Prehistoria mutante es una serie de artículos en los que vamos a ir repasando los números de la Patrulla-X original uno a uno. En cada entrega se comentará uno de los números de esta etapa fundacional de los mutantes de Marvel, empezando por el primero... y de ahí hasta donde lleguemos.
Este número arranca con una situación inusual, pero muy familiar: un barco sale de un banco de niebla en mitad del Atlántico Norte para encontrarse a punto de chocar contra un enorme iceberg. Por suerte este barco en concreto cuenta con algo con lo que no contaba el Titanic, ya que en él viaja de incógnito la Patrulla-X. Una poderosa descarga del rayo óptico de Cíclope basta para deshacerse del iceberg, aunque el muchacho queda muy debilitado por el esfuerzo. Es curioso que, tal y como decía en el comentario de uno de los números anteriores, en mi cabeza eso de desmayarse a causa de haber utilizado un poder mutante a máxima intensidad esté más asociado a la Chica Maravillosa que a Cíclope. Lo cierto es que en estos nueve números que llevo comentados ya han sido varias las ocasiones en las que Cíclope se ha visto debilitado tras una descarga especialmente potente, pero aún no se ha visto ningún desmayo de Jean tras forzar su telequinesis. Y, sin embargo, no recordaba a este Cíclope primigenio como alguien que acabase hecho un trapo después de cada esfuerzo. La memoria es engañosa y no está libre de funcionar bajo el influjo de prejuicios e ideas preconcebidas. Es uno de los motivos por los que una relectura como la que estoy haciendo para preparar estos comentarios resulta de gran utilidad para poner las cosas en su sitio, incluso aquellas que dabas por sentado desde hace mucho.
El sobreesfuerzo de Cíclope no pasa desapercibido a ojos de la Chica Maravillosa, como era de esperar. “¡Oh, Scott, se me rompe el corazón al verte tan pálido y tembloroso! Ojalá pudiera consolarte en mis brazos… con mis labios… pero sé que no debo hacerlo. Como líder en funciones no tienes tiempo para pensar en… romances. Ojalá fuéramos humanos normales, libres de obedecer los dictados de nuestro corazón. Pero no debo permitirme tales sueños imposibles…”, se lamenta la joven pelirroja. Así prosigue el drama entre la pareja de enamorados, sin que se produzca ningún avance por ninguna de las dos partes.
Como descubrimos poco después, la Patrulla-X viaja a Europa siguiendo los pasos del Profesor Xavier, que en esos momentos desciende a una caverna subterránea situada bajo la región de los Balcanes en busca de un enemigo llamado Lucifer. A través del propio Xavier descubrimos que Lucifer fue el culpable del accidente que dejó al telépata postrado en una silla de ruedas, por lo que entendemos que hay algo personal entre ellos. Recordemos que Xavier abandonó a sus estudiantes de forma apresurada para perseguir a este enemigo, al que considera una amenaza prioritaria para el planeta. Esto será relevante cuando lleguemos a la conclusión de este comentario.
Lo primero que llama la atención de este asunto es que la afirmación de Xavier contradice algo que dijo en la primera entrega, cuando contó que lo que le hizo perder el uso de las piernas fue un accidente en su infancia. Ahora, en cambio, nos dice que fue culpa de Lucifer, con quien debió enfrentarse poco antes de que la Patrulla-X estuviera formada. En este número se nos deja con la intriga, aunque la historia de la lesión de Xavier se narrará con todo detalle más adelante. La contradicción seguirá existiendo, claro, y tendremos que pensar que Xavier mintió en el primer número, aunque fuese una simple mentirijilla para no entrar en detalles sobre lo que fue en realidad un largo y complejo incidente con un supervillano. O quizá tendremos que limitarnos a aceptar que en aquellos años el trasfondo de los personajes aún estaba en estado de flujo e iba cambiando a capricho de los autores. Es bastante probable que Stan Lee ni siquiera recordase la afirmación del profesor en el primer número cuando llegó el momento de dialogar el noveno.
