Nací en 1984. Soy, por tanto, un niño de los ochenta. Sin embargo, no siento una afinidad especial hacia esa época. En aquellos años era demasiado joven para ser consciente de cómo era el mundo que me rodeaba o para empaparme de su estilo y su estética. Tengo una imagen más o menos vaga de cómo fue mi infancia y lo único que puedo asegurar es que fue muy distinta a cómo presentan la vida en esa década todas esas series que buscan la nostalgia fácil. Precisamente por eso no soy muy amigo de la nostalgia ochentera. No obstante, mi relación con la década siguiente fue muy distinta. Durante los noventa pasé de ser un niño a ser un adolescente formando su personalidad, por lo que busqué a mi alrededor en busca de todo aquello que pudiese resonar conmigo. Soy, por tanto, un adolescente de los noventa… y menuda época fue esa para ser un adolescente. Después de la relativa bonanza económica de los años anteriores, los noventa fueron unos años de desencanto con lo establecido, de rebeldía y de atrevimiento. También fueron los años en los que la cultura audiovisual empezó a desempeñar un papel importante en la vida diaria de la gente. La popularización del vídeo VHS, por ejemplo, permitió que se pudieran ver películas sin necesidad de ir al cine. Es más, permitió que se pudieran grabar las películas que se emitían en televisión para poder verlas cuando se quisiera sin necesidad de atender a los horarios de emisión. En estos tiempos de televisión a la carta es difícil imaginar esa época en la que, si te perdías el episodio de una serie, lo único que podías hacer era rezar para que se volviese a emitir en algún momento o resignarte a no verlo nunca. Por suerte, todo eso empezó a cambiar en los noventa. Fue entonces cuando llegó la serie animada de los X-Men y me pilló recién entrado en la adolescencia, en una época en la que, sobra decirlo, era sumamente influenciable. El impacto que tuvo sobre mí, al igual que sobre otros de mi generación, fue enorme.
Por aquel entonces ya había leído muchos cómics mutantes y, de hecho, estaba familiarizado tanto con la etapa fundacional de Chris Claremont y John Byrne como con los excesos noventeros de Jim Lee y compañía. Pero fue el estreno de la serie animada lo que me llevó a convertirme en lector habitual y a seguir las colecciones relacionadas con los Hombres y Mujeres-X todos los meses; cosa que he seguido haciendo hasta el día de hoy, tres décadas después. A partir de los mutantes, mi campo de interés se fue ampliando hasta abarcar el resto del Universo Marvel y, poco a poco, otros universos de ficción. Se podría decir que esta serie fue en cierta medida la responsable de que me interesase este mundillo de la forma en la que me interesa en la actualidad. Pero eso no es lo más importante, desde luego. El hecho de que X-Men resonase conmigo con tanta fuerza se debe, por encima de todo, a que a finales de la década de los noventa yo era un adolescente que empezaba a darse cuenta de que era gay y que vivía en un entorno profundamente homófobo. El ambiente a mi alrededor era tan hostil que cualquier otra persona LGBT+ que pudiese vivir cerca de mí tenía tanto miedo y estaba tan metida en el armario como yo mismo, así que estaba solo. Muy solo. En ausencia de un grupo del que poder sentirme parte, la Patrulla-X se convirtió en mi referencia, en mi tribu. En aquellos años me sentía mutante, temido y odiado por el mundo, y en la Escuela del Profesor Xavier para Jóvenes Talentos pude encontrar el hogar que el mundo real me había negado. La metáfora sobre las minorías que se esconde tras buena parte de las historias mutantes caló profundamente en mí y dio forma a buena parte de mi pensamiento y mi forma de ser. Y, cuanto más cómics leía, más fuerte seguía calando. En última instancia, los Hombres y Mujeres-X jugaron un papel fundamental en mi desarrollo como persona. Y todo empezó con esta vieja serie.
