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[15º aniversario] Tres lustros de Mundos hipotéticos: ¿y ahora qué?

  El 5 de octubre de 2008, hace ya quince años y un día, publiqué la primera entrada de mi blog. La blogosfera era muy distinta por aquel entonces. Para empezar, aún existía una blogosfera. Aunque cuando yo entré en ella ya estaba empezando a mostrar ciertas señales de desgaste, lo cierto es que era un entorno muy activo y repleto de gente deseosa de participar en proyectos creativos. En una época en la que las redes sociales todavía eran demasiado rudimentarias y hacer un podcast o grabar un vídeo no eran actividades al alcance de todos, la blogosfera se presentó como el camino más fácil para expresarse en la red. Mucha gente se lanzó a recorrerlo con alegría, yo incluído. Quince años después, la blogosfera está más muerta que viva. Ahora es poco más que un cadáver andante, canibalizado por otros medios que requieren menos esfuerzo y se pueden consumir con mayor rapidez. Hoy el camino fácil se encuentra en otras partes y sólo los nostálgicos o los cabezotas permanecen aquí. Me he dado cuenta de que llevo quince años aquí, ¿qué voy a hacer ahora?

Estos días he tenido ocasión de reflexionar mucho sobre el tiempo que he dedicado a escribir en la red. Quería echar la vista atrás para contemplar de dónde vengo y en qué punto me encuentro antes de decidir hacía dónde voy a dirigirme. Este texto ha sido el resultado. No sé si mi experiencia puede resultarte de interés, pero te invito a que me acompañes a través de este viaje de tres lustros, si quieres.

El pasado

Me gusta escribir. Si sólo vas a recordar una cosa sobre mí, que sea esa. Me gusta escribir. Llevo quince años escribiendo en este blog. No le habría dedicado quince años si no me gustara, ¿verdad? Aún así, no me considero un buen escritor. Soy muy consciente de mis escasos recursos y de mis numerosas limitaciones, créeme. Conozco mis tics característicos, mis malos vicios y mis errores frecuentes; o, al menos, eso creo. Algunos los he ido corrigiendo con el paso del tiempo y otros los he conservado para mantener el sabor propio de mis textos. Me gusta creer que componen algo parecido a un estilo. Pero no soy un buen escritor y es bastante probable que nunca lo sea. Tampoco estoy convencido de querer serlo. Escribo porque me gusta, nada más.

Empecé a escribir siendo muy niño, puede que con diez u once años. Imagino que todos los niños a los que les encanta leer acaban desarrollando también un cierto gusto por la escritura. El primer texto que recuerdo haber escrito era una historia corta protagonizada por mí mismo, mi hermana y mis primos en la que, cómo no, yo era el héroe. La escribí en mi primera máquina de escribir; una máquina de escribir eléctrica que en aquel tiempo era lo último de lo último y que hoy no es más que una antigualla inutil. La historia se perdió en algún momento y ya no la conservo, pero recuerdo que trataba sobre una invasión extraterrestre y que estaba terriblemente mal escrita. Su final quedó abierto para una continuación que nunca llegó.

El siguiente hito llegó en mi adolescencia. Fue entonces cuando descubrí los juegos de rol y, muy en especial, Vampiro: La Mascarada. Aquel juego narrativo de horror personal supo capturar como nadie el zeitgeist de su época. Los alegres y coloridos ochenta habían terminado y los noventa llegaron cargados de desencanto y apatía. La ansiedad por el cambio de siglo flotaba en el ambiente y los jóvenes necesitábamos emociones fuertes y experiencias extremas. Todos queríamos ser provocadores, oscuros y edgy. Vampiro: La Mascarada nos permitió serlo; incluso a mí, que no era más que un pardillo cuando llegué al instituto. Con aquel juego de rol nació la necesidad de contar historias y con ella la necesidad de diseñar escenarios, de crear personajes y de pensar en el mundo que les rodeaba. Empecé a poner todas esas ideas dispersas por escrito y de ahí empezaron a surgir narraciones y relatos. En todos los años que le dediqué a Vampiro: La Mascarada, que no fueron pocos, la cantidad de materiales escritos que generé fue considerable. Me enorgullezco de conservarlos todos, aunque en su gran mayoría me parecen muy malos; apasionados, sí, pero también muy malos. Creo que ellos son los responsables de que piense que escribir ficción no es lo mío.

Habían llegado ya mis años universitarios cuando empecé a escribir en Internet de forma habitual. Fue entonces cuando llegó el fenómeno del Fotolog, al que yo también me sumé. Allí podías publicar cada día una imagen acompañada de un pequeño texto, lo cual se acabó convirtiendo en una especie de rutina. Nada de lo que publiqué allí merecía realmente la pena, aunque recuerdo haber preparado algunos textos con bastante mimo. Los conservo todos en un viejo disco duro que ya no arranca, por si algún día puedo recuperarlos. Creo que lo que hice en Fotolog fue lo que me llevó a dar el siguiente paso. También fue allí donde empecé a utilizar el nick por el que se me conocería durante muchos años: Okubo.

No recuerdo el motivo concreto, pero un día decidí que debía abrir un blog en condiciones. Era lo que hacía todo el mundo en ese momento, pues la blogosfera estaba en plena ebullición. Yo mismo visitaba con frecuencia varios blogs, sobre todo los que hablaban sobre cómic. Nunca había sido un comentarista muy activo, pero sentía la necesidad de poner por escrito mis opiniones sobre los cómics que leía o los juegos que jugaba. Ya no quería escribir ficción sino que quería adentrarme en el ensayo. Pobre de mí, soñaba con la posibilidad de ser… ejem…  crítico cultural.

En octubre de 2008, hace quince años, abrí mi primer blog. Elegí Blogger porque era la plataforma más fácil y accesible, la que no requería ningún conocimiento previo, pues no tenía ni idea sobre código html ni sobre maquetar y apenas sabía defenderme con Photoshop. Aún así, el resultado me dejó bastante satisfecho. Lo titulé El lagarto hipotético como homenaje a un relato de mi escritor favorito, Alan Moore. Precisamente, una de las primeras entradas que publiqué fue una reseña del relato en cuestión. Aún puedes leerla si te interesa, aunque ya no se encuentra en su ubicación original.

