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[Animación] Crítica de X-Men '97 Temporada 1 Episodio 2: Comienza la liberación mutante (Mutant Liberation Begins)

  Aunque para muchos aficionados la serie de animación noventera de los X-Men se considera uno de los pináculos de aquella década, en realidad no era tan noventera como parecía. Tomaba la estética que había puesto de moda Jim Lee unos años antes de su estreno, pero más allá de eso la mayor parte de sus historias eran adaptaciones de cómics que se habían publicado en los años ochenta. El enfrentamiento entre Tormenta y Calisto por el control de los Morlocks, la primera aparición de Apocalipsis y sus Jinetes, la Saga de Fénix Oscura… todas ellas eran historias de los ochenta, aunque pasadas por el filtro de la estética de los noventa. Sí que había alguna historia basado en lo publicado durante aquellos años, como la de Rojo Omega, pero en general aquella serie bebía más de los viejos buenos tiempos, que cuando hablamos de la Patrulla-X siempre nos llevan a Chris Claremont y a los tres lustros en los que fue el principal guionista de la franquicia mutante. No es de extrañar, por tanto, que esta X-Men '97 también tenga como motor argumental una historia que se publicó en los ochenta a manos de Claremont. Me refiero, claro está, al juicio de Magneto y a su posterior intento de redención como líder de la Patrulla-X en ausencia de Xavier.

Como decía en mi comentario del primer episodio de la temporada, tengo la impresión de que X-Men '97 arranca de verdad en su segundo capítulo. El anterior era una suerte de introducción o prólogo, pero este es el que pone toda la carne en el asador. Por desgracia, también es aquí donde empiezan a vislumbrarse las limitaciones de la producción de Disney+. Desconozco los detalles concretos, pero puedo suponer que una serie de animación en dos dimensiones es más difícil de realizar que una serie de animación en tres dimensiones. En primer lugar porque requiere más tiempo y, como consecuencia, mayor presupuesto. En segundo lugar porque requiere que los profesionales partan de cero y dibujen todo lo que va a aparecer en pantalla. Es decir, que no existe una biblioteca de recursos de la que poder tirar cuando aprietan los tiempos de entrega: si hace falta dibujar un coche desde cinco perspectivas diferentes se tendrá que dibujar desde cero las cinco veces. En cambio, a las series de animación en tres dimensiones les basta con modelar el coche en una única ocasión y recuperar luego el modelo para las escenas posteriores en las que vuelva a aparecer, moviendo la posición de la cámara hasta obtener la perspectiva deseada sin tener que alterar el propio modelo. Este es el motivo por el que muchas series de animación en dos dimensiones recurren en momentos concretos a emplear modelos en tres dimensiones, lo que supone cierto ahorro de recursos y tiempo. Studio Mir, el estudio surcoreano que se ha ocupado de buena parte de la animación de X-Men '97, empleó ese truquito muchas veces en Avatar: La Leyenda de Korra (Avatar: The Legend of Korra), combinando personajes animados en dos dimensiones con vehículos modelados en tres. A mí nunca me gustó demasiado cómo quedaba en pantalla esa combinación en la serie de Korra y sigue sin gustarme ahora. De hecho, el segundo episodio de X-Men '97 se abre con una secuencia en la que Magneto rescata a unos civiles atrapados en una noria que está a punto de desplomarse y la apariencia de dicha noria, un modelo en tres dimensiones, es bastante atroz. La escena en sí me parece estupenda, pero la imagen de esa noria se me pasará por la cabeza cada vez que vea a alguien alabando la calidad de la animación de esta serie. Soy consciente de que este tipo de cosas son habituales en las producciones animadas, pero me parece el primer tropiezo en un apartado visual que a priori parecía bastante prometedor. Sospecho que no será el último.