Sin embargo, pese a lo importante que pueda ser para mí, no quiero caer en la trampa de la nostalgia gratuita. He vuelto a ver la serie animada de los X-Men muchas veces desde su estreno original, gracias a que tenía los episodios grabados en varias cintas VHS. Es más, reproducí esas cintas tantas veces que sigo sabiéndome de memoria los diálogos de capítulos enteros. Hace ya unos cuantos años desde la última vez que las vi, pero no soy ingenuo y no tengo mi recuerdo edulcorado en demasía. Soy consciente de que X-Men era una serie con muchas carencias, sobre todo en lo relacionado con sus técnicas de animación. Ese problema se agravó en sus últimas temporadas, que tienen un aspecto horripilante en comparación con las primeras. Los fondos eran terribles y los personajes no parecían los mismos cuando vestían su uniforme heroico y cuando vestían sus ropas de civil. Y no todos los episodios eran igual de buenos, desde luego, que había algún bodrio que otro. Pese a todo, el magnífico trabajo de los actores y actrices de voz contribuía a que la percepción final siempre fuera positiva; quizá incluso más positiva de lo que debería. En su versión española, la serie contó con una fantástica traducción y un loable esfuerzo de adaptación (lo que se evidenció en que los actores de voz llegasen a utilizar el término Patrulla-X, la adaptación española un tanto libre del original inglés X-Men). Eso, unido a las excelentes voces en castellano, de mucha mayor calidad que las otras series de animación de aquellos años, le otorgó una fuerza innegable a la serie. La serie animada de los X-Men, con sus fortalezas y sus defectos, fue un hito de gran importancia… pero eso fue en su momento. No he sentido la necesidad de volver a ella en tiempos recientes ni he deseado que tuviese una continuación. Sí que he seguido los cómics ambientados en esa línea temporal, pero los he considerado una curiosidad, como mucho un producto derivado sin demasiada importancia (y que ahora se ha quedado obsoleto). No me hacía falta otra serie animada… pero aquí estamos, en pleno 2024, poco después del estreno de los dos primeros episodios de X-Men '97, secuela oficial de la serie clásica que continúa los acontecimientos en el mismo punto en el que se quedaron en la década de los noventa. La estaba esperando con cierto interés, pero estos dos primeros episodios me han pegado mucho más fuerte de lo que esperaba.
Tan impactante y tan relevante me ha parecido la llegada de esta serie que pretendo comentarla capítulo a capítulo a medida que se vayan estrenando los nuevos episodios en Disney+. Mi intención es hacerlo sin dejarme llevar por la nostalgia, aunque, como acabo de exponer en los párrafos anteriores, no creo que sea la persona más indicada para realizar un análisis objetivo por mi cercanía con el material original. Tampoco pretendo que esto sea una crítica profunda, sino más bien unas impresiones generales de cada capítulo. En realidad, el principal objetivo de estos textos será ordenar un poco mis propios pensamientos tras cada visionado. Y, puesto que mis pensamientos suelen ser densos y tienden a reincidir una y otra vez sobre los mismos puntos, ponerlos por escrito me ayuda a sacar algo en claro.
Dicho esto, ya puedo ponerme con el comentario del primer capítulo, titulado A mí, mis X-Men, que viene a ser una especie de episodio piloto encubierto en el que se repite el mismo esquema al que recurrió el primer capítulo de la serie original, el clásico La noche de los Centinelas. Tenemos a un joven mutante, en este caso Roberto da Costa, alias Mancha Solar, que ha sido secuestrado por una fuerza hostil, en este caso los paramilitares xenófobos conocidos como los Amigos de la Humanidad. La Patrulla-X tiene que entrar en acción para rescatarle, lo que permite presentar a sus integrantes y hacer que el público se familiarice con sus poderes. Después tenemos una secuencia en la mansión en la que viven los mutantes para introducir su faceta como civiles y sus vidas personales, luego la huida del recién llegado y la posterior batalla final contra los verdaderos enemigos del capítulo, que sólo podían ser los Centinelas. Tenemos, en definitiva, una versión comprimida de La noche de los Centinelas en la que el papel de Júbilo está desempeñado por Roberto, aunque con una diferencia importante: tras esa aventura iniciática Júbilo pasaba a formar parte de la Patrulla-X, mientras que al final de A mí, mis X-Men Mancha Solar abandona la mansión para proseguir con su vida. Esto es así porque, si bien la estructura de ambas historias es muy similar, el punto de vista es bastante distinto: La noche de los Centinelas estaba narrada desde el punto de vista de Júbilo, pero A mí, mis X-Men no tiene a Roberto como eje central. En realidad, el pobre Mancha Solar no es más que una excusa para poner en marcha las cosas, ya que si hay un protagonista en este episodio (tanto como puede haberlo en una serie coral como esta) ese es Cíclope.
