Prehistoria mutante es una serie de artículos en los que vamos a ir repasando los números de la Patrulla-X original uno a uno. En cada entrega se comentará uno de los números de esta etapa fundacional de los mutantes de Marvel, empezando por el primero... y de ahí hasta donde lleguemos.
Es una mañana normal y corriente en la Escuela del Profesor Xavier para Jóvenes Talentos y los estudiantes están reunidos alrededor de la mesa con sus ropas civiles. Los chicos hacen lo que se puede esperar de ellos, mientras que su mentor le da las gracias a Jean por haber ayudado con la comida en el día libre de la cocinera. Lo primero que se me ocurre es preguntar por la identidad de esa misteriosa cocinera que no se ha dejado ver hasta ahora. ¿Sabe en qué tipo de escuela está trabajando? ¿Es consciente de que en cualquier momento podría aparecer Magneto para convertir sus sartenes y cacerolas en armas mortales? Bromas aparte, estoy tan acostumbrado a asumir que la Patrulla-X vive en una mansión que no suelo plantearme cuestiones técnicas sobre ello. También soy totalmente ajeno a la vida en una de esas gigantescas propiedades, así que no soy consciente del mantenimiento que suponen. Seguramente Xavier tenga oculta a toda una horda de mayordomos, limpiadores, cocineros y jardineros encargándose de las tareas de la escuela, ya que ni los Hombres-X ni él van a encargarse de tareas mundanas como quitar el polvo o hacer la colada. Salvo Jean, claro, que al ser la chica del grupo no está por encima de ocuparse de hacer la comida. Lo siguiente que he pensado es que ese diálogo del Profesor Xavier debía ser una de esas aportaciones a posteriori de Stan Lee con uno de los micromachismos tan típicos de números anteriores, pero lo cierto es que en la página siguiente Jean aparece dibujada con un delantal. Tendremos que admitir que ese pequeño detalle estaba en el guión desde el principio y que Jean se ha puesto a cocinar mientras sus colegas mutantes hacían el vago.
Pero este número no dedica mucho tiempo a la vida cotidiana de los Hombres-X, ya que enseguida nos traslada a la base de Magneto y su Hermandad de Mutantes Diabólicos. Tanto el Profesor Xavier como su némesis han llegado a la misma conclusión: el Hombre Submarino, quizá el primer mutante del Universo Marvel, podría ser una excelente incorporación para sus respectivos equipos. Después de todo, esto no sería un tebeo de la Marvel de los sesenta si Namor no hiciese al menos una aparición especial.
Pero antes de entrar en materia merece la pena dedicar un momento a analizar el supuesto de que Namor es el primer mutante marvelita. Puesto que se trata de un personaje anterior a Marvel como tal, ya que procede de los tiempos en los que la editorial aún era Timely, no cabe duda de que es anterior a cualquier otro personaje mutante. ¿Pero se puede considerar el primer mutante? Siendo un híbrido entre humano y atlante, cuesta un poco añadir también a la mezcla la posibilidad de una mutación. Imagino que para los lectores de la época, aún poco familiarizados con la presencia de mutantes, debía resultar raro colocar en esta categoría tan reciente a un personaje más asociado al entorno de los Cuatro Fantásticos que al de la Patrulla-X. En cambio, hoy en día no nos cuesta considerar que el Hombre Submarino es un mutante, al menos técnicamente, y que las alas de sus tobillos son producto de una mutación. Lo que tenemos claro es que no fue el primero ni el más antiguo. Hay mutantes muy anteriores en la cronología del Universo Marvel, como Apocalipsis o incluso el Fénix de los Vengadores prehistóricos de hace un millón de años. Además, los intentos de acercar a Namor al entorno mutante nunca han dado fruto. Sí, ha llegado a ser miembro de la Patrulla-X durante algún breve período, pero creo que a la mayoría nos sigue costando verlo como mutante con todas las de la ley. Como podemos ver, el origen de este debate es muy antiguo y se remonta al número que estamos comentando hoy.
