primer número, por cierto). Al mismo tiempo, este también es un Loki de género fluido en el más amplio sentido del término, ya que “fluye” a lo largo del continuo que va de un género a otro a medida que van pasando los números. En el primer número nos lo encontramos con apariencia masculina, pero en buena parte de las siguientes entregas aparece con apariencia femenina o con un aspecto deliberadamente ambiguo. Me encanta que los autores abracen esta faceta del personaje y la incluyan con toda normalidad en sus historias. Me ha decepcionado un poco que en esta miniserie no llegue a emplearse el lenguaje inclusivo para referenciar a Loki como sí está sucediendo actualmente en la serie regular de El Inmortal Thor que escribe Al Ewing (incluso la edición de Panini ha optado por incluir pronombres y términos neutros en su traducción al castellano, aún a sabiendas de que la decisión iba a ser muy criticada por el sector más rancio y conservador de los lectores), pero desde luego su interpretación de Loki sigue la tónica progresista de los últimos tiempos. No obstante, creo que el mayor acierto de caracterización de Loki: El mentiroso consiste en interpretar al Dios de las Historias como un ilusionista, un prestidigitador, alguien que emplea toda una serie de trucos para desviar la atención de aquellos que se cruzan en su camino y evitar así que se planteen las cuestiones verdaderamente importantes. Toda su vertiente canalla, su género cambiante, su legendaria oratoria… no son más que distracciones, una fachada que nos impide conocer al verdadero Loki. Porque Loki no quiere ser conocido, claro está. Porque ni siquiera Loki se conoce a sí mismo. Porque Loki es capaz de aceptar su propia verdad. Porque resulta que Loki es un mentiroso... y los mentirosos también se mienten a sí mismos. Este es un fantástico ejercicio de caracterización que permite que nosotros, los lectores, interpretemos al personaje de una forma novedosa. Personalmente, me alegra comprobar que aún quedan autores capaces de ofrecer lecturas atrevidas y rompedoras de un personaje sin necesidad de alterar su núcleo fundamental.

Hace falta sensibilidad, sutileza y también una cierta capacidad de abstracción para adentrarse en la psique de un personaje de esta manera. La mayoría de historias superheroicas ponen el foco en lo que sucede en el exterior, no en el interior. Y cuando optan por explorar la vida emocional de un personaje suelen abordar sus aspectos más superficiales. Ese es el motivo por el que el romance entre superhéroes me resulta tan simplón y falto de interés, por ejemplo. No hay muchas historias que pongan el foco en aspectos tan delicados como la culpa, el autoengaño, la alienación o el sentimiento de rechazo… y las que se me ocurren carecen de esa sensibilidad, esa sutileza y esa capacidad para entender que existe todo un abanico de experiencias humanas que van más allá de las emociones que podemos observar a simple vista. La alegría, la tristeza, la ira… no son más que los ladrillos fundamentales con los que se construye la experiencia emocional en toda su amplitud. Los autores del fallecido sello Vértigo y los autores independientes siempre han sido conscientes de esto, pero los del género de superhéroes... no tanto. Es una suerte que Watters venga precisamente de ese intento por resucitar una porción de Vértigo como fue el Universo Sandman de DC y también de trabajar con las editoriales independientes, pues se ha traído ese enfoque al Universo Marvel.