La serie original terminó con un Profesor Xavier herido de muerte tras el ataque de Henry Peter Gyrich, personaje con cierta solera en el Universo Marvel que se ha dedicado a hacerle la puñeta a los Vengadores durante años y que en esta serie se presentaba como un odioso antimutante relacionado con el creador de los Centinelas, el Doctor Bolivar Trask. Las heridas de Xavier llevaron a una tregua entre la Patrulla-X y las fuerzas de Magneto, que pretendía lanzar un ataque contra el mundo de los humanos. Por desgracia, esas heridas eran tan graves que el bueno del profesor moriría a menos que su amante, la Emperatriz Lilandra del Imperio Shi'ar, se lo llevase al espacio para un tratamiento de emergencia. Aquel último capítulo dejaba el futuro de Xavier en el aire, pero el primer episodio de X-Men '97 parte de la certeza de que Xavier está muerto. Yo lo pongo en duda, pues basta un conocimiento general de la historia mutante para saber que esa situación es un reflejo de algo sucedido en los cómics y que entonces Xavier no llegó a morir. Aún así, el hincapié que hace el capítulo en su muerte es necesario para mostrar el impacto que tiene su ausencia sobre su primer y más fiel alumno, Scott Summers, más conocido como Cíclope. Como decía antes, Cíclope es el auténtico protagonista de esta primera historia y sus dudas sobre su capacidad para liderar a la Patrulla-X tras la desaparición de su mentor son el auténtico conflicto del episodio; mucho más que las vicisitudes por las que pasa Mancha Solar, a quien el hecho de ser secuestrado y amenazado de muerte no parece afectarle demasiado. Scott, en cambio, sufre una pequeña crisis de identidad. ¿Debería abandonar la vida de héroe proscrito para retirarse a criar a su futuro hijo en algún lugar seguro? ¿O debería honrar a Xavier manteniendo en pie su sueño de convivencia pacífica entre humanos y mutantes como líder de la Patrulla-X? ¿Acaso podría seguir existiendo la Patrulla-X sin Cíclope?
La responsabilidad siempre ha sido la principal característica de este personaje, así que su decisión final no supone ninguna sorpresa. Sin embargo, es agradable ver a Cíclope siendo Cíclope y planteándose las cuestiones propias de Cíclope. Es como volver a la juventud, en cierta forma. Scott ha cambiado tanto desde la década de los noventa, ha madurado tanto como personaje en los cómics, que las cuestiones que se plantea en este capítulo quedaron atrás hace mucho, mucho tiempo. Es curioso volver a encontrarse con un Cíclope tan inmaduro, tan ingenuo, tan joven. Aunque es el personaje que peor lo pasó en la serie original, con todo lo relacionado con su amada Jean Grey durante la Saga de Fénix Oscura, está muy lejos de ser el curtido líder que, en los cómics, tuvo que echarse sobre los hombros no sólo el destino de la Patrulla-X sino la propia supervivencia de toda la especie mutante. En comparación, ocupar el puesto de líder de los Hombres y Mujeres-X, un puesto que ya ocupaba sobre el terreno en cada misión, no parece gran cosa. La única diferencia es que ahora va a tener que hacerlo sin el apoyo de Xavier desde la mansión. Tengo la impresión de que, además de ser bastante intrascendente por motivos que comentaremos dentro de un momento, es un conflicto poco creíble. Después de todo, este Cíclope ya ha pasado por mucho y ha ganado una gran seguridad en sí mismo. Es algo que se percibe ya desde su primera aparición, cuando irrumpe en la guarida de los Amigos de la Humanidad para rescatar a Roberto. Es agradable encontrarse ese conflicto por lo propio que le resulta al personaje y verlo desarrollado en este capítulo inicial supone un ejercicio curioso, pero al fin y al cabo no creo que sea un ejemplo de escritura brillante.
El episodio en sí no me parece un ejemplo de escritura brillante. Más allá de recurrir a los viejos clichés asociados con ellos, como las grandilocuentes proclamas de Tormenta en mitad del combate, los demás miembros de la Patrulla-X no tienen mucho que aportar a la historia. Tenemos a una embarazadísima Jean Grey que plantea la opción de vivir una vida “normal” ajena a las aventuras mutantes, pero los demás personajes están básicamente porque tienen que estar… y porque tienen que lucirse para que los aficionados a la serie original puedan verlos en toda su gloria. Pienso por ejemplo en Tormenta y Bishop, que no tienen gran cosa que decir ni sobre Mancha Solar ni sobre el conflicto interno de Cíclope, pero que se lucen ampliamente en el momento de usar sus poderes. Tormenta, de hecho, protagoniza la conclusión del combate final contra los Centinelas en una secuencia que viene a recordarnos la remarcable extensión de sus poderes de nivel omega. Es importante tener en cuenta esa secuencia de cara a lo que sucede en el segundo episodio y a lo que sucederá durante el resto de la temporada, es cierto, pero no transmite nada que no sepamos ya: Tormenta es exageradamente poderosa, sí, ¿pero qué más? ¿Cuál va a ser su papel en esta serie? En la original de los noventa ocupó el rol de mentora de Júbilo y figura maternal de la Patrulla-X. ¿Pero cuál será su rol en X-Men '97? No empezaremos a vislumbrar la respuesta a esa cuestión hasta el segundo capítulo.