Tras la típica pelea entre los miembros de la Hermandad, en la que se pone en evidencia por enésima vez que Mercurio y la Bruja Escarlata no deberían estar asociados a estos villanos, Magneto decide utilizar sus asombrosos dones mentales para localizar a Namor. Esta escena no resultaría de especial interés de no ser porque Magneto no debería tener ningún don mental, ya sea asombroso o de cualquier otro tipo. Si bien el Profesor Xavier es un telépata capaz de enviar sus pensamientos a cualquier parte del planeta, el poder de Magneto sobre el magnetismo no debería ser capaz de proyectar una imagen astral similar a la del maestro de la Patrulla-X. “El líder de los Mutantes Diabólicos, cuyo poder mental sólo es superado por el del Profesor X, transforma su enorme energía psíquica en una figura ilusoria de sí mismo… y la hace alejarse…”, dice el texto. Quizá los autores estaban tratando de equiparar de alguna forma a los dos personajes, dibujando una cierta equivalencia entre el héroe y el villano, o quizá simplemente necesitaban una excusa para que Magneto pudiese contactar con Namor, que se encontraba en las profundidades oceánicas, para poner en marcha el encuentro. En cualquier caso, es una decisión muy extraña. Se me antoja que las ideas sobre la telepatía de entonces estaban muy influenciadas por el misticismo y las ideas sobre lo sobrenatural, y por eso el viaje telepático de Xavier y Magneto recuerda poderosamente a los momentos en los que la forma astral del Doctor Extraño se separa de su cuerpo físico. Aún así, reconozco que esa página en la que la figura fantasmal de Xavier se sumerge caminando en el agua y luego continúa andando por el fondo marino es muy poética. El hombre que, pese a haber perdido el uso de las piernas, podía viajar mentalmente a cualquier lugar sin esfuerzo; una idea fantástica. ¿Qué Magneto también puede hacer lo mismo? Pues estupendo.
En cierto sentido, la serie aún estaba en estado de flujo y algunos detalles seguían puliéndose poco a poco. Los poderes de Magneto aún necesitaban una pequeña revisión para que no se confundiesen con los de Xavier y quizá los del propio profesor también necesitaban un enfoque algo distinto, pero otras cosas seguían evolucionando. Es el caso del Hombre de Hielo, que cada vez se acerca más a ser un auténtico hombre hecho de hielo, o del sutil cambio en el uniforme de la Chica Maravillosa, que en este número abandona la habitual capucha que cubría su cabeza para lucir una máscara picuda que sólo le cubre el rostro y que se volverá una pieza característica de su vestimenta en el futuro. También hay un cambio similar en el uniforme de Magneto, cuya capa ya no le llega hasta las caderas sino hasta los tobillos. Ahora es una capa propiamente dicha, mucho más vistosa y dinámica en las escenas de acción. Son detalles pequeños, fáciles de pasar por alto, pero contribuyen a mejorar la colección.
Volviendo a la historia, Magneto entra en contacto con uno de los atlantes de la corte de Namor para que sugiera a su soberano que viaje a la superficie para aliarse con su Hermandad. El Hombre Submarino, airado por su última derrota a manos de los Cuatro Fantásticos (parece que la historia se sitúa poco después de Fantastic Four #27 USA), no parece interesado, pero al saber que Magneto es un mutante como él y que no siente ninguna simpatía hacia los humanos decide investigar la situación. Por su parte, el Profesor Xavier fleta un velero para salir en busca de la isla que sirve como refugio a la Hermandad de Mutantes Diabólicos, ahora equipada con un imán gigante capaz de sacar a los barcos de su rumbo. Por segunda vez nos encontramos a Magneto asociado con la imagen de imanes gigantes. Supongo que una vez hecha la asociación era inevitable que se convirtiese en algo habitual. ¿De qué otra forma se puede representar mejor de forma visual algo tan abstracto como el magnetismo que dibujando un imán gigante? Los tebeos de la Marvel de la época no están tan lejos de los Looney Tunes como creemos, ¿verdad? ¿Qué usaría el Coyote para atrapar magnéticamente al Correcaminos? ¿Acaso no usaría un imán gigante marca ACME?