Aquel blog supuso una experiencia formativa de gran valor. Me permitió experimentar con mi escritura y probar distintos estilos y tipos de texto. También me sirvió para conocer a unas cuantas personas muy interesantes. La blogosfera estaba muy viva en esa época y era fácil dar con alguien que compartiera tus intereses. Fueron buenos tiempos, desde luego. Por desgracia, algunos de mis blogs favoritos de entonces no han sobrevivido al paso de los años. Aún es posible visitar Botafumeiro AG y Botafumeiro VJ, los blogs sobre aventuras gráficas y videojuegos de Ollodepez, pero ya no queda ni rastro de Lobo en el lodo, el blog sobre cine de M2Hero. No debería sorprenderme, pues tampoco existe ya El lagarto hipotético.

En algún momento de 2010, después de un par de años de experimentar y probar, me di cuenta de que ya no estaba a gusto con lo que había hecho en El lagarto hipotético. Sobre todo me di cuenta de que no estaba a gusto usando aquel título prestado. ¿En qué momento se me ocurrió que mis textos podrían ser merecedores de usar un título de Alan Moore, nada menos? Tenía que cambiar el título, obviamente, pero no sólo eso. También quería aprovechar la ocasión para depurar lo que había escrito. Hice una selección de los que consideraba mis mejores textos, que incluían reseñas de cómics, análisis de videojuegos y comentarios temáticos sobre películas, los revisé, unifiqué sus formatos y los trasladé a un nuevo blog. Quería que el nuevo blog fuese más… ejem… profesional. Creo que llegué a pensar que podría convertirse en una especie de portafolio en el que mostrar lo que era capaz de hacer. Quería que fuese perfecto y me propuse no publicar ningún texto en este nuevo blog del que no me sintiera satisfecho. El título que escogí para este segundo blog fue Mundos hipotéticos; un título inspirado en el anterior pero que resultaba lo bastante genérico como para que pudiera considerarlo como propio.

En efecto, El lagarto hipotético y Mundos hipotéticos son dos blogs distintos y eso hace que este aniversario sea un poco tramposo. Sin embargo, para mí uno es la continuación natural del otro y tiendo a considerarlos una misma unidad, como si el primero se hubiera transformado en el segundo tras mudar la piel. Hoy en día, hacer lo que hice sería una tontería: abandonar un dominio después de usarlo durante varios años, dejar que se perdieran todos los enlaces y los comentarios, trasladar parte del contenido a un nuevo dominio en el que comenzar desde cero… Parece la receta perfecta para que se desplomen tus estadísticas y tu blog se hunda. Claro que cuando lo hice no se le daba apenas importancia a las estadísticas porque aún no había comenzado la tiranía de los algoritmos. No me arrepiento de haberlo hecho, aunque fui lo bastante precavido como para hacer una copia de todos aquellos contenidos del blog original que no habían pasado el filtro y quedaron descartados. Están todos guardados en el disco duro que ya no arranca.

Me creía muy bueno cuando empecé Mundos Hipotéticos. Me creía casi un profesional. Qué ingenuo era. Los textos que escribí en aquel momento eran rígidos, artificiales y sosos. Les faltaba espontaneidad. Les faltaba personalidad, en definitiva. Puede que fuesen muy correctos desde el punto de vista técnico y que desplegasen unos contenidos dignos de la Wikipedia, pero los podría haber escrito cualquiera. Aún me quedaba mucho por aprender hasta encontrar mi propia voz.

En ese sentido, hubo un lugar que supuso una innegable influencia para mí y lo encontré fuera de Blogger: el foro de Último Nivel. Puede que no lo conozcas. Último Nivel era un podcast sobre videojuegos que tenía como lema “desde la pasión y el respeto”, unas palabras que desde entonces he tenido grabadas a fuego en mi interior y por las que he intentado regir todo lo que he hecho. Alrededor de aquel podcast se creó una comunidad pequeña pero encantadora, en la que se producían intercambios muy estimulantes. En ese foro publiqué comentarios cada vez más extensos sobre videojuegos, cómics, series y películas, algunos de los cuales fueron muy bien recibidos. Eso me animó a escribir más y más. Aunque hace años que el foro ya no existe, rescaté muchos de los análisis que publiqué allí antes de su desaparición. Pueden encontrarse rebuscando un poco en la sección de videojuegos de Mundos hipotéticos.

Último Nivel también fue importante porque allí conocí a gente nueva con muchas ganas de lanzarse a participar en proyectos de toda clase. Mientras la vida del viejo foro se agotaba, nuevos proyectos iban surgiendo. Nuevos foros. Nuevos podcasts. Durante los años siguientes me vi arrastrado al podcasting; y digo arrastrado porque, a decir verdad, la idea de ponerse a hablar delante del micro raras veces surgió de mí. Nunca estuve del todo cómodo grabando, sobre todo al principio. Me costó muchísimo abandonar la palabra escrita en favor de la palabra hablada. De hecho, en esos primeros tiempos me empeñé en acudir a cada podcast armado siempre con un dossier de texto que pudiera leer, porque estaba convencido de que nada de lo que pudiese improvisar iba a ser tan bueno como lo que había escrito antes.

El primer podcast en el que me invitaron a participar fue Hyrule Project, un programa sobre videojuegos derivado de Último Nivel. Iba a hablar sobre un juego bastante peculiar, El Shaddai: Ascension of the Metatron, y me sentía tan inseguro sobre lo que quería decir que me presenté con un dossier de treinta páginas. No una escaleta ni un esquema, no, sino un dossier de treinta páginas que aún conservo como una suerte de reliquia sagrada. La parte en la que participé se acabó alargando casi tres horas y tuvieron que dividir el programa en dos partes por ello. Muy propio de mí. Sorprendentemente, después de ello aún volvieron a invitarme en numerosas ocasiones. Guardo un buen recuerdo de programas como el especial de los juegos de la saga Arkham, el programa sobre mi querido Dragon's Dogma: Dark Arisen, el especial sobre las aventuras de la saga Blackwell o el comentario sobre Grim Fandango. Aunque ya no se publica con la misma frecuencia que antes, Hyrule Project ha superado los cien programas y sigue adelante. No dejes de visitarlo.