Decía que el guion de este primer episodio de X-Men '97 no me parece brillante, pero sí que me resulta bastante competente. Al menos es consciente de sus puntos débiles y, en lugar de tratar de ocultarlos, juega a ser autoconsciente y los remarca de forma irónica. Un ejemplo de ello sería el momento en el que Bishop le indica a Tormenta que su espectacular entrada con discurso incluido no es la mejor táctica para infiltrarse en una base enemiga. Otro sería la escena en la que la propia Júbilo le indica a Mancha Solar que lo que le ha sucedido se parece muchísimo a lo que le sucedió a ella misma en su momento. Me da la impresión de que los responsables del guion sabían que debían jugar sobre seguro y marcar una serie de casillas en una lista, aún a costa de la originalidad y la flexibilidad del argumento. Tormenta debía soltar un discursito grandilocuente, Gambito debía aparecer como un golfo encantador, Lobezno debía ser innecesariamente hostil con el recién llegado… todo eso son clichés que debían estar porque los espectadores de la serie original iban a querer verlos, pero no suponen una escritura profunda ni reveladora. Ni siquiera suponen un conocimiento extenso de los personajes, sino que son detalles superficiales.
Todo este primer capítulo es un tanto superficial. Hay algunas escenas que, más que obedecer un propósito narrativo, me transmiten un deseo excesivo de buscar la aprobación del público, de convertirse en gifs que puedan ser compartidos en redes sociales. A eso ayuda, por supuesto, una animación que está a años luz de la de la serie de los noventa; una animación cuyo origen hay que buscar fuera de Estados Unidos, por cierto. Por mucho que X-Men '97 se presente bajo la etiqueta de Marvel Animation, los responsables de su animación son los trabajadores de Studio Mir, un estudio surcoreano conocido por haber participado en series como Avatar: La leyenda de Aang (Avatar: The Last Airbender) o Avatar: la leyenda de Korra (Avatar: The Legend of Korra). Como hizo Nickelodeon en su momento, Marvel Studios ha recurrido al talento extranjero para que su serie de animación en dos dimensiones pueda mantener el tipo frente a la supremacía del anime. Ha sido una buena decisión, desde mi punto de vista. Desde luego el resultado me parece mucho más atractivo que lo visto en otras series de animación recientes de Marvel Studios, como esa ¿Qué pasaría si…? (What If…?) que tiene una estética aburrida y genérica a más no poder. Este debería ser el camino para futuras producciones, creo yo.
La nueva y moderna animación choca en cierta medida con el diseño de personajes, que sigue siendo una oda a los noventa. Lo es cuando los personajes visten los uniformes de la época de Jim Lee, pero lo es aún más cuando visten con sus ropas de calle. Estoy pensando, sobre todo, en las pintas que llevan cuando juegan al baloncesto, que son terribles incluso para los pésimos estándares estéticos de los años noventa. Ver a Gambito con esa especie de top o a Tormenta con esas mallas de colorines me lleva de nuevo a ese marcado interés por buscar la aprobación del público, por lanzar un guiño a todos aquellos que buscan recibir una dosis de nostalgia noventera y que van a ir corriendo a compartir la captura de ese momento en la red. Son concesiones al público, sin duda, y bastante gratuitas, pero también son referencias a la serie original que demuestran que los responsables han hecho su trabajo. La secuencia del partido de baloncesto sigue una especie de tradición que vimos muchas veces en la serie antigua, al igual que esa secuencia en la que los mutantes hablan con Valerie Cooper mientras corre en la cinta es una referencia a una secuencia similar que vimos en los noventa. También la presencia de los Centinelas y del Molde Maestro es un claro guiño, al igual que el diseño de los macarras de los Amigos de la Humanidad. X-Men '97 está un tanto desesperada por transmitir el espíritu de su predecesora en este capítulo inicial, pero eso es algo que puedo perdonar y que achaco al hecho de que se trata, como decía antes, de una especie de episodio piloto encubierto.