No he querido leer muchas opiniones acerca de X-Men '97, pero he podido percibir un gran entusiasmo en lo que respecta a la calidad de su animación. Puede que el motivo principal sea que la serie ha decidido rehacer la intro original de los noventa, que además viene con el clásico tema musical conocido por todos en una versión arreglada. En mi modesta opinión, los arreglos no lo hacen mejor, como tampoco la nueva animación consigue impresionar mucho más de lo que lo hacía la intro original hace treinta años. Qué puedo decir: la intro original fue algo milagroso para una serie con una animación tan cutre, así que rehacerla siguiendo los estándares modernos me parece más una concesión a la nostalgia gratuita que un intento de enseñar músculo en lo que a los estándares de producción se refiere. Aún así, parece que ha cumplido con su objetivo y ha tenido a la gente hablando sobre ella sin parar. Lo entiendo, aunque a mí no me ha vuelto loco. Hay otros aspectos mejores (y peores) en los que fijarse si te interesa el campo de la animación, en el que yo no soy un experto ni mucho menos. Seguramente habré gente por ahí con un mejor criterio que yo para analizar ese apartado, por lo que prefiero centrar mis comentarios en otros aspectos. En concreto, en el aspecto narrativo.

Diría que a partir de esta segunda entrega surgen cuatro líneas argumentales que tendrán un peso considerable en el desarrollo de la temporada. La primera de ellas, obviamente, es la que tiene que ver con Magneto. Aunque la última voluntad del Charles Xaviera fuera legar su Escuela de Jóvenes Talentos a su antiguo enemigo, las Naciones Unidas no están dispuestas a aceptar que el conocido terrorista mutante haya cambiado de bando así como así. De ahí que Valerie Cooper se presente en la mansión con intención de detener al Amo del Magnetismo para llevarlo a juicio. Claro que, como bien apunta el propio Magneto, los humanos pueden detenerle y juzgarle sólo porque él se lo permite. Es una muestra de buena voluntad, como lo fue cuando se entregó en los cómics en esa historia ochentera que mencionaba antes. Aquello fue un punto de inflexión para el personaje, que tuvo que ganarse como aliados a quienes hasta ahora habían sido sus peores enemigos… y eso incluía no sólo a los miembros de la Patrulla-X sino también a los lectores, que esperaban que pudiese cambiar de opinión en cualquier momento (como de hecho acabó pasando unos cuantos años después, ya entrada la década de los noventa, como volvió a actuar como villano). Este es un caso similar, en el que el Magneto animado tiene que ganarse tanto el apoyo de los Hombres y Mujeres-X como el de los espectadores, que hasta el clímax de este episodio ponen en duda su decisión de seguir el sueño de Xavier.

En realidad, la serie original ya dejaba a Magneto preparado para pasarse al otro bando. Hubo muchos capítulos en los que luchó del lado de Xavier, como en su enfrentamiento final contra el Molde Maestro o durante esa temporada en la que ambos estuvieron perdidos en plena Tierra Salvaje sin posibilidad de ponerse en contacto con el exterior. El último episodio de aquella serie, aunque amenazaba con mostrar a Magneto declarándole la guerra a la humanidad desde el Asteroide M, terminaba con el Amo del Magnetismo al lado de los alumnos de Xavier, indicando que ya entonces existía cierta voluntad de que compartiera su mismo destino. Han pasado treinta años y ese momento ha llegado al fin... y nosotros somos afortunados por poder verlo.

Me fascina Magneto, si bien me parece que es un personaje realmente difícil de escribir y que pocos escritores han sabido manejar con la suficiente habilidad como para sortear las muchas contradicciones que le definen. En efecto, se trata de un personaje contradictorio, que emplea unos métodos que en realidad desprecia y que, sin ese Xavier al que tanto se ha enfrentado a lo largo de los años, está perdido. Está claro que Chris Claremont, quien fuera el arquitecto de su primera redención como sucesor del profesor al frente de la Patrulla-X, es la principal referencia a la hora de hablar de Magneto y en su versión de X-Men '97 creo reconocer algunos aspectos del Magneto de Claremont. Eso es bueno y no sólo por lo bien que habla sobre el tratamiento de personajes de la serie. Manejar con habilidad a Magneto es fundamental porque es sobre Magneto, y no sobre Xavier, sobre quién recae buena parte de la metáfora sobre las minorías que siempre ha caracterizado a las historias de los Hombres y Mujeres-X, ese “temidos y odiados por un mundo al que han jurado proteger” y que, según cómo lo interpretes, puede usarse como símil del movimiento por los derechos de las personas negras, las reivindicaciones feministas o la lucha del colectivo LGBT+.