De Hyrule Project surgió otro podcast, Komikku!, dedicado no a los videojuegos sino al cómic y el manga. Fue entonces cuando pasé de ser un invitado ocasional a ser parte del equipo. Los inicios de aquel podcast fueron… difíciles. Creo que no sabíamos dónde nos estábamos metiendo ni lo que queríamos hacer en realidad. Tampoco puede decirse que funcionásemos muy bien como equipo. Yo seguía obcecado en escribir siempre todo lo que quería decir en lugar de abrazar la improvisación. ¿El resultado? Programas rígidos, artificiales y sosos, carentes de personalidad. Tras su primera y titubeante “temporada 0”, como quisimos llamarla, estaba claro que Komikku! necesitaba una profunda revisión. Llegados a ese punto, la persona que había tenido la idea de poner en marcha el podcast abandonó el proyecto.

Mientras pensábamos qué hacer con Komikku!, los dos que quedábamos pusimos en marcha otro podcast, en esta ocasión dedicado a Doctor Who. Lo llamamos Los Archivos de Skaro, uno de los proyectos más satisfactorios y que más alegrías me proporcionaron durante aquellos años. Puede que también sea el que más orgullo me genera, aunque debo confesar que nunca lo consideré mío. Siempre fue el proyecto de Dylan. Fue en Los Archivos de Skaro donde por fin me sentí lo bastante cómodo como para soltarme, dejar a un lado los textos de apoyo y aprender a mantener una conversación normal delante del micro. Poco después, gracias a la experiencia en Los Archivos de Skaro, reinventamos Komikku! junto a un puñado de colegas procedentes del foro de Último Nivel. Aquellos también fueron buenos tiempos… o, más bien, lo fueron en la red. En el mundo real, mi vida estaba pasando por un momento muy malo.

Puesto que Los Archivos de Skaro era el proyecto de Dylan, yo quise asumir la responsabilidad sobre Komikku!... y lo hice, vaya si lo hice. Lo hice hasta el extremo de la obsesión. Quería que fuera perfecto. Quería que fuera profesional. Si tenía que pasar una noche en vela editando hasta el más mínimo defecto de sonido en cada grabación, lo hacía encantado. Quería huir de lo mal que me iban las cosas en lo personal volcándome en el podcast y sobra decir que no fue una buena idea. Soy un pésimo líder, ¿sabes? Coordinar a un equipo, atender a las necesidades de cada uno de sus integrantes, asegurar que todos tengan su espacio para participar, escuchar sus opiniones, hacerlos partícipes de las decisiones… nada de eso se me da bien. Cada una de las voces de Komikku! quería hacer una cosa distinta, tirando el grupo en mil direcciones diferentes, y a mí me faltaba madurez para gestionar semejante caos. Después de una primera temporada más o menos decente, el equipo ya se estaba deshaciendo a mitad de la segunda. Yo me sentí fatal, claro. Lo último que necesitaba en ese momento era que las cosas también empezaran a ir mal en mi refugio virtual, así que hice lo único que no debía haber hecho: disgustarme y presionar a la gente para que Komikku! continuase. Entonces el equipo se rompió del todo… y yo con él.

Viendo las cosas con perspectiva, no debería haberme sentido tan mal. Éramos jóvenes, teníamos intereses diferentes y no funcionábamos como equipo. No habría pasado nada si hubiéramos dejado que el podcast se acabara por sí mismo. Ya habíamos vivido el final de Último Nivel y el mundo había seguido girando, ¿sabes? Muchos proyectos así tienen vidas muy cortas, es natural. Pero yo necesitaba que aquello funcionase porque era mi refugio. Quizá las cosas hubieran sido diferentes si, en lugar de haberme pasado las noches en vela editando, me hubiese dedicado a disfrutar de la experiencia, a escuchar a los compañeros y a crear un ambiente más agradable y divertido. Pero no, lo que hice fue sentirme culpable. Creo que una parte de mí también culpó a mis compañeros y por eso mi relación con ellos empezó a resentirse. Mi vida personal entró en un momento muy oscuro llegado ese punto.

Komikku! murió porque era lo que tenía que pasarle y ya no me duele recordarlo. Incluso hay algunos programas entre todos los que hicimos que me parecen rescatables, como el especial dedicado a Avatar: la leyenda de Aang y Avatar: la leyenda de Korra, el comentario de Doctor Extraño: Dentro de Shamballa y el especial sobre Saint Seiya: The Lost Canvas.

Los Archivos de Skaro todavía aguantó un poco más tras el cierre de Komikku!, ya que hice un esfuerzo tremendo por seguir participando pese a que estaba roto por dentro. Pero cada vez me costaba más y más encontrar las fuerzas para ponerme delante del micro. Cuando vi la oportunidad de dejarlo y marcharme… lo hice. El pobre Dylan no se merecía seguir cargando conmigo en esas condiciones. Nunca le dije lo mucho que lo sentía, pero debería haberlo hecho porque fui yo quien hizo las cosas mal.

Viéndolo con perspectiva, Los Archivos de Skaro fue lo mejor que me pasó durante esa época tan mala y por eso hoy recuerdo ese proyecto con un cariño especial. Cubrimos toda la etapa de Peter Capaldi como Doctor al mismo tiempo que se desarrollaba y tuvimos ocasión de tocar muchos temas y probar distintos formatos. Hasta nos inventamos un concurso de preguntas y respuestas. Me cuesta elegir un par de programas destacados porque me gustan todos, pero voy a recomendar los comentarios sobre Genesis of the Daleks y The Day of the Doctor.

Me alegró comprobar que Los Archivos de Skaro continuaba un poco más sin mí, reconvertido en Los Micro-Archivos de Skaro, pero eso también se acabó. Es natural que las cosas se acaben. Hoy en día Dylan sigue hablando sobre Doctor Who en otro podcast titulado Más Grande por Dentro y, como se merece todo lo bueno que le pase, te sugiero que vayas allí, te suscribas y le dejes caer alguna donación si te parece bien.

Tristemente, ya no conservo el contacto con la gente con la que participé en los podcasts de aquella época. Fui cortando la comunicación y alejándome de forma progresiva, hasta que las relaciones se enfriaron del todo. Necesitaba recomponerme y sabía que iba a ser un proceso largo porque estaba hecho trizas. No sé por qué pensé que me ayudaría empezar un nuevo proyecto que fuese mío, un podcast más íntimo y personal que me sirviera como terapia. Así nació Bifrost, un podcast sobre cultura popular desde un punto de vista LGBT+. En su momento cumplió su objetivo, ya que me sirvió para desahogarme y expresar algunas cosas que llevaba demasiado tiempo reprimiendo. Hoy en día algunos de los programas que hice me dan un poco de vergüenza, tengo que admitirlo. Ese podcast ya no está disponible en ninguna parte, salvo en un disco duro que tengo guardado en un cajón. Ese disco duro sí arranca, así que la posibilidad de volver a publicarlos en algún momento sigue existiendo; es bastante remota, me temo, pero existir, existe.

