Prehistoria mutante es una serie de artículos en los que vamos a ir repasando los números de la Patrulla-X original uno a uno. En cada entrega se comentará uno de los números de esta etapa fundacional de los mutantes de Marvel, empezando por el primero... y de ahí hasta donde lleguemos.
La primera aparición del Juggernaut supuso también la primera historia que abarcaba más de una entrega en esta etapa primigenia de los mutantes marvelitas. The X-Men #12 USA fue un número muy sólido, que supo manejar bien los tiempos para crear tensión ante la desconocida y ominosa amenaza que se aproximaba imparable hacia la escuela del Profesor Xavier. Mientras tanto, el propio Xavier narraba algunos episodios de su pasado y desvelaba la existencia de su hermanastro, Caín Marko, un hombre al que había visto por última vez cuando el techo de un antiguo templo erigido en honor de la deidad mística Cyttorak caía sobre él y lo dejaba sepultado. Aquella entrega acabó con la viñeta que desvelaba al fin la apariencia de Caín, ahora convertido en un Juggernaut humano; una viñeta a la que le faltó algo de fuerza. Es posible que exagerase un poco en mi comentario de ese número, pero sigo pensando que los acabados de Alex Toth no fueron los más adecuados para complementar los bocetos de Jack Kirby. En ese sentido, el apartado gráfico mejoró un poco en The X-Men #13 USA, pues en sus páginas los bocetos de Kirby fueron acabados por Werner Roth (firmando con el pseudónimo de Jay Gavin), quien le sustituiría como dibujante regular hasta la llegada de Neal Adams. El dibujo de Roth se adaptaba bastante mejor al estilo de Kirby, pero, obviamente, nunca llegaría a estar a la altura… y eso supondría un importante hándicap para la colección.
Lo cierto es que las primeras páginas de The X-Men #13 USA logran mostrar una imagen mucho más intimidante y agresiva del Juggernaut que la última viñeta con la que terminó la anterior entrega. La portadilla con la que se abre, que muestra a un empequeñecido Xavier entre las dos piernas como pilares de su transformado hermanastro, hace mucho por resaltar el tamaño y la fuerza del Juggernaut. Pese a todo, sigo teniendo la impresión de que algo falla en esta versión del personaje. Quizá sean las proporciones de su cuerpo, mucho menos exageradas que las de versiones posteriores, o quizá sea la forma de su casco, menos achatada y más curvada de lo que estoy acostumbrado a ver. Sea lo que sea, este Juggernaut no llega a impresionar tanto como debería en el apartado visual. Lo que hay que reconocer es el acierto en su diseño, que no en vano ha permanecido casi inalterado durante todos estos años desde que se dejó ver por primera vez en 1965. El casco tachonado o las bandas en los brazos y los nudillos son elementos bien reconocibles que desde entonces han estado asociados al alter ego de Caín Marko.
Pero, como era habitual en los primeros tiempos del Universo Marvel, algunos conceptos alrededor del personaje aún estaban a medio formar. En The X-Men #13 USA, el Juggernaut tiene la extraña capacidad de proyectar una especie de aura energética con la que repele ataques sin necesidad de establecer contacto físico. Da la impresión de que su tan cacareada invulnerabilidad se debe más a dicha aura que al hecho de que su cuerpo sea, en efecto, invulnerable a cualquier tipo de daño. Tampoco queda muy clara la naturaleza de su conexión con Cyttorak. Parecería que, al fusionarse con el rubí, el Juggernaut ha recibido los dones del dios de la magia negra, pero Xavier llega a indicar que lo suyo en realidad es una maldición dejada atrás por Cyttorak al ser expulsado de esta esfera. A mí esto no me termina de encajar. Al fin y al cabo, ¿qué pretende conseguir una maldición que convierte al afectado por ella en un ser imparable de gran fuerza y resistencia sin igual? Aún tendrían que pasar unos cuantos años para que se terminase de aclarar que el Juggernaut es una especie de avatar de Cyttorak, un humano dotado con poderes procedentes del ser místico. Otros seres místicos demostrarían tiempo después tener también la capacidad de crear sus propios avatares, cada uno con unas características distintas que reflejaban las peculiaridades de su creador. Si el Juggernaut es así, por tanto, es porque refleja las características de Cyttorak. Si quieres saber más al respecto, recomiendo la lectura de una saga de los Vengadores llamada El Octavo Día, en la que Kurt Busiek y George Pérez exploraron este tema de los avatares de los viejos dioses de la magia.