La idea de que el bueno de Charles mintiese a sus pupilos tampoco debería extrañarnos mucho a estas alturas. Ya sabemos que la ética no es su punto fuerte y que tiende a actuar sin tener en cuenta las consecuencias que puedan tener sus acciones para los demás, incluso para sus queridos estudiantes. De hecho, tras una interesante secuencia en la que desciende a gran profundidad gracias a los artilugios de su silla (una secuencia que me recuerda poderosamente a Niles Caulder, el líder y mentor de la Patrulla Condenada de DC, una inspiración nunca reconocida del todo pero más que probable para Xavier y sus Hombres-X), el profesor se enfrenta a Lucifer sacando una pistola… y disparándole sin miramientos. ¿Cuál era su plan para encargarse del villano entonces? ¿Bajar hasta allí, pegarle dos tiros y volverse a la escuela como si nada? Xavier no es trigo limpio y cada número de esta etapa deja claro que hay algo turbio en el personaje; algo que quizá se admitiría sin reservas en la década de los sesenta pero que hoy dispara todas las alarmas del lector. Xavier está bastante lejos de ser un héroe y más lejos aún de ser alguien admirable. En décadas posteriores será presentado como el santo patrón de los mutantes, pero basta un vistazo a su pasado para conocer la verdad.
Lucifer esquiva el disparo del telépata, lo cual es muy afortunado teniendo en cuenta que ha conectado su ritmo cardíaco a una gigantesca bomba térmica capaz de volar por los aires todo un continente. Si algo le pasase a este extraño adversario, la Antártida sería destruida y la posterior elevación del nivel del mar arrasaría buena parte del planeta. El suyo es un plan contundente y una amenaza muy seria, aunque podemos decir muy poco acerca de la mente que la ha ideado. Apenas se nos dice nada sobre Lucifer en este número. Sabemos que tiene una cierta enemistad con Xavier, a quien considera el único rival digno de su nivel, pero nada más. No se nos dice si es humano o mutante. Tampoco sabemos si tiene algún tipo de poder ni de dónde ha sacado los recursos para construir semejante bomba. Llega a decir más adelante que necesitó diez años para completarla. ¡Diez años! Es lo único que ha hecho desde su último encuentro con el mentor de los Hombres-X, construir la bomba y nada más. Esto también será relevante cuando lleguemos a la conclusión de este comentario.
Mucho me temo que Lucifer es uno de esos personajes que fueron concebidos más como un vago armazón compuesto por un par de ideas sueltas que como un todo bien desarrollado, con su historia y su trasfondo. Me da la impresión de que el misterio que rodea al personaje no es tan intencional como parece, sino que realmente los autores aún no sabían qué hacer con él. Lucifer fue el responsable de que Xavier esté postrado en una silla de ruedas, sí, pero ya contaremos esta historia más adelante… cuando se nos ocurra. Lucifer es una amenaza muy seria, pero ya contaremos más sobre él… cuando se nos ocurra. Hoy sabemos que el personaje tiene un trasfondo complejísimo, pero fue añadido a posteriori por otros autores, ya que Stan Lee y Jack Kirby ya habían dejado la serie para cuando llegó el momento de ponerse a responder preguntas sobre Lucifer.
Además, está claro que Lucifer no es el principal atractivo de este noveno número. Sólo hay que fijarse en la portada, en la que el villano ocupa nada más que el tercio inferior. El resto está dedicado al enfrentamiento entre la Patrulla-X y los Vengadores, las estrellas invitadas de esta entrega. En este punto de la historia del Universo Marvel, los Héroes Más Poderosos de la Tierra ya habían coincidido con los Cuatro Fantásticos, por lo que sólo les quedaba cruzarse con los mutantes. Este es pues su primer encuentro y también su primera batalla.
Resulta que el martillo encantado de Thor ha seguido unas emanaciones malignas desde el otro lado del océano y los Vengadores han llegado a Europa dispuestos a acabar con la amenaza que las está causando. Los héroes ignoran que cualquier daño que sufra Lucifer provocará que detone su bomba, por lo que Xavier ordena a sus Hombres-X que eviten que los Vengadores puedan llegar hasta el villano. Así pues, la lucha está servida. No obstante, no creo que este sea el enfrentamiento más espectacular entre héroes marvelitas de la época. Es más, diría que incluso es un poco flojo.