Me gustaba el formato de aquel podcast y creo que escribí algunos textos bastante decentes para él. En efecto, para grabarlo volví a recurrir a escribir todo lo que quería decir delante del micro, pero aquello no fue un retroceso sino un avance. Leía aquellos textos de forma flexible y me permitía el lujo de improvisar cuando me parecía apropiado. Conservo algunos de los guiones que escribí durante esa breve temporada y me atrevería a decir que en ellos empezaba a intuirse la chispa que antes le faltaba a mis escritos. Algo había empezado a cambiar después de mi aventura con el podcasting, creo.

No pasó mucho tiempo hasta que cerré Bifrost y borré su rastro de la red. Me prometí que no volvería a grabar más podcasts y que me centraría en recuperarme y enderezar mi vida. Lo sorprendente es que lo conseguí… durante un tiempo. Mejoré y luego empeoré otra vez. Mejoré y empeoré de nuevo. Mejoré y empeoré y de vuelta a empezar. Llegué a la conclusión de que el trabajo que debía hacer para estar a gusto conmigo mismo y poder vivir una vida más o menos normal no se iba a acabar nunca y eso fue liberador. Resulta que soy un trabajo en proceso y siempre lo seré. Ahora que lo sé estoy mucho mejor, te lo prometo. He aprendido mucho y quizá, sólo quizá, también haya madurado. Mi vida ha recuperado algo de estabilidad y yo me siento muy, muy bien.

Lo malo es que, durante mi época de podcasting, dejé mi blog abandonado. No abandonado del todo, ya que de vez en cuando iba publicando alguna cosa, pero eran publicaciones ocasionales. Es más, no sé cómo pudo sobrevivir después de pasar por periodos de inactividad tan largos. Me gusta pensar que llevo quince años escribiendo en Mundos hipotéticos, pero durante esos tres lustros ha habido meses y meses de completo vacío en los que casi no escribí nada. En el archivo hay algunos años con apenas unas pocas entradas publicadas. Algunas de las secciones que empecé con más fuerza se desinflaron muy pronto, quedando inconclusas. Hay mucho potencial inalcanzado en Mundos hipotéticos. Este blog ha sido tan inestable y errático como la persona que lo escribe.

Hubo otro hecho que perjudicó al blog y fue que, hacia el final de mi época de podcasting, fui abordado por una persona que quería reclutarme para participar en Zona Negativa. Yo no me había ofrecido voluntario ni había mostrado interés alguno por unirme a esa web, así que podríamos decir que fui elegido a dedo. Aquello debería haberme hecho sospechar, pero acabé accediendo. Durante los primeros meses ejercí de articulista y publiqué unos cuantos textos muy en mi línea, de esos dignos de la Wikipedia pero carentes de corazón. Pero al publicar allí me sentí validado. Ya era casi un… ejem… crítico profesional.

Entré en Zona Negativa con muchas ganas y con ánimo de aprovechar la visibilidad que esa página podía proporcionarme, mucho mayor de la que me habían proporcionado proyectos anteriores. Quería ser atrevido y provocador. Quería alardear de superioridad moral. Escribí un artículo sobre cómics protagonizados por personajes femeninos y otro sobre personajes LGBT+ que recibieron miles de visitas, así como unas cuantas decenas de los comentarios más deleznables que había visto hasta entonces en la red. No estaba preparado para tratar con una situación así y creo que eso influyó en que mi recién descubierta faceta de articulista perdiese fuelle con rapidez.

Pero pronto me quedó claro que la persona que me había reclutado no lo había hecho para que escribiese. Parece que me había escuchado en alguno de mis podcasts anteriores y lo que quería en realidad era que participase en el recién inaugurado podcast de Zona Negativa. Volví a decirle que sí, aunque me había propuesto no volver a grabar un podcast en la vida. Para entonces ya llevaba más de cien horas de grabación acumuladas, así que aquello era pan comido para mí. Además, creo que podría decir que no se me daba mal del todo eso de ser podcaster, si me permites ese pequeño alarde. Había ganado soltura y dinamismo, controlaba bien los tiempos, dejaba espacio a los demás participantes, soltaba alguna que otra nota de humor entre mis intervenciones…

Durante un tiempo me sentí a gusto haciendo lo que estaba haciendo, pero eso era en parte porque la persona responsable del podcast lo mantenía más o menos aislado del resto de Zona Negativa. Esa persona tenía sus propios planes, que en numerosas ocasiones chocaban con los planes del director de la web. Se inició una terrible guerra fría entre ellos que me pilló a mí en medio. No voy a dar detalles al respecto, pero vi algunas cosas durante aquel conflicto que habrían espantado a cualquier persona con dos dedos de frente. Tendría que haber salido huyendo entonces, pero no lo hice porque no soy una persona con dos dedos de frente. Ya debes haberte percatado de ese detalle si has ido siguiendo mi relato. No obstante, tomé nota de lo que había visto, de las cosas que se habían dicho y se habían hecho, y pensé que algún día yo podría estar en el centro de un conflicto similar en lugar de observándolo desde las barricadas.

Seguí escribiendo en Zona Negativa y hasta participé en unos cuantos podcasts más tras la salida de la persona que me había reclutado para montar su nuevo proyecto independiente, pero desde ese punto en adelante mi implicación en la web fue meramente “profesional”. Ya me costaba implicarme personalmente en cualquier proyecto después de lo sucedido con Komikku! y Los Archivos de Skaro, pero después de aquella experiencia me mantuve siempre a cierta distancia de la gente. Hacía lo que tenía que hacer de la mejor manera posible y nada más.

Fui parte del equipo de Zona Negativa durante unos siete años más o menos y he llegado a la conclusión de que la razón principal por la que estuve tanto tiempo allí fue la inercia. Había un grupo muy reducido de personas del equipo con el que llegué a sentirme cómodo y con el que desarrollé bastante confianza pese a todas mis reticencias, pero sobre todo estaba allí porque era lo más fácil. Me estaba dejando llevar, nada más. Ese entorno no me motivaba ni incentivaba mi creatividad. Muy pocas de mis propuestas surgieron adelante, sino que trabajé en las propuestas de otros.