Los elementos nuevos son quizá lo menos destacable del capítulo. Mancha Solar parece un personaje bastante plano y con poco que aportar, aunque podría redimirse en una futura aparición. En cuanto al armamento derivado de la tecnología de los Centinelas que usan los Amigos de la Humanidad, me cuesta bastante tomármelo en serio. Soy consciente de que la serie original vivía en una paradoja bastante extraña en este aspecto. La clasificación por edades le impedía mostrar armas de fuego reales, pero las armas que aparecían en ella tenían un aspecto próximo al real. No sonaban como armas de fuego y disparaban rayos láser en lugar de balas, pero su imagen se aproximaba lo suficiente a la de sus homólogas en el mundo real como para lanzar un mensaje potente y siempre necesario: que las armas son peligrosas. Ver a los Amigos de la Humanidad usando esa especie de brazo-cañón de Megaman supone un retroceso importante y muestra cierta cobardía. A la serie no le habría venido mal recordar a sus espectadores que el odio siempre es un gran problema, pero lo es aún más cuando está acompañado de un arma de fuego. Porque el odio en sí mismo no mata; lo que mata son las balas. Pero bueno, esta la típica falta de compromiso que espero de Marvel Studios y de Disney: al final nunca se mojan en lo que respecta a las cuestiones más importantes y, lo que es aún más triste, no confían en la madurez de sus espectadores para entender este tipo de mensajes. Incluso un niño es capaz de entender que las armas son peligrosas si se lo explicas con sinceridad, pero en X-Men '97 prefieren evitar tener que dar esa explicación y recurren en cambio a unas pistolitas de ciencia ficción bastante ridículas.
Me ha costado tomarme en serio a los Amigos de la Humanidad en este episodio, aunque también me costaba hacerlo en la serie antigua. Siempre han sido un panda de patanes, lo cual también me parece problemático, pues los prejuicios no residen de forma exclusiva en ese tipo de personas; esos parias de la sociedad con el pelo largo, nulas habilidades sociales y afición por todo lo militar. De hecho, residen en cualquier tipo de persona, incluso en las que tienen un aspecto normal y están perfectamente integradas en su entorno. Creo que esa imagen del grupo violento formado por unos cuantos parias aficionados a las armas se ha quedado bastante desfasada. El mundo real la ha superado y ha mostrado algo mucho más aterrador. En ese sentido, el segundo capítulo aborda mucho mejor este aspecto cuando muestra a una turba violenta en la que hay gente de todo tipo, no sólo señores greñudos con malas pulgas, sino mujeres con pinta de ama de casa y gente que podrías ver caminando por la calle en cualquier momento. Sólo faltaría un señor disfrazado de bisonte para reflejar lo que nos ha enseñado el mundo real.
En fin, derrotados los Amigos de la Humanidad y rescatado Mancha Solar, queda claro que, para que el chico vuelva a estar seguro, es necesario desmantelar a los que apoyan a los Amigos de la Humanidad. Es decir, a Gyrich y a Trask. Gyrich sigue encarcelado por haber disparado a Xavier, pero un interrogatorio apoyado por la telepatía de Jean Grey sirve para sacarle la localización de Trask, exiliado en mitad del desierto del Sahara. De alguna forma, allí no sólo ha podido sobrevivir, sino que ha reunido los recursos suficientes para reconstruir al Molde Maestro y producir a una nueva generación de Centinelas que ha salido… regular. Están a medio construir o directamente averiados. Son reliquias que ya no funcionan bien y sospecho que esa es justo la imagen que quieren transmitir los responsables de la serie. El motivo no lo tengo claro, aunque sospecho que estará relacionado con una posible aparición de Nimrod, el supercentinela del futuro, más adelante. En cualquier caso, estos Centinelas no dejan de ser una excusa para que la Patrulla-X pueda poner a prueba sus habilidades, así como para poner a prueba el liderazgo de Cíclope, que tiene que superar sus propias inquietudes. Es más, el clímax del capítulo no es tanto la espectacular secuencia de acción en la que los Hombres y Mujeres-X destrozan a los villanos robóticos, sino el momento previo en el que Cíclope pronuncia las palabras que dan título al capítulo, “A mí, mis X-Men”, certificando así que ha superado su conflicto interior y que está preparado para seguir manteniendo el sueño de Xavier, pese a lo tentador que resultaría marcharse junto a Jean para criar a su hijo y pese a la desconfianza de Lobezno. Por eso Cíclope es el protagonista de esta historia y no Mancha Solar, que en todo caso ejerce como MacGuffin que pone en marcha los acontecimientos.