Namor llega poco después a la isla de Magneto… y no se muestra nada impresionado con el Amo del Magnetismo ni con su base de operaciones. Ah, pero Magneto tiene un plan: engatusar al Hombre Submarino usando la belleza de la Bruja Escarlata. Si me diesen una moneda por cada conducta machista que encuentro en estos viejos tebeos no hay duda de que estas reseñas me saldrían muy rentables. Así era el mundo entonces y Marvel, como espejo del mundo, no ofrecía más que un simple reflejo. Después de haber sido objetificada de semejante manera, Wanda se acerca a Namor y, distraída por su esbelto y musculoso cuerpo, pierde el control sobre sus hechizos. El Hombre Submarino no sufre ningún daño, pero el incidente hace que se fije por primera vez en la Bruja Escarlata. Claro que antes de que pueda pasar nada más aparece el Ángel como avanzadilla de la Patrulla-X.
El combate posterior abarca el resto del tebeo y enfrenta a Namor contra los Hombres-X y la Hermandad, en lo que supone una sucesión de secuencias de acción muy bien resueltas y muy divertidas. El clímax se alcanza cuando Magneto pretende liberar todo el poder destructivo de su imán gigante contra la Patrulla-X pese a que Mercurio se encuentra en la línea de fuego. Al ver que el villano ignora los ruegos de la Bruja Escarlata para proteger a su hermano, es el propio Namor el que intercede por ella y se opone a Magneto. Por desgracia no llegamos a saber cómo hubiese acabado el choque entre ellos, ya que los estudiantes de Xavier aparecen para relevar al Amo del Magnetismo e intercambiar algunos golpes con el soberano de Atlantis. Eso sólo sirve para demostrar su clara superioridad, ya que es inmune a los ataques de la Bestia, es capaz de detener al Ángel en pleno vuelo y resiste sin problemas el rayo óptico de Cíclope. En los sesenta pocos personajes eran capaces de toserle a Namor.
Se podría decir que nuestros protagonistas están en problemas, pero Xavier aparece una vez más para sacarles las castañas del fuego. Y lo hace nada menos que acompañado por Mercurio, cuyo cuerpo controla mentalmente como si se tratase de un prisionero. Una vez más, la falta de escrúpulos del Profesor X resulta difícil de creer. Además de estar controlando a alguien en contra de su voluntad, el líder de los Hombres-X no tiene reparos en usarlo como rehén para mantener la ira de Namor a raya. Está claro que en la Escuela para Jóvenes Talentos no deben impartirse muchas clases de ética. O que la ética es para homo sapiens.
El Hombre Submarino se marcha enfadado y la dualidad entre lo que expresan sus diálogos y sus pensamientos es muy reveladora. “¡Bah! ¡Fui un necio al venir aquí! ¡El Hombre Submarino no necesita alabanzas! Toda la gente de la superficie es mi enemiga, ¡sea mutante o no! Regresaré a las profundidades… ¡adonde pertenezco!”, dice Namor dispuesto a dejar a los mutantes con sus propios asuntos. Lo que piensa es muy distinto: “Desde que perdí el corazón a manos de Sue Storm, no he visto belleza semejante a la de la Bruja Escarlata. Pero no oso amar a otra mujer de la superficie… ¡No oso volver a ser vulnerable!”, asegura para sus adentros. Si las cosas hubiesen transcurrido de otra manera quizá habríamos visto un romance entre el Hombre Submarino y la Bruja Escarlata, dos personajes que normalmente no asociamos demasiado. Aquí podemos encontrar un terreno fértil para un jugoso What If…? en el que Magneto logra reclutar a Namor y este acaba emparejándose con Wanda. Puede que incluso liberándola de la Hermandad y enfrentándose luego a su celoso y sobreprotector hermano. Alguien debería escribirlo si es que aún no se ha hecho.