Quizá lo más destacado que hice durante esa época fue el boletín semanal de noticias sobre Marvel. No voy a enlazarlo porque no me apetece volver a entrar en Zona Negativa, pero seguro que puedes encontrarlo por tu cuenta si tienes interés. Estaba muy a gusto haciéndolo y me resultaba útil en varios aspectos. Por un lado, me obligaba a estar pendiente de la actualidad y, por otro, me obligaba a trabajar con la información, a seleccionar la más destacada, a resumir y a concretar los detalles. Tengo tendencia a divagar, como ya sabrás, así que me venía bien hacer ese ejercicio todas las semanas. Disfrutaba mucho escribiendo el Boletín Marvel, aunque no fuera la tarea más creativa del mundo. No sé qué habrá sido de él desde entonces, y lo cierto es que prefiero no saberlo, pero me dolió un poco dejarlo cuando me fui de la web.

Con el paso de los años se fueron acumulando pequeños roces y diferencias de opinión, pequeños desplantes y respuestas fuera de lugar, pequeños chistes ofensivos y tratos inadecuados. Todo eso me fue erosionando más de lo que creía. Un día acabé estallando por algo que ni siquiera tenía que ver conmigo y me encontré de golpe en el centro del conflicto, como sospechaba que acabaría pasando. Y me fui. Y me sentí aliviado.

Y volví aquí, a Mundos hipotéticos, a mi blog, a mi sitio. Este es el único lugar de la red genuinamente mío. Y, al volver, me planteé una pregunta fundamental: ¿quería seguir escribiendo? Después de pasar tanto tiempo escribiendo para otras personas y participando en proyectos ajenos, sin apenas motivación, ¿de verdad quería seguir escribiendo? La respuesta fue un rotundo sí. Te lo dije al principio: me gusta escribir. Si sólo vas a recordar una cosa sobre mí, que sea esa, ¿vale? Me gusta escribir. Y ahora quiero volver a escribir para mí, aquí, en mi sitio.

Esa época en la que escribía para los demás, en la que buscaba la aprobación de otros y en la que pretendía ser algo parecido a un profesional de la escritura ha quedado atrás. No deseo ser un referente, acumular miles de visualizaciones, que me propongan escribir prólogos o que me envíen copias de prensa. No quiero ganar dinero escribiendo ni quiero grabar más podcasts. No quiero desviarme más de mi camino. He borrado mis redes sociales y limitado mi presencia en la red a este diminuto e insignificante rincón. Y aquí quiero escribir, sin preocuparme por nada más que por el placer de la escritura.

El presente

Quince años es mucho tiempo. He hecho muchas cosas en muchos sitios distintos y lo que te he contado hasta ahora no ha sido más que una parte. Me he dejado algunas cosas en el tintero, como las más de cuatrocientas páginas de una novela escrita a cuatro manos que quedó inconclusa durante mis años universitarios. Pero será mejor que no siga alargando la historia. Hablemos de números, si te parece.

Ahora que he vuelto a Mundos hipotéticos y que este va a ser el único lugar de Internet al que le voy a dedicar mi tiempo conviene concretar en qué punto se encuentra el blog. Vamos pues a echarle un vistazo a sus estadísticas. Puesto que Blogger forma parte de Google y está gobernado por los algoritmos, hace todo lo posible por mostrar las estadísticas a sus usuarios, en un evidente intento por generarles ansiedad y malestar. Ellos lo llaman engagement, pero eso no es más que un término moderno para definir algo tan antiguo como la necesidad de aprobación. Si consigues poca aprobación vas a hacer lo posible por conseguir más, mientras que si consigues mucha vas a intentar mantenerla todo lo posible. Eso te va a mantener generando contenido, que es lo que Google necesita para alimentar sus algoritmos. A mí me dan igual las estadísticas por mucho que Blogger me las eche a la cara cada vez que entro y el único engagement que necesito me lo ofrece la escritura, así que voy a enseñarte las estadísticas del blog para que podamos dejarlas a un lado.

En el momento de publicar este texto, Mundos hipotéticos acumula 338 entradas y 229 comentarios publicados. Está cerca de las 448.000 visualizaciones totales, con una media de visualizaciones diaria situada entre las 130 y 150. Esto no es gran cosa, como te puedes imaginar. No entiendo mucho del tema, pero supongo que esas cifras se deben en gran medida a que el blog lleva muchos años abierto. Cuando sumas muchas cifras pequeñas durante mucho tiempo acabas teniendo una cifra más o menos grande. Lo único que me parece meritorio son esas 338 entradas, todas ellas bastante extensas y todas ellas escritas por mí. Pero, una vez más, ese número hay que ponerlo en su contexto: 338 entradas en quince años equivale a unas 22 entradas al año, lo cual tampoco es gran cosa. Además, hay que tener en cuenta que el blog ha pasado por larguísimos períodos de inactividad. Consultando el archivo veo que en 2018 publiqué tres entradas, en 2019 cuatro, en 2020 otras cuatro, en 2021 ocho y en 2022 sólo dos.

La imagen que dibujan las entradas más visualizadas también está bastante distorsionada, a mi parecer. La entrada con más visitas, con diferencia, es mi guía de lectura de La Herejía de Horus para Warhammer 40.000, que ha superado las 30.000 visualizaciones y sigue sumando un montón más cada día. Es una entrada publicada en septiembre de 2022. La segunda más visitada es mi comentario del anime de Utena, la Chica Revolucionaria, que ya está cerca de las 14.000 visualizaciones. Es una entrada publicada en agosto de 2015. No esperaba que estas dos fueran las entradas más populares del blog, pero estoy satisfecho con ello. En especial con el comentario de Utena, que me gusta bastante. La cosa empieza a cambiar al seguir bajando por la lista.