Claro que lo interesante lo encontramos tras la derrota de los Centinelas y el regreso de la Patrulla-X a casa, donde les espera Magneto con la última voluntad y testamento de Charles Xavier en la mano. Como nos adelantó el primer tráiler de X-Men '97, el profesor le ha legado su escuela y su sueño de convivencia pacífica a quien fuera tanto su mejor amigo como su mayor enemigo. Eso significa que el conflicto interior de Cíclope ha sido del todo innecesario, pues él no va a ser el líder del grupo durante los próximos episodios. Lo va a ser Magneto, como también lo fue en los cómics hace mucho tiempo, precisamente después de que Xavier estuviera a punto de morir y Lilandra se lo tuviera que llevar al espacio. “A mí, mis X-Men”, repite irónicamente Magneto al final del episodio, certificando lo engañoso del título. Este es el auténtico punto de partida de X-Men '97… y es un punto de partida realmente interesante, aunque ya hablaremos sobre ello en el comentario del segundo capítulo.
En resumidas cuentas, diría que el arranque de X-Men '97 es bastante discreto en lo que respecta a su narrativa y a su tratamiento de personajes, pero satisfactorio. También resulta una buena puerta de entrada tanto para los espectadores que buscan la nostalgia noventera como para los recién llegados a este universo animado. Precisamente la animación no está nada mal y cuenta con algunos momentos potentes, lo cual es de agradecer. Por otro lado, los actores y actrices de voz hacen un trabajo loable, aunque no llegan al legendario nivel de los responsables del doblaje de la serie original al castellano (he decidido seguirla en castellano porque ese es el idioma en el que he visto siempre la serie original, aunque sé que algunas de las voces originales inglesas han vuelto para esta secuela tras tantos años y que se han llevado muchos elogios). Todo bien, en definitiva, y la cosa incluso mejora en el segundo capítulo. Ha sido una buena decisión estrenar los dos primeros a la vez porque, en efecto, el primero actúa como prólogo y la serie empieza realmente en el segundo, abordando esa situación en la que Magneto es el nuevo líder de la Patrulla-X.
No quiero dejarme llevar por el entusiasmo todavía, pero estoy contento con el inicio de X-Men '97. Tenía unas expectativas muy altas, pero creo que no demasiado irreales. Este primer capítulo las ha cumplido y me ha ofrecido más o menos lo que creía que iba a ver. En cambio, el segundo las ha superado con creces. Me parece una buena señal y un motivo para confiar en lo que nos ofrecerán los siguientes episodios, que pienso seguir con gran interés. Para ser sincero, hace unos meses no daba un duro por Marvel Animation ni me apasionaba la idea de que el estudio se pusiera a revivir viejas series de animación. Pero, tras el estreno de X-Men '97, me hace más ilusión lo que pueda salir de Marvel Animation que lo que vaya a hacer Marvel Studios. De un tiempo a esta parte tengo la sensación de que el MCU ya no es para mí y que las producciones audiovisuales de Marvel están enfocadas hacia otro tipo de público en el que ya no me siento representado; un público más joven, quizá, o más generalista, no sé. Por el contrario, creo que estoy totalmente dentro del tipo de público al que se dirige X-Men '97. El hecho de que sea una serie de animación en dos dimensiones, mi formato audiovisual favorito, ayuda mucho, por supuesto, pero no creo que sea el único motivo. Tampoco la nostalgia noventera es suficiente por sí misma. Aquí hay algo más, algo que hay que explorar. Ahora mismo me apetece mucho ver qué otros proyectos pueden salir de Marvel Animation y, para mi sorpresa, la idea de revivir otras series me parece atractiva de nuevo. ¿Quizá después de la de la Patrulla-X se pueda recuperar también la serie noventera de Spiderman? Hace muchos años dejamos al Spiderman animado buscando a Mary Jane Watson a través del multiverso. Puede que haya llegado el momento de que la encuentre al fin.
Algo me dice que los noventa van a volver a ponerse de moda y yo... bueno, yo me voy a sentir como en casa.
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