Entrando ya en materia, The X-Men #13 USA está compuesto por unas veinte páginas en las que lo que prima por encima de todo es la acción. Nada más empezar, Xavier trata de utilizar sus poderes psíquicos contra su hermanastro y descubre con horror que el casco que lleva le hace inmune a cualquier manipulación telepática. De esta forma, el último recurso que tantas veces se había empleado en historias anteriores y que tantas victorias había supuesto para los mutantes queda aparentemente descartado. La Patrulla-X tiene entonces que hacer lo posible por mantener al Juggernaut alejado de su profesor mientras Xavier busca una solución. Lo que siguen son varias secuencias de pelea intercaladas con los breves momentos en los que el mentor de los Hombres-X prepara un plan para vencer. Aquí ya no hay espacio para relatos del pasado. Sólo para la amenaza del presente.
Xavier corre a buscar su mentocasco, un artilugio que hace aquí su primera aparición y que veremos un par de veces más en el futuro próximo. No obstante, recuerda a artefactos similares aparecidos en aventuras anteriores, como por ejemplo el amplificador con el que derrotó a los secuaces circenses de la Mole cuando atacaron la escuela. Puede que no en apariencia, pero sí en funcionalidad, pues el mentocasco no deja de ser otro potenciador que aumenta la intensidad de los poderes del telépata. Mientras lo lleva puesto, sus poderes mutantes se van recargando como si de una pila se tratase, preparándose para el encuentro final con el Juggernaut. Pero Xavier también lo usa para lanzar un mensaje de ayuda; un mensaje que llega hasta Nueva York y es recibido tanto por la Brigada Juvenil (un equipo muy asociado a la Marvel de aquellos años) como por Daredevil (en pleno juicio bajo su identidad civil de Matt Murdock). No son más que meros cameos, pero hay que reconocer que sus apariciones no son frecuentes en las historias de la Patrulla-X.
Pero quien acaba respondiendo a la llamada del profesor no es otro que Johnny Storm, la Antorcha Humana de los Cuatro Fantásticos, en lo que supone la primera aparición de un integrante del cuarteto en la colección mutante. Por supuesto, los Hombres-X y los Cuatro Fantásticos ya se habían encontrado antes, aunque había sido en la colección de estos últimos: fue en Fantastic Four #28 USA, en una historia en la que el Amo de Marionetas unía fuerzas con el Pensador Loco. Ambos villanos intentaron manipular a Charles Xavier para que su Patrulla-X derrotase a sus odiados enemigos, fracasando en su empeño. De ahí viene que la Antorcha reconozca al emisor del mensaje telepático, aunque al principio desconfíe de él por la cercanía de la boda entre Reed y Sue, que como todos sabemos atrajo la atención de buena parte de los supervillanos del todavía incipiente Universo Marvel.
Hay un momento que me parece muy divertido en el que vemos a la Antorcha revisando un coche de carreras junto a sus amigos cuando de repente recibe el mensaje telepático de Xavier. “¡Lo sabía! ¡En cualquier momento gritará ‘llamas a mí’ y saldrá volando de aquí!”, dice uno de los jóvenes, consciente de lo que supone ser amigo de un superhéroe.
Mientras esto sucede, Cíclope y el Ángel apenas han conseguido frenar ligeramente al Juggernaut. De todos los enemigos que había tenido la Patrulla-X hasta este momento, el hermanastro de Xavier es quizá el más violento de todos. Podría poner como ejemplo la viñeta en la que agarra al Ángel y lo usa como escudo ante los rayos ópticos de Cíclope, que denota una fisicalidad ausente en otros villanos que actúan más a través de sus poderes que de sus puños. El Juggernaut se mueve lentamente, pero escapa de todas las trampas que le preparan los mutantes a base de golpes; golpes muy contundentes. No tengo claro que los tebeos de aquella época estuviesen preparados para una violencia tan contundente. Me da la impresión de que los autores tuvieron que contenerse para no mostrar a Caín Marko pisoteando uno a uno a todos los Hombres-X. El personaje transmite una sensación de amenaza muy particular; una muy física, muy primaria, que tiene que ver con los golpes, con el daño en su forma más simple. Caín Marko era un matón y ser potenciado por la magia de Cyttorak no ha cambiado eso.