La tercera entrada más visitada es una reseña de World War Hulk bastante mediocre que publiqué en mayo de 2011 y que por algún motivo que se me escapa lleva algo más de 10.000 visualizaciones. Le siguen una reseña algo mejor de V de Vendetta que publiqué en junio de 2009, con más de 7.000 visualizaciones, y otra de Capitán América: Renacimiento de mayo de 2010, con un poco más de 6.000 visualizaciones. Luego hay un comentario sobre la película Perfect Blue de julio de 2009 con cerca de 5.000 visualizaciones, pero estoy convencido de que se deben en su mayor parte a que contiene la palabra hentai y una imagen de una mujer a la que se le ve un pecho. Al seguir bajando van apareciendo entradas que no me parecen especialmente destacables o brillantes que van acumulando visitas mientras que otras entradas mucho más trabajadas, incluso algunas que me parecen realmente buenas, languidecen en la oscuridad sin recibir atención. No hay quién entienda el funcionamiento de esta Internet de las estadísticas y los algoritmos. Qué horror.

Vamos a intentar compensar la situación listando algunas de las entradas de las que estoy más orgulloso y que no han llegado a funcionar en lo que a las estadísticas respecta, por si te apetece darles una oportunidad. Por ejemplo, en el apartado de anime destacaría mi repaso por toda la historia de Neon Genesis Evangelion, culminando en la extraordinaria película Neon Genesis Evangelion 3.0+1.0 Thrice Upon a Time, cuyo visionado supuso una auténtica catarsis para mi. En el apartado de videojuegos destacaría mi análisis de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain, un título que oscila de forma salvaje entre lo sublime y lo ridículo, que me sirvió para reflexionar acerca de mi relación de amor/odio con las obras de Hideo Kojima. En cuanto al apartado de series, podría poner sobre la mesa mi comentario sobre la serie británica Queer as Folk de Russell T. Davies, que resume bien cuál es mi posicionamiento ideológico en este momento, o mi comentario sobre la fantástica Misa de medianoche de Mike Flanagan, que me sirvió como excusa para explorar mi relación con el mito del vampiro y con las instituciones religiosas. También debería mencionar mi análisis de la serie de animación Midnight Gospel, que en el fondo habla sobre mi relación con la muerte en una época en la que la tenía muy cerca de mí. En el apartado de cómic me gustaría recomendar mi reciente reseña de El armario, de James Tynion IV y Gavin Fullerton, en el que me serví del mismo simbolismo que utiliza el cómic para hablar con sutileza de cosas que en otras circunstancias no me atrevería a mencionar. Oh, y también mi vieja reseña de Doctor Extraño: Dentro de Shamballa, uno de mis cómics favoritos de todos los tiempos y una lectura profundamente espiritual.

A pesar de tener ya un tiempo, algunas de esas entradas han obtenido unas cifras muy malas. Pero, a decir verdad, a las entradas más recientes tampoco les está yendo mejor. Desde que retomé el blog el pasado verano, la media de visualizaciones de las entradas nuevas está en torno a 10 o 20, algo irrisorio. Soy consciente de que hay formas de mejorar esos resultados, facilitando el trabajo a los algoritmos para que posicionen mejor las entradas, pero me niego en rotundo a alterar mi manera de escribir para complacer a una máquina. Mis textos son como tienen que ser: no los voy a hacer más cortos, no voy a reducir la extensión de los párrafos ni voy a destacar palabras clave que los bots puedan localizar con facilidad. Tampoco voy a mover mis textos en redes sociales para rascar unas pocas visitas más. Si mi forma de hacer las cosas le resulta hostil a los algoritmos y no atrae a la gente, que así sea.

Por un lado quiero creer que cada persona acaba encontrando el tipo de contenido que le gusta si lo busca lo suficiente. Por eso intento escribir el tipo de textos que a mí mismo me gustar leer, para llegar a gente similar a mí con la que poder intercambiar inquietudes y puntos de vista. Así eran las cosas cuando llegué a la blogosfera hace quince años, así que albergo cierta esperanza de que el tipo de lector al que me dirijo vaya llegando poco a poco pese a lo que marquen las estadísticas. Desafortunadamente, por otro lado estoy convencido de que la blogosfera está muerta y enterrada desde hace años. Las redes sociales y los podcasts la mataron y ahora Blogger es un enorme cementerio de elefantes cuyos huesos son roídos por insidiosos algoritmos e inteligencias artificiales hambrientas como hienas. Poca gente sigue entrando aquí de forma regular y eso reduce mucho las posibilidades de que pueda encontrar al tipo de lector que busco. Pero no pasa nada; he hecho las paces con este hecho. Recuerda que escribo porque me gusta, no para conseguir reconocimiento.

Es posible que Blogger esté muerto, pero te aseguro que Mundos hipotéticos no lo está. Desde que abandoné Zona Negativa el pasado verano me he dedicado al blog con una renacida motivación. He cambiado su formato para facilitar la lectura en dispositivos móviles y he ido puliendo detalles aquí y allá para hacer que resulte más cómodo y manejable. Y lo que es más importante: he estado escribiendo mucho. En lo que llevamos de 2023 he publicado 68 entradas, 63 de ellas en los últimos meses. Es un cambio considerable respecto a las cifras a la baja de años anteriores.

Entiendo que el tipo de blog que estoy haciendo ya no se lleva en pleno 2023. Quizá un blog especializado en un único tema y que pueda atraer a un público concreto pueda funcionar mejor, pero este modelo de blog tipo diario en el que igual publico una reseña de un cómic que un análisis de un juego o un comentario sobre una serie de televisión ya no funciona. Para eso están las redes sociales o las aplicaciones en las que se valoran con estrellitas los títulos que vas leyendo, jugando o viendo. El tiempo de los blogs de contenido variado ya pasó. Pero, vaya, no te lo vas a creer: me gusta escribir. Y voy a seguir escribiendo aquí.

El futuro

¿Sigues ahí? Temía haberte perdido después de todas estas divagaciones. Hasta ahora hemos repasado mi trayectoria durante los quince años de existencia de Mundos hipotéticos, lo que también ha servido para repasar mi presencia en la red durante estos tres lustros y cómo ha afectado a mi relación con la escritura. A continuación, le hemos echado un ojo a la situación actual del blog para comprobar en qué punto se encuentra. Sólo queda preguntarnos por el futuro y plantear qué va a pasar con Mundos hipotéticos a partir de ahora.