Como siempre, las secuencias de acción me parecen muy bien resueltas por parte de Kirby. Hay un par de momentos bastante imaginativos, como esa viñeta en la que la Bestia atrapa el escudo del Capitán América con los pies, pero también hay otros que ya hemos visto muchas veces antes, como esa otra viñeta en la que el Ángel trata inútilmente de levantar a Mjolnir del suelo. También es cierto que la pelea se desarrolla en poco más de tres páginas, por lo que tampoco hay espacio para mayores despliegues. Sí que hay, por desgracia, un par de momentos para que los personajes femeninos generen algo de vergüenza ajena. Obviamente, las dos chicas de cada grupo acaban peleando entre ellas, por lo que la Chica Maravillosa y la Avispa son adversarias en este número. ¿Y cuál es la táctica de combate que elige utilizar la Avispa contra la experta en telequinesis de la Patrulla-X? Pues decide tirarle del pelo, el mayor cliché posible para una pelea entre mujeres. No mucho después, cuando los Vengadores han descubierto la verdad sobre Lucifer y deciden detener la pelea, la Avispa aprovecha el momento para comentar en voz alta lo guapo que le parece el Ángel para así causarle celos a su pareja, el Hombre Gigante. La treta ni siquiera le funciona, ya que Hank Pym la ignora por completo. A lo largo de estos comentarios me estoy quejando mucho sobre el tratamiento que recibe la Chica Maravillosa como personaje, pero después de este número me queda claro que podría ser peor. Mucho peor. Podría estar comentando número a número la serie de los Vengadores y entonces tendría que hablar sobre la Avispa de aquellos años. ¡Terrible! ¡Verdaderamente terrible!
Una vez concluida la pelea de rigor, los Vengadores ya no tienen nada más que aportar a la historia y se marchan por donde han venido, dejando el asunto de Lucifer en manos de los mutantes. No estoy seguro de que sea el curso de acción más apropiado, teniendo en cuenta que acaban de conocer a la Patrulla-X y que no tienen muchos motivos para confiar en sus habilidades para gestionar una amenaza global. Además, ya que estaban ahí no les costaba nada echar una mano para derrotar al villano. Pero no, qué va. Por si acaso había alguna duda de que su presencia en este número se debía nada más que al mero reclamo, su importancia en el argumento acaba siendo totalmente nula y los Vengadores salen de escena con la misma rapidez con la que entraron.
Mientras tanto, Xavier ya ha encontrado la manera de ocuparse él solo de Lucifer. ¡Cómo no! Usando su habilidad mental, manipula el cerebro de su rival y le provoca una especie de estado catatónico, dejándolo fuera de combate y permitiendo que su corazón siga latiendo con normalidad. Se trata de un despliegue considerable de poder ejercido con gran precisión. De hecho, el profesor asegura que “sólo un neurocirujano experto comprendería lo delicado de mi cometido y, aún así, nunca creería que semejante hazaña mental fuera posible”. No obstante, como el afectado es un villano, no se cuestiona en ningún momento las implicaciones éticas de lo que está haciendo. Si fuera un civil inocente es probable que tampoco lo hiciese. El mundo estaba en peligro y no había otra alternativa, es cierto, pero a mí me asombra la facilidad con la que Xavier decide “apagar” la mente de su enemigo. Lo podría haber matado si hubiese querido. Sin duda sus métodos son tan contundentes como despiadados.
Con Lucifer fuera de combate, a los mutantes les queda ocuparse de la bomba antes de que Xavier pierda el control sobre el villano. Los Hombres-X descienden por el camino rápido al encuentro con su profesor, que ya tiene un plan preparado. ¡Cómo no! Puesto que no pueden manipular la bomba sin provocar una detonación, encontrarán el detonador y lo destruirán para que el artilugio no pueda explotar. Xavier recurre a la ayuda de Cíclope para que enfoque toda la intensidad de sus descargas ópticas en un único rayo para acertar al detonador a través de los mecanismos sin afectar al resto de los componentes de la bomba. De esta forma, Cíclope concentra su rayo en un haz finísimo y lo apunta con precisión milimétrica hasta cumplir el objetivo y salvar el día. Al hacerlo también pone en peligro todo el planeta, ya que si hubiese llegado a desviarse un par de milímetros podría haber activado la bomba y entonces medio mundo estaría pagando las consecuencias. Pero claro, era el único capaz de hacer algo así. Ojalá la Patrulla-X hubiese contado con la habilidad de alguien capaz de manipular objetos con gran precisión sin necesidad de tocarlos. Quizá alguien con telequinesis que haya recibido entrenamiento durante meses para desplazar objetos mentalmente. ¿La Chica Maravillosa dices? No, que es una mujer y eso sería concederle demasiada importancia. Recordemos cuál es el título de la serie, por favor.