Después de la derrota de Cíclope, el Ángel y el Hombre de Hielo, es el turno de la Bestia para enfrentarse al villano. Es un emparejamiento lógico, ya que sus poderes también se manifiestan de una forma muy física. Pero claro, no están a la altura de la fuerza bruta del Juggernaut y por eso tiene que emplear una inteligente artimaña para retrasar su avance: conducirlo hasta la Sala de Peligro. Allí puede lanzar todas las máquinas asesinas de Xavier contra su imparable enemigo... provocando de paso destrozos por decenas de miles de dólares. Es la misma estrategia que empleará Kitty Pryde muchos años después, cuando un demonio N’Garai se adentre en la mansión una Nochebuena, aunque para eso aún falta muchísimo.
La pelea entre el Juggernaut y la Bestia está muy bien resuelta y hace que el lector tema por la integridad del alegre Hank McCoy. Primero el Juggernaut parece romperle una pierna (aunque la Bestia apuntará más tarde que no tiene más que un esguince grave) y luego está a punto de dejarse la cabeza en uno de los “rodillos de la muerte” de la Sala de Peligro. Supongo que a Xavier debió parecerle muy importante que su sala de entrenamiento dispusiese de un cilindro rodante de acero de diez toneladas, por algún motivo que no acabo de entender. El objeto en cuestión no le hace ni un rasguño al Juggernaut, pero está a punto de llevarse por delante a la Bestia. Eso sí, de forma muy limpia. Pese al nivel de violencia y la dureza de los golpes que se muestran, la sangre brilla por su ausencia en este número. Habría sido demasiado para las sensibilidades de entonces, supongo.
Finalmente, la Antorcha Humana llega a la escuela y se encara con el Juggernaut, que para entonces ya ha dejado por los suelos a toda la Patrulla-X (excepto a la Chica Maravillosa, que había estado custodiando a su mentor todo el rato). ¿Y cuál es el papel del miembro más joven de los Cuatro Fantásticos en esta batalla? ¿Cuál será su crucial aportación al enfrentamiento? ¿Para qué lo ha traído el Profesor Xavier, malgastando valiosa energía psíquica que podría haber reservado para la lucha final contra su hermanastro? Pues para ejercer como distracción, nada más. El verdadero plan de Xavier requiere de las habilidades del Ángel, así que la Antorcha sólo está aquí para hacer tiempo mientras el mutante alado se recupera y puede entrar otra vez en acción. Qué bajón, ¿no?
Entiendo la importancia de las apariciones de personajes de otras colecciones para crear esa sensación de universo compartido y cohesionado que hizo famosa a la Marvel de entonces, ¿pero de verdad era necesario traer a la Antorcha Humana para esto? Si tan grave y urgente era la necesidad, ¿por qué no usar a la Antorcha para avisar a los Cuatro Fantásticos al completo? ¿No habría sido más útil emplear a la Cosa si lo que buscaban los mutantes era retrasar al Juggernaut? ¿Y no habría sido algo más acorde con lo que se esperaba de aquellos años? Después de todo, la Cosa era la vara de medir con la que se comparaba a todo nuevo personaje que aparecía en este cosmos de ficción. Para descubrir cuán fuerte era tal o cual personaje, lo que había que hacer era enfrentarlo a la Cosa. Curiosamente, no recuerdo que haya habido muchos combates entre la Cosa y el Juggernaut. Sólo me vienen a la cabeza dos ejemplos, de hecho. El primero se produjo durante las segundas Guerras Secretas (Secret Wars II #7 USA), en un número en el que el Juggernaut aparecía como parte de un ejército de villanos reclutado por Mefisto para atacar al Todopoderoso, con la Cosa tratando de evitar su avance. Aquello fue algo más bien anecdótico, aunque en esa historia la Cosa llegó a frenar al supuestamente imparable Caín Marko. El segundo se produjo durante la temporada en la que Coloso se hizo con los poderes del Juggernaut, durante el evento que enfrentó a los Vengadores contra la Patrulla-X (AVX: Vs #3 USA). Ese choque acabó con Coloso como vencedor, pero cuesta contarlo como victoria para el Juggernaut al no estar implicado Caín Marko.