Si quieres saber qué pinta tiene el futuro del blog te diría que le eches un vistazo a las entradas que he ido publicando estos últimos meses. El panorama que dibujan esas entradas es justo lo que quiero construir de ahora en adelante. Mi intención es publicar tres o cuatro entradas a la semana, dependiendo, claro está, de la cantidad de tiempo de la que disponga. Algunas semanas serán tres, otras serán cuatro y otras serán nada más que dos. Me voy a permitir cierta flexibilidad y no me voy a atosigar a mí mismo poniéndome plazos o fechas límite para publicar. Los textos se publicarán cuando estén listos, sin respetar periodicidad alguna. La única excepción serán las secciones que se publicarán durante el fin de semana, de las que hablaré dentro de un momento. Habrá otras secciones fijas, que también explicaré con detalle a continuación, pero serán aperiódicas. Eso quiere decir que es posible que cada nueva entrega se publique dentro de unos días, dentro de unas semanas o, en el peor de los casos, dentro de unos meses. Esto es, cuando esté lista. Si por casualidad estás entre las pocas personas que siguen una de esas secciones te pediría que tengas paciencia porque las entregas irán llegando. En cuanto al resto de contenidos, lo único que puedo decir es que serán imprevisibles. Tratarán sobre lo que tengan que tratar y se publicarán cuando se tengan que publicar.

Pero mejor pongamos nombres y apellidos a cada cosa en lugar de quedarnos en simples vaguedades. Hablemos sobre las dos secciones fijas de los fines de semana: La semana en clave Marvel y La semana en clave Warhammer. Ambas secciones son boletines informativos en el sentido más tradicional, puesto que se centran en informar de las noticias más relevantes en cuanto a mis dos intereses principales: los cómics de Marvel y las miniaturas de Warhammer. Hacerlas me sirve como pretexto para mantenerme al día de los anuncios que van llegando y también para ahondar en aquellos aspectos que desconozco, que son muchos. Pero su función no es sólo informar, sino también valorar. De una forma sorprendentemente natural, mis propias opiniones se han ido colando en esas secciones y he decidido permitirlo. La semana en clave Marvel se publicará todos los sábados, mientras que La semana en clave Marvel llegará todos los domingos.

Como sospecharás, La semana en clave Marvel es una especie de continuación del Boletín Marvel que hacía cuando estaba en Zona Negativa. Elaborar ese boletín todas las semanas se había convertido en una rutina tan asentada que, cuando salí de la web, sentí un gran vacío y la imperiosa necesidad de llenarlo. No pretendo competir con el boletín de Zona Negativa, sea cual sea su forma actual, eso lo puedes tener claro. La semana en clave Marvel es otra cosa; una autoindulgencia que me permito, un capricho. 

En cuanto a La semana en clave Warhammer, también empecé a hacer esa sección para rellenar un vacío, en este caso el que dejó uno de los blogs que visitaba con frecuencia, El Descanso del Escriba, que se había convertido en uno de mis lugares de referencia para informarme sobre la actualidad del mundillo de Warhammer y ya lleva algún tiempo inactivo. Con La semana en clave Warhammer no pretendo recoger el testigo dejado por ese blog, ya que no dispongo de la experiencia ni de los conocimientos de su responsable. Sólo pretendo aprender sobre esta afición en la que aún soy un recién llegado y que estoy disfrutando tanto. Si mientras tanto esos textos pueden servir de orientación a alguien que se encuentre en mi misma situación, estupendo.

Las otras dos secciones fijas, que se publicarán de forma aperiódica, son Prehistoria mutante y Cultura mutante. Prehistoria mutante ya lleva casi veinte entregas publicadas, así que va bastante bien encaminada. Se trata de una serie de comentarios número a número de las historias de la Patrulla-X original, lo que vendría a ser el principio de un ambicioso plan que consistiría en reseñar número a número toda la historia de la Patrulla-X desde sus inicios hasta la salida de Chris Claremont de la franquicia mutante. Pero no adelantemos acontecimientos. Ya llegaremos a la Historia mutante cuando toque. De momento nos limitaremos a la Prehistoria mutante, ofreciendo una lectura desde una óptica actual de esas historias que, admitámoslo, no han envejecido demasiado bien.

Sé que las entregas de Prehistoria mutante pueden resultar un tanto más hostiles de la cuenta, ya que suelen estar alrededor de las 3.000 palabras y no están acompañadas de imágenes. Esto es así porque me resultan muy laboriosas de escribir y prefiero no dedicar tiempo a la maquetación. Lo ideal sería leerlas acompañadas de una copia impresa del cómic que se comente en cada una, creo yo, pero cada cual es libre de abordar mis textos como mejor le parezca. Y, sí, soy consciente de que querer reseñar número a número todas las historias de la Patrulla-X, aunque sean sólo las de la Patrulla-X original, es una completa locura. Lo sé, pero mientras trabajo en esa locura estoy disfrutando una barbaridad. Lo único que hay que tener en cuenta es que la sección se tomará una pausa de vez en cuando para que pueda hacer otras cosas y no acabe quemándome antes de acabarla. Llevo casi unas veinte entradas y quedan otras cuarenta más, así que ya he completado más o menos un tercio del total. No está mal, ¿no te parece?

En cuanto a Cultura mutante, por el momento es una novedad con una única entrada publicada. En ella iré abordando viejos conceptos de todas las épocas de la franquicia mutante, pero voy a poner cierto énfasis en los de la década de los noventa por pura diversión. Esta es una sección un poco más libre y cuyos contenidos van a variar de forma notable de una entrega a otra, por lo que puede que no todas te resulten igual de interesantes. En la primera hablé sobre los Protocolos de Xavier y en la segunda haré lo propio con el Virus del Legado. Puedo adelantar que la tercera tratará sobre el Club-X, pero todavía no he pensado cuáles serán los siguientes temas. Por fortuna, las posibilidades son tan amplias que no voy a tener problemas para elegir alguna cuestión que me resulte curiosa. Pocas cosas me gustan más que escribir sobre la Patrulla-X. La única consideración a tener en cuenta es que esa sección también aparecerá de forma aperiódica. Intentaré que haya al menos una entrega cada dos o tres semanas, pero no prometo nada.

Como decía antes, el resto de contenidos serán imprevisibles y aparecerán publicados en cualquier momento, casi siempre en horario de tarde. Esos contenidos incluirán reseñas de cómics o libros, análisis de videojuegos, comentarios sobre series o películas… y cualquier otra cosa sobre la que se me ocurra escribir y que me parezca pertinente. En los próximos párrafos incluyo algunos adelantos.