En sus mejores momentos, Xavier es un idealista, en el sentido de que plantea un ideal perfecto y casi inalcanzable. La convivencia pacífica entre humanos y mutantes, nada menos. Eso sería el equivalente a obtener el final definitivo del racismo, la xenofobia, el machismo o la homofobia en el mundo real; algo imposible porque, mientras existan prejuicios, existirá el conflicto y la convivencia se verá afectada de una forma u otra. Magneto, en cambio, es más pragmático. Él sólo busca la seguridad de su pueblo, que se reconozca su derecho a vivir en sus propios términos y sin temor a los humanos. Dependiendo del humor que tenga en ese momento, Magneto también puede mostrar cierta tendencia a creer que los mutantes son superiores y, por tanto, que tienen más derecho que los humanos a gobernar el planeta, pero esa tendencia hacia el supremacismo ha sido algo errática y creo que se puede considerar una herencia de su origen primigenio en los tiempos de Stan Lee y Jack Kirby, cuando era el típico villano de los sesenta sin apenas desarrollo ni trasfondo. Décadas de cómics nos han mostrado al Amo del Magnetismo como un ser bastante más complejo, cuyos arrebatos de violencia contra la humanidad obedecían más a un profundo amor hacia su pueblo que a un incendiario odio hacia el pueblo rival. Podríamos discutir esta afirmación, pero basta recordar al Magneto de la serie animada original para darse cuenta de que su afición al supremacismo era puesta en duda tras apenas dos capítulos. Como superviviente del Holocausto, Magneto teme que los suyos acaben de la misma manera que sus amigos y familiares… ¡y no se equivoca! Ahí está el omnipresente y ominoso futuro de Días del Futuro Pasado para recordar a los mutantes que pueden acabar muy mal. ¿Cómo culpar entonces al Amo del Magnetismo por un exceso de celo en su deseo de proteger a los que ama? Por eso su papel es importante, porque es el personaje con el que mejor se puede identificar el lector (o el espectador, si hablamos de adaptaciones audiovisuales). Xavier es un santurrón, un soñador. Magneto es un superviviente, un luchador… y está furioso. El mundo le ha hecho mucho daño. Pero, cuando logra superar su ira y cuando logra dejar sus demonios atrás, es capaz de sentir el valor del sueño de Xavier. Y cuando él lo hace es muy posible que el lector (o espectador), que muy probablemente también pertenezca a una minoría que ha sido tratada de forma injusta por la sociedad, lo sienta también.

He pensado mucho en esto mientras se desarrollaba el juicio de Magneto en X-Men '97, porque los que pertenecemos a una minoría hemos pasado por el mismo punto por el que pasa Magneto en algún momento. Hemos sentido la ira, la rabia y el deseo de venganza ante la injusticia. Hemos sentido la necesidad de devolver el golpe. Nos hemos sentido justificados y con el derecho de responder con violencia ante nuestro desagravio. Porque sabemos que ningún avance en materia social que merezca la pena ser recordado se ha logrado mediante el diálogo, sino mediante la revuelta, la protesta, la lucha… y la violencia. Claro que, si seguimos ese camino, nos llevará de forma irremediable a convertirnos en nuestros agresores, a rebajarnos a su nivel. La alternativa es no devolver el golpe y creer en un mundo mejor en el que, algún día, los golpes serán cosa del pasado. Es otro camino, mucho más difícil, mucho más duro, que requiere mucha más fortaleza y convicción. En cierto sentido supone un acto de fe, pues implica creer en un mundo mejor que aún no hemos alcanzado… y que quizá no lleguemos a alcanzar nunca. Es abrir la mente a un ideal. Es aceptar el sueño de Xavier. Y es justo lo que hace Magneto en este episodio, cuando decide perdonarle la vida a los jueces de las Naciones Unidas y al fanático antimutante que ha intentando acabar con él. Esto, si me preguntas a mí, es la esencia misma de las historias de la Patrulla-X. Es la sangre que corre por mis venas después de años y años leyendo los tebeos de estos personajes y es la razón por la que el segundo capítulo de X-Men '97 me ha parecido excepcional en su planteamiento, en su desarrollo y en su resolución. 