Hubiese estado bien ver aparecer a la Cosa para repartir unas tortas, en definitiva, pero el número nos deja con las ganas. Al final la Antorcha Humana logra cegar al Juggernaut con un estallido de luz el tiempo suficiente como para que el Ángel se recupere y pueda arrancarle el casco, ya aflojado por la Bestia durante el combate de las páginas anteriores. De esta forma, es la maniobra del Ángel la que le otorga a Xavier la oportunidad para emplear sus poderes contra su hermanastro. “Si las cosas hubieran sido diferentes, podríamos haber sido amigos. ¡Hermanos de verdad! Pero tú no querías que fueran de otra manera. Este último capítulo quedó escrito cuando nos conocimos, y es la única manera en la que podría haber terminado”, afirma el telépata antes de fulminar con una descarga a su enemigo. No se puede decir que la intervención de la Antorcha Humana haya sido realmente relevante en este número, pero al menos da lugar a este dramático intercambio final entre los dos hermanos. El Juggernaut ha sido derrotado al fin, una vez más a causa de los poderes de Xavier. Como sucedió con tantos otros enemigos. Como suele suceder siempre. Los miembros de la Patrulla-X siguen siendo personajes secundarios dentro de su propia serie. Es más, tanto los Hombres-X como la Antorcha han sido meros comparsas en esta aventura.
Tanto es así, que Xavier llega a borrar la memoria del encuentro a Johnny Storm, manipulando su mente sin su consentimiento de una forma gratuita e innecesaria. Como hemos visto en los comentarios de las historias previas, este es el modus operandi habitual del bueno del profesor. Se puede excusar aludiendo a la necesidad de mantener en secreto su asociación con la Patrulla-X o de ocultar la localización de la base de operaciones del grupo, pero aquí tenemos una vez más a Xavier manipulando la mente de un inocente sin pensárselo dos veces. Y no de un inocente cualquiera, sino de un reputado héroe. ¿Cómo confiar en un personaje así?
Terminando ya, diría que The X-Men #13 USA es un buen número. Quizá no tan bueno como la primera parte de la historia, que supo mantener el misterio acerca del nuevo enemigo hasta su última viñeta, pero una lectura agradable en cualquier caso. Por esa misma razón su final deja tan mal sabor de boca. Primero vemos a Xavier disponer de la Antorcha Humana sin muchos miramientos, lo cual ya genera cierta inquietud, pero lo cierto es que lo que viene a continuación es aún peor: las viñetas que cierran el número nos muestran a los varones del equipo, recuperándose de sus heridas en sendas camillas de hospital mientras son atendidos por la Chica Maravillosa… que por supuesto va vestida de enfermera. La serie llevaba ya muchas páginas sin poner en evidencia el machismo imperante en la década de los sesenta, así que lo hace aquí como remate final. “Mi madre solía besarme para acelerar mi recuperación”, afirma de forma burlona la Bestia. Para eso ha quedado Jean Grey después de haber tenido una presencia casi testimonial en toda esta historia, para cuidar a sus compañeros masculinos mientras le hacen insinuaciones. Qué triste.
También es bastante triste el chiste con el que acaba el número, en el que Xavier insta a sus hombres a recuperarse porque tiene algo que entregarles: una escoba a cada uno para que se pongan a limpiar la escuela, que ha quedado destrozada tras el paso del Juggernaut. ¿No es simpático el bueno del profesor? Tiene una sala llena de máquinas letales para entrenar a sus alumnos, le borra la memoria a la gente cuando le viene en gana y además se ríe de sus heridos Hombres-X, que podrían haber muerto enfrentándose al mismo hermanastro que él dejó sepultado años atrás en un remoto templo. ¡Qué maravilla de persona! ¡Qué ejemplo a seguir! Me cae muy mal el Xavier de esta época, lo sé. No puedo disimularlo.
Así se cierra la historia en dos partes que sirvió para presentar al Juggernaut. El destino del villano no queda del todo claro en estas páginas, pero no pasará mucho tiempo hasta que lo veamos de nuevo. Claro que antes vendrá otro de los momentos clave de la prehistoria mutante: la llegada de ciertos robots cazadores de mutantes que jugarían un importante papel en el futuro de la Patrulla-X.
Y hasta aquí el comentario de The X-Men #13 USA. En el siguiente número: entre nosotros acechan… ¡los Centinelas!
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