En lo que a cómics se refiere, en este momento estoy trabajando en las reseñas de los dos especiales del Orgullo publicados por ECC, para complementar las dos reseñas que ya tengo publicadas sobre los especiales Marvel Pride de Panini. Más adelante tengo pensados otros tres artículos sobre DC, en concreto sobre la Legión de Superhéroes. Uno de ellos tratará sobre la etapa clásica de Paul Levitz que publicó Planeta en su infame edición de Clásicos DC hace años, el otro abordará la etapa conocida como Cinco años después que publicó ECC en tres tomos no hace tanto y, para acabar, el último le echará un vistazo a L.E.G.I.O.N., el spin-off derivado del evento Invasión. De hecho, puede que de L.E.G.I.O.N. haya dos artículos, uno con su etapa noventera y otro con el breve pero estimulante relanzamiento de 2009, es decir, el segundo volumen de R.E.B.E.L.S. que sacó Planeta por aquel entonces en cuatro tomos. Si lo que te interesa es Marvel, hay un par de colecciones sobre las que no he tenido ocasión de escribir hasta ahora y que me apetecería mucho tratar: el Estela Plateada de Dan Slott y Mike Allred, la Lobezna de Tom Taylor y David López y la Viuda Negra de Mark Waid y Chris Samnee. También quisiera hacer algo sobre la Historia del Universo Marvel de Mark Waid y Javier Rodríguez y sobre los Eternos de Kieron Gillen y Esad Ribić, aunque no sé muy bien qué. ¿Habrá algo sobre cómic independiente? Pues en mi cabeza tengo una serie de cuatro o cinco artículos dedicados al fallecido Universo Crossgen. Sólo falta escribirlos, claro.

El cómic no será el único campo a tratar, pero sí será uno de los más recurrentes, desde luego. En cuanto al audiovisual, tengo pendientes al menos tres artículos sobre Star Wars: uno para cada temporada de Star Wars: Visions y otro para la recientemente finalizada primera temporada de Ahsoka. También quiero escribir sobre las dos temporadas de Heartstopper y las dos de Good Omens, faltaría más. Pasando al manga y al anime, apunto aquí varios títulos que me gustaría comentar en algún momento: Cyberpunk: Edgerunners de Studio Trigger, One Room Angel de Harada, Metamorfosis BL de Kaori Tsurutani, Look Back de Tasuki Fujimoto y Goodbye Eri del mismo autor. Además, puede que en algún momento me meta en Ghost in the Shell para tratar esa franquicia en toda su extensión. ¿Y qué hay de los videojuegos? Tengo ya bastante organizado un artículo sobre Spiritfarer, que en tiempos recientes ha ganado un nuevo significado para mí. También quisiera escribir algo sobre The Talos Principle ahora que llega su secuela, pero tendría que organizarlo bien para no perderme entre tanta cuestión filosófica.

Lo que tengo bastante claro es que en este tipo de artículos variados va a predominar la temática LGBT+, como se ha podido ver a lo largo de los últimos meses. De todas formas, como persona LGBT+ que soy, todo lo que escribo parte siempre de una óptica LGBT+, así que se podría decir que todos mis textos son queer independientemente del tema que traten. Espero que no tengas ningún problema con eso.

También sería de rigor escribir algo sobre Vampiro: La Mascarada, dado que fue tan importante en el desarrollo de mi pasión por la escritura. Hace mucho tiempo que no juego, pero he seguido leyendo suplementos y he estado poniéndome al día de su quinta edición. Quizá recupere algunos de mis suplementos favoritos o escriba alguna cosa sobre el trasfondo. No hace mucho estuve releyendo el Libro de Nod y pensé que era una trabajo de orfebrería maravilloso. Por supuesto, también tengo que volver a escribir sobre las novelas de Warhammer 40.000 más pronto que tarde. En mi lista de pendientes tengo una versión actualizada de mi guía de lectura de La Herejía de Horus, que ya se ha quedado obsoleta, así como un comentario de la célebre trilogía de Eisenhorn.

Y, antes de seguir lanzándome a acometer nuevas ideas, no estaría mal recuperar alguna de las viejas ideas que se quedaron por el camino tiempo atrás, ¿verdad? Hace unos años me animé a comentar las novelas principales de la Dragonlance en orden cronológico, pero lo tuve que dejar justo cuando estaba llegando a los libros más importantes. Ahora que esas viejas novelas vuelven a contar con ediciones recientes sería un buen momento para retomar aquel proyecto e ir añadiendo algún comentario de vez en cuando. De nuevo no prometo nada, pero la posiblidad está ahí.

Estoy planteándome muchas posibilidades, como puedes ver. El tiempo dirá cuántas llegarán a materializarse al final, pero si estos quince años me han enseñado algo es que las cosas nunca salen tal y como se habían planeado. Va a ser divertido volver a esta entrada dentro de un tiempo y ver en qué ha quedado todo al final.

Y hasta aquí esta especie de celebración del 15º aniversario del blog. No sé cuántos años más cumplirá Mundos hipotéticos. Se me olvidó celebrar su 10º aniversario y quién sabe cómo estarán las cosas cuando llegue al 20º, si es que llega, pero ha estado bien dedicar un momento a reflexionar sobre lo que fue, lo que es y lo que será. Ahora ya sólo queda descubrir qué nos deparará el futuro. Lo único que te puedo asegurar que he disfrutado mucho escribiendo aquí estos últimos meses y que mi intención es seguir haciéndolo sin preocuparme demasiado por el día de mañana. El viaje continúa.

¿Te apetece acompañarme?

Comentarios

  1. Pues yo descubrí el blog este verano después de un año o dos de desencanto (y desenganche) de las redes sociales. Llegué por la entrada de Warhammer 40000, te añadí a mi lector de rss (desempolvado después de un montón de años) y aquí sigo y seguiré durante un tiempo leyendo casi todo lo que publicas. Un saludo y ánimo!

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    1. Agradezco muchísimo tu comentario y tus ánimos. Me alegra comprobar que sigue habiendo gente a la que le interesa lo que publico aquí :)

      Aunque me leas por rss, siéntete libre de comentar cualquier entrada que te apetezca. El feedback siempre va a ser bien recibido, te lo aseguro. Y espero que disfrutes de los próximos textos que voy a ir sacando. Llegarán cositas nuevas de Warhammer 40.000 muy, muy pronto. ¡Un saludo!

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