A lo largo de Loki: El mentiroso, veremos al Dios de las Historias recorrer el Universo Marvel en pos de los fragmentos del Naglfar. Uno de ellos aterriza en Nidavellir, el reino de los enanos, recientemente arrasado por el simbionte Matanza en su búsqueda de poder. Los escasos supervivientes tratarán de usar ese fragmento como arma, provocando un conflicto que podría acabar con lo que queda de su especie. Otro fragmento aparece en un lejano planeta en el que un héroe legendario se sacrificó mucho tiempo atrás, dando lugar a una tradición que ha marcado el destino de todo ese mundo, que ahora está protegido por el Imperio Kree-Skrull unificado por el Emperador Dorrek VIII (más conocido como Hulkling de los Jóvenes Vengadores). La desaparición de este segundo fragmento podría poner en peligro toda la cultura del planeta y desestabilizar así su alianza con el Imperio. Finalmente, el último fragmento se estrella en Midgard, donde acabará en manos de Bullseye, nada menos. El antiguo enemigo de Daredevil es célebre por poder convertir cualquier objeto en un arma letal, por lo que este último fragmento tiene potencial para convertirse en el más peligroso de todos… aunque lo haga de una forma inusual y sorprendente. Bullseye suele emplear armas arrojadizas muy afiladas, ¿pero qué puede haber más afilado que un cuchillo? La respuesta son las palabras; palabras que tienen el poder de herir incluso a un dios. Teniendo en cuenta lo comentado en los párrafos anteriores, es obvio que ninguno de estos escenarios va a salir bien parado cuando Loki entre en escena dispuesto a cumplir su misión. Su intromisión en Nidavellir dejará el ya devastado reino cubierto de sangre, mientras que su viaje al espacio pondrá en peligro esa importante alianza del Imperio Kree-Skrull (y de paso le hará decepcionar una vez más a sus viejos colegas de los Jóvenes Vengadores, Wiccan y Hulkling, que aquí ejercen el rol de personajes invitados al que se han visto reducidos en tiempos recientes). Para cuando le toque enfrentarse a Bullseye, su misión ya habrá provocado una buena cantidad de consecuencias desagradables. ¿Y todo por qué? ¿Por un error que cometió mucho tiempo atrás, cuando aún era el Dios de las Mentiras?

Lo que nos insinúa Loki: El mentiroso es que quizá el Dios de las Mentiras y el Dios de las Historias no sean tan distintos. Al fin y al cabo, ¿qué son las historias sino mentiras vestidas de una forma elegante? La tragedia de los mentirosos y de los cuentacuentos es la misma: nada de lo que dicen es verdad. Ni siquiera lo que se dicen a sí mismos. Y Loki se ha dicho muchas cosas a sí mismo durante la última década, desde luego. Ha reinventado su historia en múltiples ocasiones con la esperanza de convertirse en algo distinto a lo que era en el pasado, pero eso no hace que su historia sea verdadera. El mentiroso sigue siendo un mentiroso y en esta historia tendrá que encararse con sus mentiras, viejas y nuevas por igual. La resolución de ese encuentro, sobre la que prefiero no desvelar más, nos dice mucho sobre quién es Loki en realidad.

Decía al principio que a veces me siento como un naturalista que lleva mucho tiempo observando a sus criaturas en su entorno natural. He leído muchas historias sobre Loki a lo largo de mis años como aficionado al Universo Marvel y he aprendido mucho sobre quién es Loki, así que tengo un concepto muy bien construido en mi cabeza sobre este personaje. La gran mayoría de historias con las que me voy encontrando en mi rutina semanal de lecturas marvelitas vienen a confirmar ese concepto. Sólo unas pocas llegan a enriquecerlo con elementos novedosos. Aún menos son las que llegan a cuestionarlo, obligándome a que me lo replantee, a que vuelva a mirar al personaje con otros ojos, como si fuera una criatura nueva y no una que he estudiado durante tantísimo tiempo. Loki: El mentiroso me ha parecido una lectura realmente refrescante porque ha venido a cuestionar lo que creía saber sobre Loki y, en efecto, me ha llevado a observar a mi criatura con una mirada nueva, libre de todo el bagaje acumulado y abierta a lo inesperado, a lo sorprendente. Y, así, de repente, todas esas lecturas que se habían convertido en una rutina repetitiva han vuelto a resultarme novedosas y emocionantes de nuevo. Porque incluso un cosmos de ficción tan agotado, tan desgastado y tan cómodo en su posición de mediocridad como el Universo Marvel sigue albergando un potencial infinito para resultar novedoso y emocionante si se le da la oportunidad. Si sigo ejerciendo ese papel de observador incansable de las criaturas de este universo es precisamente por eso.

Los cuatro números que componen la miniserie Loki: El mentiroso están disponibles en un tomo recopilatorio publicado en castellano por Panini Cómics a un precio de 14,50€. Es una lectura que es fácil ignorar dada la enorme cantidad de títulos de Marvel que llegan a las librerías todos los meses, pero creo que tiene mucho más que ofrecer de lo que parece. No sé si logrará hacer que te replantees todo lo que sabes sobre Loki como me ha sucedido a mí, pero sin duda te ofrecerá una interesante reflexión sobre las mentiras que nos contamos a nosotros mismos... y sobre los motivos por las que nos las contamos.

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