Otra de las líneas argumentales que surgen de este episodio tiene que ver con Tormenta. Ya desde el inicio, X-Men '97 va soltando algunas pistas sobre lo que va a suceder con Ororo durante esta temporada. Ella es, como apuntaban los Centinelas de Bolivar Trask, una mutante de nivel omega, lo que significa que es uno de los seres más poderosos del mundo. La naturaleza de su poder, además, la vincula con las fuerzas de la naturaleza haciendo que sea, a todos los efectos, una fuerza elemental y primaria; una diosa, si preferimos llamarla así. El conflicto que va a tener que afrontar en esta nueva serie tiene que ver con descubrir quién es en realidad una vez pierda sus poderes.

De nuevo siguiendo una historia de Chris Claremont en los ochenta, Tormenta recibe el disparo de un arma energética que altera su cuerpo a nivel genético, arrebatándole sus dones mutantes. En los cómics recibía el disparo para proteger a Pícara y aquí es para proteger a Magneto, pero el efecto es el mismo. Ororo ya no es Tormenta. Ya sólo es Ororo, no la diosa del clima ni la señora de los elementos. En parte, es un castigo. Es como quedarse sorda, ciega y muda, ya que se ha cortado su vínculo con la naturaleza. Pero, en parte, también es una bendición. En un ejemplo de libro de foreshadowing, ella misma le confiesa a Jean Grey que a veces le gustaría ser una humana “normal” para liberarse de la insoportable presión de ser una mutante temida y odiada por un mundo al que ha jurado proteger. Ahora tendrá que descubrir lo que significa realmente ser humana y demostrar que no hacen falta poderes climáticos para ser poderosa. Así lo hizo en los tebeos, en aquellas dos célebres entregas en las que Chris Claremont colaboró con el dibujante Barry Windsor-Smith y que se titularon Muerte Viva (Lifedeath, en el original). Curiosamente, ese será el título de dos futuros episodios de X-Men '97, por lo que más o menos sabemos qué podemos esperar de ellos.

En la historia original, el mutante Forja fue el creador del arma que le quitó los poderes a Tormenta, aunque en esta versión el responsable resulta ser un villano noventero prácticamente olvidado (y olvidable): el Ejecutor (X-Cutioner). Por tanto, tengo mis dudas de que esta nueva versión de Muerte Viva vaya a abordar el intento de romance entre Tormenta y Forja, fallido desde el momento en que Ororo descubre que está durmiendo en la cama del responsable de su estado. Parece más probable que veamos adaptada la segunda parte de Muerte Viva, que llevaba a Tormenta de vuelta a África en un viaje para reencontrarse a sí misma. No quiero hacerme muchas ilusiones respecto a la fidelidad de esta posible adaptación, ya que ambas entregas de aquella historia eran lecturas duras, melancólicas y de difícil digestión. Ese no parece ser el tono que busca X-Men '97, pero para alguien que tiene en tan alta estima las originales (la primera parte de Muerte Viva puede ser fácilmente mi tebeo favorito de la Patrulla-X, que es lo mismo que decir que es mi tebeo favorito de todos los tiempos) el mero hecho de mencionarlas despierta mucho interés. Espero que los responsables de la serie sepan en dónde se están metiendo y que la referencia sea algo más que un mero guiño.