Que no se me entienda mal. La escena funciona bien tal y como está. Es un buen clímax. Genera tensión. Es emocionante. Y, por una vez, no es Xavier quien soluciona el problema, lo cual es muy refrescante. Pero una vez más es uno de los personajes masculinos el que demuestra su relevancia mientras que la Chica Maravillosa se limita a suspirar en silencio por su enamorado y a tirarse del pelo con la Avispa. Incluso en esta tarea, que podría haber sido adecuada para demostrar su valía, sigue relegada a un segundo plano, a la sombra de sus demás compañeros.
Pero más criticable aún es la conclusión de esta historia, que me parece anticlimática. Había quedado patente que entre Xavier y Lucifer había algo personal o, como mínimo, una cuenta pendiente sin saldar. También se había demostrado que el villano era una amenaza lo bastante seria como para poner en peligro todo el planeta. Sin embargo, Xavier le deja marchar como si tal cosa, con la única advertencia de que la Patrulla-X siempre estará ahí para castigarle si vuelve a portarse mal. “¿Por qué me dejas irme indemne? ¿Por qué puedo irme con libertad?”, se pregunta el villano. Es una cuestión muy relevante. ¿Por qué deja Xavier que la persona que ha estado a punto de detonar una bomba capaz de llevarse por delante un continente entero se marche de rositas? ¿Qué le va a impedir ponerse a construir otra en cuanto se marche la Patrulla-X? ¿Y qué pensarían los Vengadores si supieran que el malo de esta aventura ha quedado en libertad? La decisión de Xavier no tiene mucho sentido. Lucifer es el motivo por el que abandonó a sus alumnos con tanta urgencia. Es el responsable de que perdiese el uso de sus piernas. Pero deja que se vaya simplemente porque se han acabado las páginas y el tebeo tiene que terminar de alguna manera. Adiós, Lucifer, nos vemos dentro de otros diez años, cuando hayas completado tu próxima bomba.
Lucifer podría haber escapado de alguna forma para regresar algún tiempo después explicando cómo llevó a cabo su huida milagrosa, como era habitual entre los villanos marvelitas de entonces. Recuerdo por ejemplo los primeros combates entre los Cuatro Fantásticos y el Doctor Muerte, que solían acabar con el soberano de Latveria cayendo en situaciones muy peliagudas de las que siempre escapaba. Y la explicación que daba sobre su escape en su siguiente aparición resultaba tan interesante y divertida como el resto de la aventura. Recurrir a ese recurso habría hecho que la conclusión de este número fuera bastante más satisfactoria, creo yo. Pero lo único que vemos aquí es a Lucifer alejándose del lugar sin haber aprendido nada, sabiendo que ha sido derrotado pese a haber dedicado los últimos diez años de su vida a preparar este plan. ¿Hemos de suponer que la amenaza de que la Patrulla-X vuelva para derrotarle por segunda vez baste para mantenerlo a raya? ¿No va a querer vengarse? ¿No va a volver a hacer maldades? Los tebeos de esta época son encantadores, desde luego, pero también pecan de ingenuos.
Pese a todo, esta es una aventura muy entretenida en la que vemos a los Hombres-X fuera de su contexto habitual. No tenemos la típica escena de la Sala de Peligro seguida por la típica escena de presentación de un nuevo mutante ni el típico conflicto con la Hermandad para reclutar a ese nuevo candidato. En su lugar vemos a la Patrulla-X llevando a cabo una misión en otro país y midiendo sus fuerzas con otros héroes de la editorial. El siguiente número seguirá un planteamiento similar, con nuestros protagonistas viajando a un lugar exótico y encontrándose con otro personaje con el que chocarán antes de descubrir que está en su mismo bando. Que no se diga que los autores no intentaban ofrecer algo de variedad en la colección.
Y hasta aquí el comentario de The X-Men #9 USA. En el siguiente número: ¡la llegada de Ka-Zar, el Señor de la Jungla!
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