La historia ya parece haber concluido cuando los autores nos reservan una última sorpresa. Magneto vuelve la energía de su imán gigante contra el Hombre Submarino por puro rencor y el soberano de Atlantis utiliza su fuerza prodigiosa para liberarse, destruyendo el arma magnética y obligando a la Hermandad a huir del lugar. Inesperadamente, Mercurio y la Bruja Escarlata, que en este número parecían estar a punto de unirse a la Patrulla-X, deciden volver una vez más al lado de Magneto. ¿Por qué? Pues porque si les das a los lectores lo que quieren ya no tendrán motivo para volver a buscarlo en el próximo número. En este caso lo que los lectores querían, a juzgar por el correo original americano de este mismo número (véase el primer tomo de la nueva Biblioteca Marvel de la Patrulla-X), era que Mercurio y la Bruja Escarlata se sumasen a las filas de los Hombres-X. Ya sabemos que Marvel no llegó a darles ese placer.
No quiero acabar este comentario sin reconocer que la prosa de Stan Lee, tan teatrera y melodramática, da en el clavo en los cuadros de texto que acompañan a la marcha de Namor, tras ser decepcionado una vez más por los habitantes de la superficie. “Sin una palabra, sin una mirada atrás, el formidable Namor se alza y, lenta, imperiosamente, se acerca al mar. Entonces, con un imponente salto, el soberano de las profundidades regresa a sus dominios. El océanos reclama a los suyos”. Son unas líneas fantásticamente escritas que acentúan tanto la actitud regia del personaje como su inabarcable soledad. Si los invitados especiales de este número hubiesen sido los Vengadores o los Cuatro Fantásticos el final habría sido muy distinto, con ambos grupos separándose de forma amistosa o compartiendo unas reflexiones finales. Pero con Namor no. Namor ni siquiera se digna a despedirse de la Patrulla-X. Con Magneto derrotado ya no tiene nada más que hacer allí y simplemente se marcha como sólo un rey puede hacer.
Podemos criticar estos tebeos todo lo que queramos. Podemos decir que han envejecido mal y que están repletos de actitudes machistas, desde luego. Pero hay un motivo por el que se siguen editando y por el que la gente sigue teniendo interés en leerlos. O en releerlos después de haberlos leído ya muchas veces a lo largo de los años, como es mi caso. Más allá de su importancia histórica, más allá del hecho de que supongan los cimientos de una de la franquicias más relevantes de la cultura popular, más allá de que presentasen personajes y situaciones sin las cuales el mundo habría sido muy distinto… lo importante es que son buenos tebeos. En ocasiones incluso muy buenos. Cada vez que pienso que resultan algo lentos o engorrosos de leer me encuentro con una escena como la de la marcha de Namor, que me parece maravillosamente escrita y soberbiamente dibujada, y pienso en toda la artesanía que hay detrás de estos tebeos. En todo el trabajo creativo que se puso en ellos. En lo sugerentes y estimulantes que me resultan sus virtudes pese a sus muchos defectos. Y me encuentro a mí mismo disfrutando una vez más de ellos. De estos tebeos en los que un villano recurrente se enfrenta a unos héroes más o menos arquetípicos, con sus previsibles peleas y su melodrama barato. De la cultura popular en su máxima expresión. ¡Los tebeos son geniales!
Y hasta aquí el comentario de The X-Men #6 USA. En el siguiente número: ¡el regreso de la Mole!
Pulsa aquí para acceder a las demás entregas de Prehistoria mutante
Comentarios
Publicar un comentario
AVISO: Los comentarios no aparecerán publicados hasta que sean revisados. Gracias por tu comprensión.