La tercera de las líneas argumentales que parten de este segundo capítulo tiene que ver con Magneto y Pícara y augura un triángulo amoroso entre ellos dos y Gambito. Pensar en un posible romance entre Magneto y Pícara a estas alturas de la vida me lleva de forma irremediable a los noventa, pues fue en aquella época cuando ese romance tuvo alguna posibilidad de materializarse, al menos durante una temporada. Todo comenzó a principios de los noventa, cuando Pícara acababa en la Tierra Salvaje, en donde estaba entonces Magneto. Ambos tenían entonces un pequeño affair propiciado por la circunstancia de que Pícara no disponía de sus poderes de absorción en ese momento, pero la cosa se enfrió cuando Magneto asesinó a sangre fría a Zaladane, la sacerdotisa de la Tierra Salvaje, delante de su compañera mutante. Sin embargo, de aquel fuego quedaron algunas ascuas y, durante los meses que duró la realidad alternativa de La Era de Apocalipsis, el Amo del Magnetismo y la sensual sureña se mostraron a los lectores como pareja casada y como padres de un hijo (resulta que, de alguna manera, el magnetismo podía “interferir” sobre el poder de Pícara, por lo que podía tocar a Magneto sin temor, hasta el punto de poder concebir un hijo suyo). Se intentó luego seguir vendiendo la posibilidad de que esa relación se trasladara a la línea temporal habitual a través de la aparición de Joseph, una versión juvenil de Magneto que al final acabó desvelándose como un simple clon, pero aquello no tuvo mucha más trascendencia. El breve romance entre Pícara y Magneto en la Tierra Salvaje se recuerda más por el hecho de que Jim Lee dibujara a la Mujer-X casi en pelota picada en aquellos números que porque supusiera un desarrollo profundo para los personajes. Ahora X-Men '97 ha querido recuperarlo, insinuando que hubo algún tipo de affair entre las versiones animadas del Amo del Magnetismo y Pícara en el pasado… para disgusto de Gambito, que pese a sus muchos encantos aún no ha logrado comerse un rosco con la sureña sin acabar en la unidad de cuidados intensivos. Me encanta esta dinámica, no lo oculto. Las historias de la Patrulla-X tienen una marcada tendencia hacia el melodrama y no hay mejor melodrama que un clásico triángulo amoroso. Estando ya más que agotado el viejo triángulo entre Jean Grey, Lobezno y Cíclope, que la serie haya optado por centrarse en otro triángulo distinto me parece un gran acierto. ¿Veremos también a la Pícara semidesnuda de la Tierra Salvaje en X-Men '97 cuando haya algún tipo de flashback para explicar su vínculo con Magneto? Apuesto a que sí. Un poco de fanservice no hace daño a nadie.

La cuarta y última de las líneas argumentales que parten de esta segunda entrega tiene en su centro a Jean Grey… ¿o quizá debería decir a Madelyne Pryor? De nuevo toca retroceder hasta los años ochenta en busca de las clásicas aportaciones de Chris Claremont a la mitología mutante. Jean Grey se había convertido en Fénix Oscura y había muerto, dejando a Cíclope sumido en la depresión y abandonando la Patrulla-X. En sus viajes por el mundo conocería a varias mujeres hermosas que beberían los vientos por él, pero el bueno de Scott sólo se fijaría en una: Madelyne, una pelirroja misteriosamente parecida a la fallecida Jean Grey. Durante un tiempo se insinuó que podía ser la propia Jean Grey, renacida como un fénix de sus cenizas, pero con el tiempo se desveló que se trataba de un clon de Jean creado por el perverso genetista conocido como Mr. Siniestro con el objetivo de cumplir su mayor deseo: combinar el material genético de Cíclope con el de Jean para crear al mutante definitivo, un mutante de un poder superior. Obviamente, era más fácil convencer a Scott de que entregara voluntariamente su… ejem… su semilla… que obligarle por la fuerza. De ahí la creación de Madelyne a imagen y semejanza de Jean para tentar a Cíclope, que se casaría con ella y le daría un hijo: el joven Nathan Christopher Summers (llamado Christopher por el padre de Scott, más conocido por su alias de Corsario y miembro de los Saqueadores Estelares). Claro que todo aquello se acabaría complicando cuando la verdadera Jean regresó de su supuesta muerte y Scott abandonó a Madelyne para volver a los brazos de su amor verdadero, dejando a Maddy tan furiosa que acabaría vendiendo su alma a un demonio.... literalmente. ¿Se va a meter X-Men '97 en este clásico berenjenal mutante? Pues eso parece. ¿Llegaremos a ver una adaptación animada de Inferno? Me encataría, pero lo veo más improbable. De lo que no hay duda es de que tendremos por aquí a Madelyne y a su hijo. Ya había una pequeña pista en la visión que experimenta “Jean” en el primer capítulo, pero el final del segundo lo confirma cuando una pelirroja muy familiar llama a la puerta de la Escuela de Xavier. De alguna forma, Siniestro nos ha colado a Madelyne sin que nos hayamos dado cuenta. No tengo claro en qué momento de la cronología lo ha hecho, pero estoy seguro de que la serie nos lo desvelará más pronto que tarde. Qué ganas de volver a ver de nuevo al Siniestro animado, por cierto.

Conviene recordar que la cronología de X-Men '97 es bastante distinta a la de los cómics, por lo que cualquier intento de adaptar la historia de Jean y Madelyne va a tener que sufrir algunos cambios. Creo que el elemento diferenciador en esta ocasión radicará en que el eje fundamental de la historia no van a ser las pelirrojas ni su confundido amante, sino el fruto del matrimonio entre Scott y Maddy: ese niño con la mezcla perfecta de genes destinado a un futuro glorioso y al que Mr. Siniestro quiere echar el guante. El segundo episodio lo bautiza como Nathan Charles Summers (Charles por el desaparecido mentor de la Patrulla-X, por supuesto), lo que ya supone una diferencia importante respecto a los cómics. No obstante, creo que podemos confiar en que el futuro del personaje será el mismo que el de su contrapartida en las viñetas: el de convertirse en el viajero del tiempo llamado Cable, un personaje al que ya vimos en varias ocasiones en la serie original. Creo que acabaremos viendo a Cable de alguna forma en X-Men '97, lo cual me parece buena noticia. Ahondar en el origen del Cable animado de los noventa era un asunto pendiente desde hace muchos años.

Estas cuatro líneas argumentales son las puertas que se abren tras esta segunda entrega de X-Men '97, presentando el tremendo potencial que alberga el resto de la temporada. La cosa no pinta nada mal, desde luego, aunque parece mucho que abarcar para tan pocos capítulos. Esta temporada sólo tiene diez… y ya hemos visto dos. ¿Se podrán conducir esas cuatro líneas argumentales hacia una resolución satisfactoria en ocho episodios nada más? Eso es lo que tenemos que comprobar. Yo quiero creer que sí, pero imagino que va a tener un precio; un precio que ya se puede intuir tras lo que hemos visto en estas primeras entregas. Mucho me temo que gran parte del reparto de personajes se va tener que conformar con un pequeño rol secundario. Dudo que veamos mucho de Bishop, la Bestia, Júbilo o Morfo (el pobre parece limitado a ejercer el papel de referencia andante, adoptando el aspecto de otros personajes que no habrá tiempo para visitar esta temporada). Lobezno tendrá algo más que decir por ser Lobezno, pero no veo a los demás disfrutando de muchos momentos de gloria esta temporada. No creo que sea un problema grave, ya que todos gozaron de ese tipo de momentos en la antigua serie, pero es un poco triste que ahora tengamos que conformarnos con verlos luchando por captar nuestra atención al fondo de la escena mientras otros chupan cámara. Es el gran peligro que suponen las series corales con muchos personajes: encontrar el equilibrio no es fácil y ahondar en unos protagonistas supone dejar un poco de lado al resto. El consuelo que nos queda es que, si esta temporada funciona bien y alcanza los números esperados en Disney+, los responsables de manejar el dinero le darán luz verde a la segunda.

En resumidas cuentas, Comienza la liberación mutante es un fantástico episodio. Si olvidamos la terrible noria en tres dimensiones que aparece al principio, tenemos una mezcla apasionante de todos los elementos que requiere una buena historia mutante, incluyendo su dilema moral y su mensaje de esperanza hacia el futuro. Tenemos romance y drama. Tenemos acción y sorpresas. Tenemos varias líneas argumentales abiertas, cambios en algunos personajes y nuevas dinámicas que se han puesto en marcha. Todo pinta espectacular y yo estoy pletórico. Esto es exactamente lo que quiero que Marvel me ofrezca. Ojalá X-Men '97 dure tanto como duró la serie original… o incluso más.

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